jueves, 10 de julio de 2014

El poder del perro de Don Winslow

A pesar de algunas manifestaciones ideológicas que no comparto en absoluto, esta novela me ha parecido una gran historia. Lo que propone Don Winslow en El poder del perro es un relato potente y actual sobre la guerra contra el narcotráfico, destacando la espiral destructiva que toda guerra de aniquilación provoca. Pues bien, entre los agentes que alimentan esta vorágine, el autor dirige el foco especialmente sobre los medios igual de brutales y dañinos que usan para combartir a los narcos los gobiernos democráticos. El mensaje último, por tanto, es medianamente evidente: tan terroristas son los gobiernos democráticos como las mafias que trafican con drogas y siembran la muerte allá donde extienden sus tentáculos. Para ilustrarlo, Don Winslow mueve a sus personajes por Estados Unidos y Méjico, siendo el eje dramático de esta historia la extensa frontera que relaciona y separa a estos dos países. Una herida con leyes propias, las del soborno, la intimidación y la violencia. 


La imagen escogida por la editorial española que publicó en 2010 esta exitosa novela, ilustra muy bien el contenido del libro. Participar en la guerra contra el narcotráfico significa morir violentamente y además ver cómo mueren los que te rodean. Es decir, que unos y otros salen perdiendo. Pues a pesar de todo, el cáncer sigue creciendo, creciendo sin que haya nadie capaz de pararlo, y después de haber dilapidado millones de dólares y valiosas vidas humanas. Vidas entre las que se cuentan las de personas inocentes, que en muchos casos ni siquiera indirectamente tenían que ver con los turbios negocios de la droga. Por eso en última instancia El poder del perro es la recreación del infierno en la tierra, un tipo de infierno construido, no se nos olvide, únicamente por  los hombres. Y aquí, aunque al autor del libro le pese, Dios no tiene parte. Si en el mundo hay males, pregúntense los hombres primero por quiénes los producen y alientan. Al menos en su mayor parte. No habrán de buscar muy lejos de sí mismos.

En fin, yo creo en la literatura que aporta cultura, esto es, en los libros que hacen crecer al hombre en virtudes y sabiduría. Pero éste no es el caso. Se entenderá, por tanto, que haya dudado en hacer sobre esta obra cualquier comentario. Más aún si indico, como antes he hecho, que El poder del perro simpatiza con ideologías que a mí no me agradan en absoluto, movimientos heréticos como la teología de la liberación (defendida en esta obra por el arzobispo Parada) o incluso el grupo terrorista colombiano de las FARC. En cualquier caso, como digo, Don Winslow sabe forjar una historia atractiva y brutal cuya principal virtud literaria es haber sabido mostrar las consecuencias de construir en la tierra una clase de infierno. Tal vez este libro merezca la pena sólo porque enseña al lector cuál es la cosecha del hombre-bestia, que llama sobrevivir a lo que es ni más ni menos abrirse paso a costa de inmolar al prójimo. 

Art Keller es el primero en tenerlo en cuenta. A pesar de que son unos cuantos los personajes principales de este relato negro, Keller es el más importante de cuantos forman el elenco. No en vano es conocido como «el señor de la frontera», un agente especial de la DEA que entiende su trabajo, después de perder a su compañero, como una cruzada personal contra los Barrera, primero Miguel Ángel Barrera, y después Adán, patrones de un poderoso cartel de narcotraficantes, y tío y sobrino respectivamente. Así pues, el ojo del tornado lo mueven ellos, narcos y agentes de la ley, gestando una batalla encarnizada que no se detendrá hasta que unos y otros se aniquilen, dejando un rastro de muerte y devastación irreparable. Ese torbellino aspirará a Nora Hayden, Callan, Gloria, y muchos otros. Ese torbellino dejará incontables víctimas a su paso. Porque todos tienen familias, seres queridos que no forman parte del juego.

Pero lo peor de todo quizá no sea el precio pagado por librar esta guerra, sino la sensación de que el narcotráfico nunca será erradicado del todo, porque interesa que así sea. E interesa por muchas y complejas cuestiones que tienen que ver con la política. Operación Condor, Cerbero, Niebla Roja, nombres en clave de operaciones que el gobierno de los USA llevó a cabo en hispanoamérca en las décadas del 1970, 80 y 90, y que Don Winslow tirotea con su pluma y su buen hacer literario desde su atalaya progresista. 

Para mí El poder del perro sitúa en el centro de la diana un dantesco conflicto, que a veces es al mismo tiempo un matrimonio perfecto, pero lanzando un mensaje ideológico no tan explícito que empuja la novela hacia el maniqueísmo y el sectarismo político. Por eso bajo mi criterio esta obra de Don Winslow, que tiene el carácter y la fuerza de una gran historia, a pesar sin embargo de su calidad literaria (que no es mucha), merece leerse por su recreación del infierno en la frontera de USA y Méjico, y muy especialmente del infierno que se vive en algunas ciudades de la gran nación mejicana. 

Finalmente, quizás ese infierno que lleva librándose durante décadas por quienes son ya parte integrante del mismo pero su conciencia aún no ha sido sepultada por el horror y la sed de venganza (el poder del perro), pueda soportarse únicamente con una determinada forma de afrontar la vida; una manera que concibe el propio Arthur Keller en uno de sus momentos de mayor lucidez y honestidad en todo el relato: 

«Todo es cuestión de encontrar una forma de vivir de una manera decente en un mundo indecente». 


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