jueves, 21 de julio de 2016

5 películas acerca de la historia más grande jamás contada

Tampoco el séptimo arte ha podido arrinconar, a pesar de los riesgos que entraña desafiar a la élite psicopática que controla Hollywood, la historia más grande jamás contada. Hace escasas fechas publicaba un texto con una lista de 5 libros sobre Jesús de Nazaret*. Hoy, a petición de un buen amigo, me atrevo con otra lista, esta vez de 5 películas. Son todas ellas recientes en el tiempo; quería ser cuidadoso con la sensibilidad actual, con sus ritmos y estética particulares. Por eso he dejado en el tintero antigüedades inestimables como La túnica sagrada, Rey de reyes o la magistral Ordet. Pero sobre todo he buscado un hilo común para elegir las dichosas cintas: el despertar espiritual. He de confesar que lo he tenido fácil.


Como he dicho las 5 películas son una sutil invitación a descubrir en primera persona la historia más grande jamás contada. Se trata de la mayor aventura que puede iniciar el hombre, conocer a quien le ha dado el ser y le guía para que al final de su vida entre en la casa que su verdadero padre le tiene preparada. Sugiero que las cintas se vean por orden de presentación, aunque podría muy bien hacerse la excepción de ver en primer lugar la última de las que aquí presento. En fin, ésta es mi propuesta, y que cada cual siga el orden que considere mejor.


La Pasión de Cristo


Comienzo con una obra maestra. Muchos no le perdonarán jamás a Mel Gibson haber dado a luz una genialidad como ésta, en mi opinión inspirada incluso desde lo alto. En realidad La pasión de Cristo es una película exorcística, si se me permite el palabro, capaz de martirizar los demonios de algunas almas, y de mover a otras el corazón hasta una conversión terminante. Y empiezo por el relato de la pasión de Cristo porque es el tramo de su vida más emocionante, cumbre de toda su obra, y antesala de su máximo milagro. La fuerza de esta cinta traspasa la pantalla y reverbera por mucho tiempo. Es la película sobre la pasión de Cristo definitiva. A mi modo de ver perfecta. Un rayo de luz, una lágrima del cielo, el Verbo de Dios en imágenes. 

Resucitado


Resucitado cuenta los acontecimientos inmediatos a la crucifixión de Cristo, por lo que continúa la historia donde Mel Gibson concluye su película. Por tanto, sería ideal verlas una detrás de la otra. Esta es la película más actual de todas, a la que menos reparos pondrá el público incrédulo, deliciosamente ambientada, épica, trepidante, sutil, a flor de piel. Por mi parte desde luego merece una mención muy especial. Sus aspectos técnicos son sobresalientes (dirección, fotografía y música), en concreto su banda sonora (del compositor español Roque Baños) ocupa un lugar de honor entre las músicas que recuerdo. Los escenarios también son de aúpa, en concreto la recreación del Templo de Jerusalén y sus impresionantes murallas. Por otra parte, la cinta cuenta con la estrella Joseph Fiennes, un tipo brillantísimo que posee cada plano en el que sale, que ya se enfundó la piel de Lutero en la cinta homónima, o de Shakespeare en Shakespeare in Love, inolvidable adaptación de Romeo y Julieta junto a la bellísima Gwyneth Paltrow. Aquí, como en sus demás trabajos, está descomunal, mejor que nunca, a la altura de Shakespeare enamorado, su gran película. Resucitado es, con todo, una cinta muy bien estudiada (se nota que han sido muy bien asesorados), moderna y adictiva por su tono policial, y sobre todo inspiradora.

Emociona asimismo la peripecia vital del tribuno romano, protagonista de esta historia, junto con Jesús, que conseguirá sin duda enternecer unos cuantos corazones. Hay algunos detalles que me gustaría comentar de la cinta, pero no puedo extenderme demasiado. A María Magdalena por ejemplo se le da un valor inusual, lo cual no me parece mal en este caso (además la elección de la actriz es un acierto); también se destaca a Pedro, lo cual es muy necesario. Únicamente me chirría ligeramente Bartolomé, que parece un jipi y conseguridad no da el tono correcto en su entrevista con el tribuno, y la tez aceitunada de Jesús, que me parece inverosímil dada su condición racial (judío del siglo primero), pero esto es lo de menos. En Resucitado, al fin, hay sabiduría, belleza y verdad a raudales. Y las tres son puertas que conducen al Nazareno.

