viernes, 14 de diciembre de 2012

Me hallará la muerte de Juan Manuel de Prada


Me hallará la muerte es uno de esos escasos libros que, con el paso del tiempo, la memoria conserva frescos. Al menos en mi caso ha dejado impresa una huella profunda. Dudo mucho que con el correr de los años no mantenga vivos a los personajes o no sea capaz de contar a un tercero esta intensa e interesante historia. De lo que no hay duda es de que literariamente esta novela es sobresaliente, y una de las mejores que yo he tenido el placer de catar. Si en el último comentario de La Cueva me refería al mejor pintor vivo del mundo, en este caso me atrevería a decir —yo al menos apuesto por él— que Juan Manuel de Prada es el mejor escritor español vivo. Su estilo barroco y culterano podrá gustar más o menos, pero no se puede discutir que este autor es un narrador superdotado.

      Me hallará la muerte se parece en su estructura y en el marco de fondo a otra novela reciente de la que guardo un entusiasmado recuerdo: Sonaron gritos y golpes a la puerta. El estilo de Pío Moa, en cambio, es elegante y sobrio, directo, sin adornos, pero muy potente y fluido. Juan Manuel de Prada escribe con un lenguaje completamente personal, arraigado en la tradición barroca y clásica española, desde el punto de vista de la picaresca y el esperpento; un enfoque que, también debo decir, a mí no me apasiona. Fijarse en los detalles grotescos de la realidad, en lo sórdido y vulgar de la vida, además de parecer un poco forzado, suele causar el rechazo de muchos estómagos. Pero este realismo barroco, que Prada lleva al límite en su gran novela Las máscaras del héroe, no es tan exagerado en Me hallará la muerte. Aquí me parece que el autor ha escrito su mejor obra. Y no olvido que El séptimo velo me gustó mucho. Sin embargo, en esta ocasión, al margen de que la novela es un hermoso tapiz de palabras, los enredos que plantea el autor, la densidad psicológica de los personajes, y sobre todo, los tremendos dilemas morales que plantea, convierten Me hallará la muerte en una gran novela negra llamada a envejecer en los estantes privilegiados de la literatura.

Algunas observaciones

Estructura

     La novela se divide en tres partes. La primera de ellas es mucho más corta que las otras dos. En este primer fragmento, Antonio, un ladronzuelo que se asocia con Carmen para desplumar a ricos en los alrededores del parque del Retiro, tropieza con la justicia y decide huir de España. Y encuentra una salida alistándose en la División Azul. Dando paso a la segunda parte. En Rusia sufrirá penalidades sin cuento, en compañía del idealista Gabriel Mendoza, otro divisionario con el que guarda un asombroso parecido físico. Muchos años después, en 1954, tras la muerte de Stalin, y tras sobrevivir a todo tipo de vicisitudes, Antonio regresa a España en la piel de otra persona. En la última parte (más de la mitad del libro), Antonio regresa a un Madrid desconocido y peligroso para iniciar una nueva vida. Pero esta vida nueva lo obligará a la improvisación, el fingimiento y la vigilancia permanente, para mantener a buen recaudo las sombras del pasado; y en su empeño por mantenerlas, tendrá que adentrarse, siempre acechado por la muerte, en una madeja de intrigas cada vez más embrolladas y peregrinas. Se desarrollará, ante los ojos atónitos del lector, una novela negra magistral.

Preguntas clave y tesis de fondo

     Hay tres preguntas fundamentales que, una vez terminada la historia, ofrecen claves para ampliar los horizontes de la novela. Éstas deberían estar presentes al final de la misma, y en  futuros acercamientos:

  • ¿Cuán cerca puede estar un héroe de ser un villano?
  • ¿Qué separa la epopeya de la farsa?
  • ¿A quién le está permitido ser otro hombre?

     Y valen, desde luego, para varios personajes, no sólo para Antonio. Por otro lado, la lección moral que pregona Prada es que de un mal no se puede extraer un bien, no al menos a la larga, no definitivamente. Y lo plasma en Me hallará la muerte enseñando como un hombre se va envileciendo progresivamente según va cometiendo mayores crímenes, a la vez que su conciencia queda amordazada y su alma podrida. Quien expresa claramente esto es Gabriel, en las heladas tierras rusas: «Uno tiene que purgar por el mal que hizo» (p. 104).

