jueves, 7 de junio de 2018

Regreso a La Cueva, lugar del que nunca debí salir


Seré breve. Regreso a La Cueva, lugar del que nunca debí salir. En primer lugar, porque la literatura es mi refugio favorito y porque este blog es parte de mi vida. En segundo lugar, porque leer y escribir me parecen actividades hermosas y muy gratificantes. Tercero, porque compartir el conocimiento es una obligación que me he impuesto y porque considero que no hay demasiadas voces en las que confiar en este momento, ni tampoco criterios válidos que enriquezcan verdaderamente al lector y que le ayuden a ver las cosas tal y como son. 

Por cierto, el otro blog, El caballero de los libros, sigue adelante. Aún no me encuentro a gusto con él, ni estética ni estructuralmente, pero en él iré volcando igualmente contenido diverso: comentaré experiencias personales que me surjan, películas, debates interesantes que merezcan la pena plantearse y de los cuales pueda hacer un seguimiento, cuestiones políticas, etc. Sacaré tiempo para decir al menos algunas palabras. Es sabido, de hecho, que detesto la actualidad, pero soy consciente de que a veces hay que dar la cara e incluso hacer un esfuerzo para transformar la realidad de acuerdo a causas mayores. Dicho esto, escribiré cuando pueda y sin otro compromiso que el de defender aquello en lo que creo. 

Por otro lado, cuando presenté El caballero de los libros no expliqué por qué había escogido ese nombre. Y no me dí cuenta hasta hace muy poco. Pues bien, en ese tiempo algunas personas han llegado a conclusiones equivocadas. En realidad «el caballero de los libros» era el título que escogí para una novela que concebí hace un tiempo, y que tenía por protagonista a un hombre especialmente culto y comprometido. No me estaba refiriendo por tanto al gentelman, con el que me han identificado a raíz del nuevo blog, sino al knight o caballero andante que defiende con la pluma y la espada sus ideales. Bienvenida sea en cualquier caso la etiqueta de dandi, pero si escribo, sobre todo, es para hacer frente a los malos del cuento, a los molinos-gigantes o gigantes-molinos de esta realidad infecta.

Y salvo que me dé de repente un ataque de santidad o escuche de improviso una llamada a huir al desierto, ésto es lo que he dicho.

1 comentario:

  1. Me alegra que vuelvas a tener las ganas suficientes como para seguir escribiendo, en este blog y en el otro.

    ¡Estaremos pendientes de todo!

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