El apóstol


Considero esta película francesa una delicada joya. De ella guardo un maravilloso recuerdo. Discreta a pesar de lo que digan, potente y de una inmediatez difícilmente superable. El protagonista es un joven al que se acaba adorando, musulmán que vive en Francia con su familia y que está destinado a ser imán como su tío. La búsqueda de la verdad y un corazón carente de superficialidad le llevan por otros caminos. Aquí comienza su particular calvario, y estalla todo el dramatismo de la cinta, que a pesar de la tensión y la intensidad que transmite, se desarrolla a lo largo de un clima de imperturbable paz y consuelo. Sin embargo, y como era de esperar dada la sensibilidad del tema, la crítica especializada se esforzó por descuartizar este trabajo. Pero los reproches son tan miserables que no merece la pena tenerlos en cuenta. Miserables y delirantes. Sin duda los archidemonios y protoenemigos de la Iglesia saben de sobra qué obras puede hacerles más daño. Y en concreto El apóstol es un arma poderosa que trata de forma exquisita el despertar espiritual de un joven francés de religión islámica que ha descubierto a Cristo. Y esto, claro está, para los anticristos varios que por desgracia se encuentra uno de vez en cuando, resulta intolerable.

No en vano si para alguien está velado el Evangelio, «lo está para los que se pierden, para los incrédulos, cuyas inteligencias cegó el dios de este mundo para que no vean la luz del Evangelio glorioso de Cristo» (2 Corintios 4, 3-4). Con todo, en su momento eché en falta que la directora de la cinta (Cheyenne Carron) concluyera la historia con la valentía que exigía la propia lógica del relato. El itinerario de Akim me parece igualmente fascinante.

Tierra de María


Tierra de María supone la culminación de la historia más grande jamás contada. No comentaré apenas nada de esta película de Juan Manuel Cotelo, pero sí imploraré para que se vea. La razón de no justificar en este caso mi elección se debe a que los testimonios en primera persona de esta divertida propuesta hablan por sí solos. Más allá de que la idea esté muy bien realizada y cuente con un contenido impactante. 

Con todo y con eso, la crítica más fanática y anticristiana, secuaces del maligno y habitantes de la ciudad del mal de la que nos habló San Agustín, se despachó a gusto con ella. Y aquí no voy a pasar la oportunidad y voy a citar algún vómito andante. Por ejemplo éste: «¿De dónde sale un film tan perverso y reaccionario? Imposible saberlo con certeza. Y, ahora sí, es un misterio porque se estrena algo tan lamentable (...) Una vergüenza que exista una película así». Qué decir de este exabrupto luciferino, además de que no está escrito correctamente. Hablando en plata, lo que les jode a estos mefistófeles de medio pelo es que se trate de películas reaccionarias, contrarias al orden mundial giliprogre y anticristiano, y eso les produce estigmas cutáneos y retortijones del espíritu. Pero películas como Tierra de María tienen como mínimo el mismo derecho de ser estrenadas que cualquier bazofia hollywoodiense, llena de violencia, porno y bajezas varias. Y vergüenza la que les falta a estos cafres del diablo, sabandijas, zullencos morales y mentales, cuando acusan de proselitistas a cintas como Tierra de María pero no miden por igual a otras miles de cintas que se estrenan anualmente y que promocionan deshonestamente el homosexualismo, el adulterio, la ideología de género, la promiscuidad, y muchos otros tipos de excesos. ¿O es que entre las mariconadas del mundillo de la gran pantalla no se promociona la hegemonía de Sodoma? 

En fin, Tierra de María es lo más puro e inofensivo que se ha visto en el cine en mucho tiempo. Lógico que a Satanás le reviente. Yo diría, en definitiva, que quien no sepa apreciar esta cinta, ni tiene entrañas ni sabe lo que es una madre.

El árbol de la vida



He dejado para el final El árbol de la vida, una prodigiosa película que me entusiasmó en su día y que comenté poco después en este espacio*. Exuberante y preciosista, cuenta como nunca se ha hecho la disyuntiva entre aceptar a Dios o darle la espalda, o dicho de otro modo, la lucha entre la naturaleza propia y la gracia, la tensión entre la presencia de Dios y su ausencia, en definitiva, el combate espiritual del hombre, con el problema del mal como telón de fondo, eterna pregunta del espíritu humano. De belleza abrumadora e intelectualmente intensa. Lo conseguido por Terrence Malick en esta obra me parece cine en estado puro. Y sin duda un tipo de película que no hubiera podido existir nunca sin que se diera la historia más grande jamás contada.

De nuevo, como ocurría con la Historia de Cristo de Papini, que dejé también para el final, ésta es una obra para almas élficas. Presumo que para las cáscaras vacías El árbol de la vida, y en general el resto de películas de esta muestra, será un tostón e incluso una tortura. Por suerte somos muchas las personas en el mundo que aún tenemos remedio. 



*Comentario de El árbol de la vida.

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