sábado, 29 de junio de 2013

Sukkwan Island de David Vann

No comparto el entusiasmo de la crítica con esta novela. Pero no lo comparto en gran medida. Lo siento si alguien ha leído el libro y le ha gustado mucho, pero para mí no tiene gran valor una obra cuyo único «mérito» es ser impío y brutal. No diría que destaca por nada más. Su calidad literaria, a mi juicio, es bastante corriente. Por tanto, no diré lo contrario buscando el aplauso de todos aquellos que hablan maravillas de Sukkwan Island, pues me ha resultado incluso desagradable. Lo siento de verdad. Ya me hubiera gustado poder contar otra cosa, porque también yo me he llevado una desilusión. Pues había depositado no pocas esperanzas en la ópera prima de David Vann. Aunque siempre puedo dulcificar mi posición si doy por hecho que lo que pretendía el autor con esta historia es sacudir las conciencias y decirnos que lo que ha escrito es un reflejo —y nada más que eso— de la pesadilla nihilista en la que estamos metidos hasta las cejas.

El final de los tiempos: El Dolor de José Javier Esparza

El estreno de José Javier Esparza en la ficción se dio con esta obra, primera parte de una trilogía de carácter futurista influenciada por las grandes creaciones anti-utópicas del siglo XX, entre las que sobresale 1984 de Orwell. También guarda paralelos con la más reciente Los juegos del hambre, aunque El final de los tiempos: El dolor es anterior a ésta, y también de mayor enjundia. Sin embargo, a pesar de que no soy un apasionado de este tipo de libros quería conocer la capacidad de Esparza para escribir ficción al margen de la novela histórica. Y me ha gustado. No obstante, me quedo por ejemplo con El caballero del jabalí blanco, y sus otras obras de divulgación histórica. 

jueves, 13 de junio de 2013

rEvolución: Del homo sapiens al homo digitalis de Román Cendoya

El mes pasado publiqué un comentario acerca de un libro sobre nuevas tecnologías y los cambios mentales, personales y sociales que éstas están trayendo bajo el brazo desde hace varias décadas. Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentesse llamaba. De gran repercusión mediática, aunque en mi opinión bastante pobre. Entonces anuncié que no tenía pensado traer más libros a La Cueva de este jaez, a pesar de que fuera el objeto de mi master; pero curiosamente, hace unos cuantos días se publicó en España un trabajo parecido y mucho más jugoso que la anterior obra presentada. rEvolución. Del homo sapiens al homo digitalis. Creo que merece la pena traer aquí algunas de sus reflexiones.

La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca

La vida es sueño es el mejor drama de don Pedro Calderón de la Barca. Y entre sus otras obras, junto a El alcalde de Zalamea, la más lograda; aunque se ocupen de asuntos diferentes. Esta obra, ya clásica e inmortal, es un texto simbólico rico en ideas y alusiones. Algunos críticos la han clasificado como drama del destino, y a mí me vale. Pero la gran tarea de Calderon en este drama es mostrar la necesidad de educación que tiene un príncipe (Segismundo) y todo un pueblo; o sea, también todos nosotros. Por eso La vida es sueño es una fábula, donde se reflejan conflictos esenciales de la vida humana: la ilusión de la gloria y los bienes terrenos, la libertad, la necesidad de educación moral y política del individuo... Rematando ya esta introducción, esta parábola no me parece ambigua, pero sí muy compleja, exuberante, opulenta. Vamos. Una obra maestra. 

Reflexiones en torno a la pintura: José Gutiérrez Solana, la estética de lo sórdido

José Gutiérrez Solana, desconocido porque no es uno de los grandes nombres del arte español, puede tenerse por el pintor de la Leyenda Negra, visión dramática y pesimista de la Historia de España surgida a finales del siglo XIX. Esta perspectiva nada tiene que ver con mi concepción de la historia patria, pero encuentro a Solana fascinante, a pesar —y esto es llamativo— de que su arte muestra una estética sórdida, opaca y exótica. Es el atractivo del mal que anida en nosotros, pues sin él no se entendería que pudieran fascinarnos tanto pinturas cuyo reflejo no es otra cosa que la fealdad de la vida. 

Bajo un cielo anaranjado de Manuel Alfonseca

Aunque no soy un gran aficionado a la ciencia ficción, reconozco la buena literatura cuando la leo. En mi opinión Manuel Alfonseca, sin ser Isaac Asimov, ha hecho aportaciones muy dignas a este género en español. Y no sólo a este género, pues Manuel, que además de buen escritor es ingeniero en telecomunicaciones, es capaz de escribir maravillosas obras de literatura juvenil (literatura que no tardaré en traer a las estanterías de La Cueva de los Libros). Pero ahora quiero comentar una de sus novelas de divulgación científica. Bajo un cielo anaranjado, que es como se llama su buque insignia en el género, es una obra extraordinaria que tiene el acierto de ser completamente directa, sin perderse en detalles innecesarios, y que mantiene durante todo el relato un nivel de intriga realmente alto. Pero lo más importante no es eso. Al margen del valor estético de la obra, que yo considero impecable (se nota que me ha gustado), lo que hace a este relato una historia notable es su capacidad para omitir los verdaderos asuntos de fondo, que flotan implícitos por las páginas de este precioso trabajo, haciendo de esta manera que el lector sólo barrunte el hecho de que la realidad tiene capas de profundidad y no se limita a lo que pueden decir de ella nuestro ojos o nuestra ciencia.