miércoles, 30 de octubre de 2013

Antítesis ya ha sido terminado, nuevo libro a la vista


Al lector asiduo de La cueva de los libros le transmito la feliz noticia de que recientemente he acabado otro libro, Antítesis, una obra de divulgación teológica que espero esté a disposición del público antes de Año Nuevo. Que eso sea así dependerá del signo de la contienda que ahora me corresponde mantener con las editoriales. Por ahora, mi antiguo editor, Abel de Lamo, me ha dado las mayores facilidades para la edición y publicación de este libro. Veremos qué pasa. Nada más. Sólo adelantar el subtítulo del mismo, como guiño a los lectores que me siguen y anticipo del contenido. Así pues, en la portada de Antítesis se leerá también esto otro: La vieja guerra entre Dios y el diablo

     Mientras, a la vez que sostengo esa lucha, seguiré con nuevos proyectos, con la continuación de Mercenarios de un Dios oscuro, Las almas de los condenados, y cerrando A la espera de que regresen tus huellas, la novela que más avanzada tengo; entre otras cosas, como por ejemplo perfilar una nueva carpeta en el blog con artículos de viajes personales, que con el tiempo formarán un nuevo libro. Hasta pronto.

miércoles, 16 de octubre de 2013

San Manuel Bueno, mártir de Miguel de Unamuno

En pocos escritores se palpa con tanta fuerza la influencia de las filosofías dominantes en su época como en don Miguel de Unamuno. La zozobra existencialista de todas sus obras, y sus personajes atormentados, son partos de sus mismas llagas espirituales. El concepto de la angustia y La enfermedad mortal de Kierkegaard o El Ser y la Nada de Heiddeger, incluso los escritos del propio Nietzsche, calaron hondo en el espíritu sufrido y profundo del escritor vascongado (Bilbao, 29 de septiembre de 1864 - Salamanca, 31 de diciembre de 1936), y así respiran sus obras. Tampoco es común un corazón tan angustiado y a la vez una cabeza tan lúcida como para expresar con coherencia y simplicidad admirables las propias ideas. San Manuel Bueno, mártir es un ejemplo de ello. Un relato cuyas virtudes no están en la superficie pero que esforzándose un poco se encuentran multiplicadas. Este libro es altavoz del alma de don Miguel, siempre turbado con las relaciones entre la razón y la fe, la aparente vacuidad de la vida, la condena de vivir... Él era creyente, pero sus ficciones eran una vuelta de tuerca a sus propias dudas. Uno de sus personajes más famosos, el héroe de este relato, no escapó al pesimismo existencial del mundo en el que vivía. Para él: «Nuestro pecado es haber nacido».

El cuerpo humano de Paolo Giordano

El cuerpo humano es la consagración del joven Paolo Giordano como una de las mejores plumas de la literatura europea. Sin duda. La soledad de los números primos, su primer trabajo, fue para mí una gran sorpresa —aunque estaba lejos de lo que hoy ha alcanzado con su segunda publicación—, y ello me obligó a seguir de cerca los siguientes relatos del escritor transalpino. Pues bien, esta segunda novela del italiano ha confirmado con creces su enorme talento. El cuerpo humano es un libro espectacular; narración pura que se lee como un tiro, descarnada, limpia, seca, deslumbrante, que te vacía por dentro como se saca la pulpa de una granada con una cuchara. 

         Para colmo, por alguna de esas divinas coincidencias que nos regala la vida, disfruté de este magnífico libro, de temática belicista y ambientado en Afganistán, al mismo tiempo que descubría uno de los últimos cuadros de mi apreciado pintor Ferrer-Dalmau, La patrulla. Compaginar la lectura de uno y la contemplación del otro fue para mí, hace ya algunas semanas, un verdadero deleite.

Reflexiones en torno a la pintura: La patrulla de Augusto Ferrer-Dalmau


Ferrer-Dalmau es el mayor talento de la pintura contemporánea. Cada una de sus pinturas transpira belleza, realismo, emoción, gracia, lirismo y grandeza. Pero lo sorprendente es que éstas son, en su gran mayoría, trabajos de contenido militar. Cómo la guerra y sus allegados pueden evocar a través de las bellas artes la fascinación de los hombres es un misterio que sólo está al alcance de verdaderos maestros. Y a Ferrer-Dalmau lo acompañan evidentes dones y cualidades. Uno de sus últimos trabajos, La patrulla, es un cuadro que me atrajo poderosamente, a pesar de que por las mismas fechas el pintor presentaba otro de mayor riqueza pictórica, de exuberante puesta en escena, de preciosismo colorista, La batalla de San Marcial. Quizá lo inusual de La patrulla, su genialidad en la organización técnica, su aparente sencillez, su radical realismo, su homenaje al viejo oficio de soldado, me terminó de camelar. Dentro de poco veré La patrulla en persona, mientras, observo una y otra vez una reproducción a todo color en tamaño A4 de la misma; no necesito más para saber que ésta, otra más, es la obra maestra de un pintor descomunal.

Niebla de Miguel de Unamuno

Publicada en 1914, Niebla es la novela más excéntrica y ambiciosa del pensador y filósofo español Miguel de Unamuno. Según el propio autor, este trabajo, que rompía con las reglas clásicas del género, daba origen a una variante de la narrativa llamada por él mismo «nivola». Su característica principal era la surrealista interacción entre el autor del relato y los personajes de ficción por él creados. Niebla es, al margen de cuestiones pintorescas, una narración desnuda libre de elementos como la descripción; y más allá del estilo, es decir, en el contenido, un profundo texto cuyo problema de fondo es la relación entre la realidad y la ficción. Cuestión en la que el filósofo vascongado se hunde porque ha calado en él, hasta la médula, el existencialismo de almas desgarradas como Kierkegaard o Nietzsche. Ejemplo de esa mentalidad es el protagonista de la novela, Augusto Pérez, un monigote digno de lástima, afectado de soledad y enfermizo ensimismamiento.