Reflexión sobre la guerra

     En la segunda parte, como quedó dicho, la acción se traslada a Rusia. Al principio los combatientes están en el frente, después, Gabi y Antonio serán capturados y llevados a campos de concentración sufriendo una existencia infrahumana. Pero en el curso de los enfrentamientos, Juan Manuel de Prada, además de conseguir una descripción bélica asombrosa y épica, casi inalcanzable por su tremenda belleza, se permite reflexionar sobre la guerra y la verdadera dimensión del hombre en ella. Y las conclusiones, rezumantes de pesimismo antropológico, se vuelven terribles verdades:
«Comprendió entonces que la guerra era, en efecto, el deporte más hermoso, porque en ella asoma el hombre sin las blandenguerías y dobleces de la civilización, el hombre desnudo y sincero que mata sin odio y muere sin duelo, con alegría de matar y alegría de morir, como en un juego de niños» (p. 113-114).

Los personajes


     El drama que pone en pie Me hallará la muerte está tejido principalmente por 10 personajes: Antonio Expósito, Gabriel Mendoza, Francisco Cifuentes, Carmen Panizo, Amparo, Nina, Camacho, Paloma, Becerra y Consuelito; aunque también se podría añadir el divisionario Vidal. La hermana de Gabriel, por ejemplo, no tiene incidencia de ningún tipo en el relato, y tampoco el padre de Mendoza, sino la sombra de su pasado. Y aunque aparecen más personajes en la novela, este buen puñado es suficiente para plantear una gran tragedia.

     Antes de dejarlos al margen, me gustaría destacar lo que me ha llamado la atención de alguno de ellos. Personajes que, por otra parte, están magistralmente diseñados, con una psicología densa y compleja que los hace contradictorios y por eso mismo vivos. Antonio Expósito es el personaje más meditado de Juan Manuel de Prada en esta novela. Los pocos escrúpulos que tiene al principio se van ahogando en sus crímenes, y Antonio se irá oscureciendo, cediendo al mal. «No era tan sólo que su simulacro de vida hubiese calcinado por completo sus escrúpulos morales, o acallado para siempre su conciencia, sino que lo había vaciado por dentro, de tal modo que su verdadera y más secreta identidad era la ausencia de ser (...) Del mismo modo que el cero, mediante la multiplicación matemática, destruye cualquier otro número, Antonio engullía en su nada cualquier vestigio de vida próxima, irradiando en su derredor un campo magnético vaciador, una fábrica incesante de nada» (p. 452).

      Gabriel Mendoza, en cambio, sí es un verdadero héroe en los compases que desarrolla la novela. Sabemos que su conversión se debe al arrepentimiento de un pasado del que reniega; y lejos de su tierra vive en la fe de un Dios que le permite estar tranquilo y orgulloso de su misión. En el compañero de Antonio, un personaje entrañable que deja huella a su paso, se muestra la posibilidad del cambio, de lavar los pecados a través del reconocimiento de los mismos y el posterior perdón de Cristo.

     Por otro lado, las vidas de Francisco Cifuentes y Consuelito quedan trágicamente unidas. Es el instante de mayor densidad emocional de toda la novela. Él, amigo de Antonio y Gabriel y también ex divisionario, se ve comprometido por el personaje enmascarado que vuelve del infierno ruso con la muerte por capa. Tanto el final de este veterano como el de Consuelito, sobrina de Gabriel, traspasan de tristeza. Ambos son víctimas del mal que acompaña a Antonio, ambos no pueden sustraerse a la maldad que arrastra a un hombre ambicioso y sin conciencia que se ha corrompido demasiado como para ofrecer nada bueno, siquiera indirectamente, a quienes le rodean. Y las mujeres, en efecto, son las principales víctimas en Me hallará la muerte.

