lunes, 4 de marzo de 2019

Lucía en la noche de Juan Manuel de Prada

Lucía en la noche es la extraordinaria novedad literaria de Juan Manuel de Prada en este 2019. Se trata de una novela de intriga en la que el misterio gira en torno a Lucía, una mujer cuyos ojos «venían de la noche y habían visto el corazón del miedo» y que parece obsesionada con el protagonista, el escritor Alejandro Ballesteros, con el cual inicia la relación amorosa que da pie a esta historia desgarradora y fascinante rociada de reflexiones profundas y descubrimientos inquietantes.

La cuestión del mal, el misterio del dolor y el sufrimiento o la realidad del miedo habitando el corazón humano son asuntos acerca de los cuales Juan Manuel de Prada plantea sus incógnitas con la maestría que le caracteriza. 

Pues bien, debido a la desaparición fulminante de Lucía, Ballesteros se ve sumido en una espiral autodestructiva que, sin embargo, no le lleva a resignarse, emprendiendo la desesperada búsqueda de su dulce amado centro. Y es precisamente en ese proceso de duelo que se inicia con la desaparición de Lucía cuando, de la mano del inspector Avendaño, se alude a la fe de forma directa, observándose la terrible verdad de que cuando se es feliz, no se tiene la sensación de necesitar demasiado a Dios (p. 175).

El misterio, en cualquier caso, pasa por desvelar los temores de Lucía. Temores que, como finalmente descubrimos, proceden de su participación encubierta en una siniestra ONG (ExMed) implicada en actividades criminales definitivamente aborrecibles. A raíz de esto Juan Manuel de Prada, con una audacia pocas veces vista, se atreve a denunciar verdades perturbadoras que atropellan sin escrúpulos la buena fe de las gentes. Las mismas hablan de instituciones podridas, medios de comunicación falaces y gobiernos directamente terroristas. En Lucía en la noche se dice alto y claro que existen crímenes ocultados por los propios gobiernos, como todas esas masacres «inadvertidas para el común de la gente, a la que se engaña miserablemente, haciéndole creer que son accidentes sin causa conocida» (p. 259). Y es que en muchos casos nos encontramos ante «puras acciones de fuerza, atentados intimidatorios para que los gobernantes del país afectado por el atentado se dejen mangonear o firmen un tratado que los perjudica» (pp. 258-259). Recordemos el derrumbe de un puente en Génova en el verano de 2018, o los atentados de las Torres Gemelas y el 11M de Madrid en Atocha.

En paralelo a la negrísima trama, Juan Manuel desarrolla una crítica feroz contra la fealdad urbanística, las nauseabundas redes sociales y las tertulias televisivas, la intoxicación de los medios (maestros en fabricar noticias falsas) que simplifican los mensajes, encanallan a los espectadores hurtándoles informaciones vitales, y fomentan el miedo como mecanismo de control social. Así, Juan Manuel nos hace visitar iglesias enteramente abominables, sin concesiones mínimas al buen gusto, con altares «tan mesopotámicos o masónicos como sus campanarios» (p. 178), y nos enseña la inmundicia que salpica a policías y periodistas, servicios de inteligencia, políticos y cabecillas de organizaciones no gubernamentales. Entre las perlas que sostiene el genial escritor nacido en Baracaldo, leemos que «los países occidentales, en complicidad con sus socios de la zona, habían estado financiando y armando a los yihadistas» (p. 371). Cosa sabida de hace tiempo pero silenciada por los pútridos medios de comunicación.

Finalmente, cabe decir unas palabras acerca del autor de Lucía en la noche. Pese a quien pese, Juan Manuel de Prada atesora toneladas de talento literario. Y con esta novela de verdades inquietantes vuelve a demostrar su agudeza literaria y su maestría. Nos hallamos sin duda ante un ejemplar único; lector mayúsculo y voraz, de vasta cultura, posee un estilo inconfundible y una prosa riquísima y fluida. No es ésta sin embargo su mejor obra, pero sí una de las más descarnadas y atrevidas. 





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