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jueves, 18 de agosto de 2011

Drácula de Bram Stoker


El mito literario más popular de los últimos siglos corresponde sin duda a la figura del vampiro rey, el no muerto por excelencia, el señor de las tinieblas, el conde Drácula. La novela, publicada en 1897, heló la sangre de sus contemporáneos y acercó a los hogares el horror a lo desconocido, convirtiendo las influencias sobrenaturales en presencias palpables, físicas.



Bram Stoker (1847-1912), cristiano irlandés interesado en el ocultismo, creó con esta novela la ficción sobrenatural más acabada de cuantas han existido. Hoy por hoy la historia del vampiro más conocido de todos los tiempos conserva una vigencia sorprendente, siendo constantemente adaptada al cine, la televisión, los tebeos, etc.


A través de diarios, cuadernos, cartas personales, misivas de carácter mercantil, notas de prensa y otros escritos similares intercalados, Stoker presenta una historia descabellada que pone a prueba la credulidad de los lectores y los enfrenta a creencias populares arraigadas y a los misterios de la noche, o por decirlo con otras palabras, a las criaturas y realidades espirituales que colaboran con las fuerzas del mal. 


Drácula comienza con el singular viaje de un joven agente inmobiliario, Jonathan Harker, que se desplaza hasta Transilvania para entrevistarse con un misterioso conde rumano interesado en una propiedad londinense. Su encargo consiste en explicar en persona al conde los detalles de la compra inmobiliaria. Pero Jonathan descubre enseguida que no es un huésped cualquiera, sino un prisionero del conde. Más adelante, la presencia maligna del anfitrión, cobrando forma de maldición, acecha a Jonathan y a su esposa más allá de los montes Cárpatos, llegando hasta Inglaterra para atormentarlos. La propia Mina confiesa en su diario que ha notado que “una especie de sombra parece haber oscurecido nuestra felicidad”.


Los capítulos se suceden con el innegable talento literario de Stoker. Sin duda la técnica narrativa contribuye a transmitir una sensación de realismo e intriga aunque a veces pueda resultar monótona.


Otros personajes importantes que desfilan por la extensa novela son Mina Murray (luego Mina Harker), Lucy Westerna, el doctor Seward, lord Godalming, Quincey Morris y Abraham Van Helsing, que unen fuerzas para hacer frente a la amenaza que representa el demoníaco conde Drácula, que tiene bajo su influencia a las mujeres y al desdichado demente Renfield.


Al fin y al cabo lo que pone de manifiesto Bram Stoker en su más famosa novela es que hay fuerzas o realidades sobrenaturales que no tienen explicación racional, y que éstas no pueden ser vencidas ni explicadas por la psiquiatría o por cualquiera de las ciencias empíricas o naturales. Por eso el doctor Van Helsing y el resto del grupo usan estacas, revólveres, machetes y otras armas mortales para oponerse a los aliados del Conde (los lobos, los murciélagos y las arañas, los zíngaros, etc.), valiéndose al mismo tiempo de sacramentales como el agua bendita y los crucifijos, así como de fragmentos de hostias consagradas, es decir, del mismísimo Cuerpo de Cristo. Sin despreciar otros remedios procedentes de la sabiduría tradicional como los ajos.


Por tanto, no hay duda de que para los personajes “hay cosas que hacer y lugares que santificar”. El Conde, el mal o el Maligno en persona, es para ellos una realidad innegable que representa una amenaza que no puede ser detenida únicamente con los remedios científicos. Por eso hacen falta sabios como el doctor Van Helsing para combatirlo, pero sabios de verdad, es decir, aquellos que conocen las ciencias naturales y las ciencias (saberes) del espíritu. Y no sólo sabios, también personas virtuosas, valerosas y resueltas, dotadas en consecuencia de cualidades morales sobresalientes y de una gran entereza.


Finalmente, Drácula ha sido objeto de múltiples interpretaciones. Por ejemplo, para entender la novela en profundidad se ha recurrido al psicoanálisis freudiano. Se ha dicho que Stoker revela aquí los temores y las contradicciones, los deseos y las tentaciones de la era victoriana. Se ha dicho también que el conde Drácula representa el miedo a lo extranjero, a lo desconocido, al fenómeno de la inmigración que ya experimentaba Inglaterra en carne propia, recibiendo extranjeros de las colonias, al ser el Imperio Británico el dominador del globo terráqueo. Pero no hay base suficiente para sostener esa tesis. 

Lo que sí es evidente en la novela de Stoker en cualquier caso es que diversos personajes sufren los distintos grados de influencia demoníaca: tentación, infestación, obsesión y posesión diabólica; que unos y otros invocan constantemente al Señor para hacer frente al monstruo; y que como sentencia el protagonista de esta grandiosa obra, todos y cada uno de nosotros “estamos en manos de Dios”. Eso es lo que creen ellos, y con esa creencia y las armas adecuadas destruyen al enemigo, al vampiro rey, que al beber la sangre de los vivos es como si les arrebatara sus almas, llevándolas consigo al lugar del castigo eterno, donde van a parar los condenados que han sido marcados por el maligno.


FICHA

Título: Drácula

Autor: Bram Stoker

Editorial: Valdemar Editorial

Otros: Madrid, 2005, 681 páginas 

Precio: 29,90 €

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