     De todas ellas, Consuelo, Paloma y Nina son las más desdichadas. También Amparo. Pero lo de Nina, francesa que hace de intérprete entre rusos y españoles y que tiene una relación sincera con Antonio en las tierras de los zares, congela el riego de la sangre. Ella lo protege durante su estancia en los campos de concentración y le salva la vida en varias ocasiones; su sacrificio es tal alto que se vuelve críptico a los ojos de Antonio, cuando ella es la única que lo ama con un amor que traspasa la carne. El personaje de Nina es colosal, incomprendido, trágico e inmortal. Si el final de Consuelo y Cifuentes es una bomba emocional, el final de Nina es un entierro espiritual.

Época histórica
      
      También hay que recordar el fondo histórico de Me hallará la muerte. A Juan Manuel de Prada le interesa la apasionante y terrible era del odio y de las ideologías. Esta novela recorre la España inmediata a «los años de la sangre», el terror de los gulags, y la España de los años 50. Un país diferente al que dejó Antonio, desmemoriado, desagradecido y corrupto. Una nación bastarda que reniega de sus héroes. Como relata Juan Manuel de Prada: «Ahora el corrupto se hincha como un pavo real, exhibiendo su dinero y restregando a los demás su prosperidad. Se han convertido en un modelo para la pobre gente, que piensa que si no participa de alguna corruptela no cuenta. Han logrado que quien no es corrupto se sienta como un fracasado» (p. 397).

Lectura adictiva y prosa sublime
   
     Acabo este comentario alabando la maestría narrativa de Juan Manuel de Prada. En Me hallará la muerte su escritura es deliciosa, magistral, cuajada de talento. Como decía al principio, su estilo barroco, apegado a una visión trágica de la realidad, podrá gustar más o menos —y a mí sólo me colma cuando modera lo abigarrado de su prosa y desvía la vista hacia otros focos de interés menos inmundos y pedestres—, pero su talento desmedido para narrar es incuestionable. El mejor escritor español ha escrito su mejor obra, la más redonda, la más profunda, la más desasosegante, y a pesar de todo, seguramente sólo del gusto de los paladares literarios más finos.

      A Prada le importará bien poco, supongo. Y aunque sea una malicia por mi parte, la miel no está hecha para la boca del asno. El asno ya tiene bastante con Cincuenta sombras de Grey.

FICHA
Título: Me hallará la muerte
Autor: Juan Manuel de Prada
Editorial: Destino
Otros: 2012, 592 páginas
Precio: 22,50 €

6 comentarios:

  1. Novelón impresionante. Acabo de terminarlo y no doy crédito. ¡¡¡Qué gozada de novela!!!

    ResponderEliminar
  2. Juan Manuel de Prada es un escritor inconmensurable. Pocos hay que se aproximen a su talento literario. Esta novela, que acabo de terminar, confirma su plenitud como escritor. Sé que muchos ignorantes, sectarios, pobres criaturas sometidas a los prejuicios y a la doctrina única, jamás reconocerán su valía. No son capaces de diferenciar a la persona de su obra. Abres el libro, en cualquier de sus páginas y encontrarás, de pronto, una descripción, una métáfora, una adjetivo, una ocurrencia literaria sublime.
    Sobresaliente por Me hallará la muerte, sí señor.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De acuerdo contigo en todo lo que dices. Pero que lo reconozcan o no ciertas instancias oficiales, a mí me importa poco, aunque sepa a injusticia. Me hallará la muerte es, sencillamente, una obra maestra. Que, afortunadamente, tú, yo y muchos otros, hemos disfrutado como si hubiéramos encontrado un tesoro. Esa es la gran literatura.

      La que sirve para informarse en vez de educarse y es desechada nada más consumirla, tiene el mismo valor que una hamburguesa del Mcdonalds.

      Eliminar
  3. Di con tu blog hace unos meses y empecé a seguirte en twitter. ¡Menudo trabajo tegalas aquí! Enhorabuena, porque a los que adoramos la literatura nos hacen falta blogs serios como el tuyo, en los que se hable de ella, y no tanto de lo más vendido, que lo vemos todos...
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Alegría.

      Te agradezco mucho tus palabras.

      Estoy muy orgulloso de la dimensión que va adquiriendo el blog. Y aunque es cierto que el trabajo que supone es inmenso, los frutos son mejores.

      Gracias de nuevo.

      Y saludos.

      Eliminar