lunes, 8 de julio de 2013

La última aparición de la Virgen de Santiago Martín

La última aparición de la Virgen es una novela extraordinaria. Una obra en la que me sumergí con mucho gusto, y que, según crecía mi entusiasmo, iba superando mis expectativas. El sacerdote Santiago Martín ha elaborado una historia trepidante con un ritmo altísimo y unas disputas intelectuales insertadas en la trama de gran calado educativo. Pero no sólo es una novela de suspense igual o superior a los grandes bestsellers norteamericanos dedicados a estos temas, sino que además es una catequesis magnífica que tumba no pocos disparates con los que se viene acusando a la Iglesia Católica desde hace años. Lo mejor del conjunto, y esto se lo agradezco especialmente al padre Martín, es la sutileza con la que éste ha descrito cómo interviene en nuestros asuntos la Divina Providencia. 

     La última aparición de la Virgen, que cuenta con el respaldo de una editorial como Planeta, arranca con una supuesta aparición de la virgen María en Guatemala, acontecimiento que desencadena la investigación por parte de unos y el intento de silenciar tal hecho por parte de otros. Lo que el autor de esta apasionante obra, que como dije es sacerdote, nos quiere contar es que las fuerzas de la luz están en guerra con las de las tinieblas, y que estas últimas no descansan en su ataque a los seguidores de Cristo y quien, con la gracia del Altísimo, los sostiene (la Iglesia Católica). Pronto las cartas se ponen sobre la mesa y los poderes del mal (identificados aquí con los poderes públicos bajo la dirección de la ONU) desatan una persecución contra los creyentes, como había sido anunciado por las Escrituras, y el propio Papa ha de huir del Vaticano para resistir esta hora crítica. 

      La batalla feroz de unos y otros que describe Santiago Martín, con traiciones, cambios de bando y un reguero de muertes que produce escalofríos, es apasionante. Destaco la determinación de unos y otros, cada uno esforzado en la defensa de su causa, y a los cardenales fieles al Papa, como otros sacerdotes y laicos que entregan su sangre por Cristo. También quiero nombrar al personaje clave del engranaje narrativo, el periodista John McCabe. Y por supuesto a la preciosa Juanita, que aunque tiene un papel testimonial, según la pinta el propio autor, a cualquiera le entran ganas de conocerla para enamorarse de ella. 

      Finalmente, en el fondo de todo, superada —o no— la prueba del maligno, es el aviso de Santiago Martín a todos nosotros, que somos en realidad los que estamos en medio de esta feroz batalla, el mensaje fundamental. Pues como dice el propio escritor, Dios «es el Señor y dueño de la historia. María lo sabía y el demonio también. Los que no terminaban de enterarse eran los hombres. Algunos hombres» (p. 493). No tengo más que decir. Gracias por esta novela, padre Martín


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