domingo, 10 de agosto de 2014

Murena de Jean Dufaux y Philippe Delaby

Para quienes amamos el mundo clásico, y sobre todo la historia de Roma, las obras que se refieren a este período histórico son para nosotros casi un objeto de culto. En mi caso es una exageración, claro está, fruto de mi pasión por los clásicos grecolatinos y por las vidas y gestas de sus más esforzados héroes. Quizá esta pasión mía por Roma y su mundo me excuse en otro momento de algunas manifestaciones más o menos exageradas, pero en este caso no falto un ápice a la verdad si digo que este cómic es una obra sublime. Y si no puedo ir más allá y hablar de obra maestra es porque Murena no ha sido completada todavía. Pero de su primer ciclo, que es el que conozco, únicamente diré maravillas. Pues tendría que hacer un esfuerzo importante para recordar otra obra gráfica en la que el guión y el dibujo brillen a semejante altura... Murena es una de las joyas más preciosas y desconocidas del cómic europeo. ¡Un rutilante tesoro!

Los responsables de esta genial obra ambientada en el Imperio Romano son dos franceses de enorme talento. Jean Dufaux y Philippe Delaby, guionista y dibujante, respectivamente. Desde el principio Murena se ha ido publicando en volúmenes independientes que más tarde se han reunido en ciclos. Este primer ciclo comprende los cuatro libros iniciales de este extraordinario cómic: El púrpura y el oro, Arena y sangre, La mejor de la madres y Los que van a morir...

La historia de Murena arranca con el cuarto emperador, Claudio. Pronto las intrigas palaciegas y el fasto de la corte seducen los sentidos, y nos recuerdan otros textos clásicos como el de Robert Graves. El ciclo comprende la muerte de Claudio, al principio de la obra, y el ascenso al primer puesto público de Roma de Nerón. Todo ha sido dispuesto por la mujer del emperador, Agripina, que ha envenenado a Claudio para que su hijo gobierne Roma, antes de que el emperador la repudie y contraiga matrimonio con Lolia Paulina, madre de Murena. Las conjuras se suceden en lo más alto del poder y los autores nos brindan una obra exuberante y cautivadora, de marcado cariz erótico. El sexo es en este relato un ingrediente más que se añade a las exóticas páginas de Murena, junto a las bellas mujeres, los gladiadores fornidos y las inacabables conspiraciones e intereses de la corte imperial.

El guión, como apunté al principio, es el piedra angular de este cómic. Su otro gran pilar es su académico dibujo, clasicista y rico en expresiones, anatomías y escenarios. Del primero me ha sorprendido enormemente su tremenda calidad. Jean Dufaux cuida esta obra de manera impecable, hilando una intriga irresistible y de ritmo incesante. En definitiva, su guión son palabras mayores.

Por otro lado, como digo, está el dibujo. Imagen y letra unen en este caso como una aleación perfecta. Las magistrales viñetas de Philippe Delaby imprimen un realismo insuperable a la historia de Dufaux. El fasto de Roma brilla como nunca con este espectacular dibujo. Las celebraciones, los adornos de la aristocracia, los hermosos edificios públicos... En fin, la grandiosidad de Roma es reproducida aquí con genialidad y detalle. Pero quizá lo más asombroso de esta desconocida obra, en cuanto a dibujo se refiere, sea la belleza de algunos rostros (pienso en Agripina, Popea, Murena, Nerón, Lolia Paulina, Acté o la esclava cobriza de Popea). O la expresividad de las caras menos agraciadas, de las cuales se lleva la palma Locusta. Aunque quizá el color, por señalar alguna pequeña falta, sea demasiado contenido. A mi modo de ver queda bien y resulta armonioso. Pero también me hubiera gustado ver esta historia con un colorido más vigoroso, con tonos más vivos y exuberantes, para enfatizar el suntuoso dibujo.

Y para colmo de males, Murena no es únicamente una magistral aventura ambientada en la poderosa Roma del siglo primero después de Cristo, pues se trata de una creación que rebosa cultura. Los autores han trabajado para crear esta historia, no sólo con las fuentes clásicas imprescindibles para abordar esta época, sino con otros trabajos de primer nivel académico sobre el período romano al que nos referimos. Baste citar al académico francés Pierre Grimal. Pero además de la cuidada selección de documentación, Murena ofrece un índice de términos y sobre todo un puñado de notas que explican algunos puntos oscuros, desconocidos para el gran público, e incluso una explicación para algunas licencias literarias.

Ver, sin ir más lejos, cómo Dufaux pergeña algunas enseñanzas de Séneca (que fue preceptor de Nerón) en medio de la trama, es una experiencia que no tiene precio. Y al recordar algunos de sus escritos (Epístolas Morales a Luicilio, Sobre la clemencia, o Sobre la brevedad de la vida), saben mucho mejor releídos en su marco, aunque este ambiente se recree a través de una viñeta.

En fin, el primer ciclo de este cómic llamado Murena es una de las mejores creaciones gráficas que yo he conocido. Semejante efervescencia literaria responde a mis pasión por Roma, de eso estoy seguro, pero me atrevería a pronosticar que éste puede ser mañana uno de esos pocos tebeos por los que no pasará jamás el tiempo.




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