El Anticristo es una de las figuras más enigmáticas y apabullantes del canon bíblico. Su aparición en la escena pública, según las Sagradas Escrituras y la Tradición, sobrevendrá en tiempos de gran confusión y desconsuelo, para el mundo en general y para la Iglesia Católica en concreto. No han sido muchos los estudiosos que se han ocupado de dicha figura, y las nuevas hornadas de teólogos ni lo mentan siquiera, preocupados únicamente en agradar a la jerarquía, haciendo méritos mundanos para promocionar sus carreras. Sin embargo, eruditos de otros tiempos, como San Vicente Ferrer, dictaron algunos sermones de altos vuelos sobre el Anticristo y el fin de los tiempos. Especialmente interesantes me parecen también los sermones de John Henry Newman sobre la citada materia. Cuatro de estos discursos fueron recogidos por la editorial española El buey mudo hace ahora casi una década.
El tiempo y nuestra percepción del mismo representan para el linaje humano un único y gran enigma. Hay minutos que parecen horas, días que parecen años, y vidas de muchos años que parecen haber durado días e incluso minutos. A mi abuelo José, de una lucidez envidiable y nonagenario, la vida se le ha pasado en un suspiro. Eso me dice de vez en cuando. ¿Cómo es posible?, repite. Si no me he enterado... ¿No será que soñamos mientras vivimos? ¿Será la vida un sueño y los sueños apenas reflejos pálidos de una vida que se nos escurre como el agua entre los dedos? ¿No será el ansia de pervivir que anidamos en lo más profundo de nuestro ser un proyecto, deseo o esperanza, sin probabilidad de realizarse? Al menos en esta vida. Que no es de ninguna manera una ficción, porque sabemos que gozamos y sabemos que sufrimos.
El monje benedictino y prior de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, doctor en Historia y antiguo profesor universitario, Santiago Cantera Montenegro, publicó en 2014 una obra extraordinaria en la que mostraba, con impecable rigor documental, el nacimiento de la conciencia española en el remoto Reino Visigodo de Toledo.
El gran Edgar Allan Poe dijo que «los relatos de Hawthorne pertenecen a la región más elevada del arte: un arte sometido a un genio de orden sublime». Se refería Poe a seis narraciones clásicas escogidas por el escritor estadounidense y reescritas por él como lectura fundamental para los niños. Libro de maravillas fue el magnífico fruto de aquel admirable proyecto literario.
Durante los siglos de mayor apogeo de la Cristiandad, la imaginación de las gentes se vio seducida por una geografía mítica y, sobre todo, por un rey legendario conocido como Preste Juan. La leyenda partía de las misteriosas palabras de Jesús a Pedro y Juan antes de su ascensión a los cielos, junto a la diestra del Padre, y por las que parecía que Juan permanecería vivo hasta el final de los tiempos; cuando precisamente Cristo habría de volver para imponer de forma definitiva su reino, trayendo consigo unos cielos nuevos y una tierra nueva. Por ello mismo, el reino del Preste Juan resultaría siempre esquivo a toda clase de exploradores y aventureros. Sin embargo, un reino casi tan misterioso y fascinante como el del Preste Juan estuvo por largo tiempo ubicado en la sierra madrileña, en un rincón escarpado y durante siglos secreto, dominado por un rey desconocido que llegó a cartearse con el mismísimo rey de las Españas. Su reino fue el Reino de los Patones, que en la actualidad es un retiro discreto para numerosos viajeros de la capital.
