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martes, 1 de mayo de 2012

La carretera de Cormac McCarthy

Autor de culto y escritor que me ha marcado profundamente con sus obras  y fascinado por su estilo. Ésta, La carretera, es un prodigio literario de raices existenciales. Cormac McCarthy desgarra con esta historia sin esperanza, nos angustia en algunos momentos terribles de agobio ambiental insufrible, pero también nos emociona con la relación entrañable de un padre y su hijo. Caminando por la carretera hacia el sur, huyendo de un frío tan duro que les será imposible sobrevivir a un invierno más. Deben continuar, empujando un carrito con sus escasas pertenencias, pero el padre es consciente de que no hay futuro para su hijo, y de que no sólo carga con él sino con la seguridad de que han sido arrojados de un lugar idílico y del que sólo queda lamentarse por el paraíso perdido.


      Cormac McCarthy (1933—) recibió el prestigioso premio Pulitzer 2007 por este relato de ficción. Autor de oro de la narrativa norteamericana, cuenta entre otras novelas con algunas de las siguientes: No es país para viejos, Meridiano de sangre y la trilogía de la frontera (Todos los hermosos caballos, En la frontera y Ciudades de la llanura); su capacidad literaria también ha dado un guión y varias obras teatrales. El Sunset Limited, magnífica, será comentada también en La Cueva.

      La carretera es una historia de supervivencia en la que no queda nada por lo que luchar. La civilización ya no existe, sólo un mundo yermo, quemado y cubierto de cenizas donde apenas van quedando alimentos. Las comodidades de antaño se han esfumado, y entre ellas la electricidad y con ella la luz natural. Noches negrísimas y silenciosas. El invierno les acosa. Pero no están solos padre e hijo. Existen grupos de supervivientes. «Los malos», advierte el padre a su pequeño. Devoran personas y esclavizan a las mujeres que van encontrando para crear una nueva comunidad, sometida a la ley del más fuerte. Volvemos a un mundo primitivo, después de todo. El hombre parece haberse convertido en un salvaje, quizá en el único, porque de las bestias, ni rastro. Algún perro ensartado, algún ladrido lejano. Y de la escasez de bestias creo que se puede extraer un mensaje del autor: el hombre es el principal peligro para el hombre. Por eso no nos despista con fieras, sino con las consecuencias de toparse con otros hombres desesperados. Sin embargo, la luz todavía reside en los dos protagonistas. Porque todavía distinguen el bien del mal. Y no obstante, al padre se le escapan en más de una ocasión pensamientos y palabras tan duras como estas: «Pocas noches tumbado en la oscuridad no envidiaba a los muertos» (p. 170)

      Pero, ojo, si el niño está en el lado correcto es porque su padre —que sí ha decidido hacer el bien— transmite a su hijo esa distinción moral fundamental. Puede ser inocente, y de hecho lo es, pero no por casualidad, y ni mucho menos por naturaleza.

      Dicho esto, podemos hacernos una idea cabal de las angustias que sufre el padre para mantener vivo a su hijo, y de los desvelos que lo mueven a transmitirle un legado para cuando él falte. Cormac McCarthy consigue con esta historia un dramatismo tremendo, unos momentos de tensión muy poderosos. Envueltos además por una atmósfera opresiva y decadente. Como no puede ser de otra manera. Y como refleja muy bien la película que adaptó la obra de McCarthy. The Road (2009) es una fiel y magnífica película de la novela La carretera. Compuesta por una alucinante fotografía de Javier Aguirresarobe y dirigida por John Hillcoat. Con un trabajo, además, admirable de Viggo Mortensen en el papel del padre. Actor soberbio el argentino.

      McCarthy plantea cuestiones trascendentales. En el texto y en los diálogos entre padre e hijo. Evoca, insinúa. Es maestro de los silencios. La carretera está llena de ellos. Trazados por una prosa fría, certera, despojada. Heredera, como la de tantos otros grandes escritores norteamericanos como Salinger, Pynchon, Salter, de la pluma de Hemingway. Pero si los silencios hablan en La carretera es para dejarnos mudos:
«Llevó al chico cogido de la mano mientras cruzaban el bosque dando tumbos. La otra mano la llevaba tendida al frente. No habría visto menos con los ojos cerrados. El chico iba envuelto en la manta y él le dijo que si se le caía ya no la iban a encontrar. Quería que lo llevara en brazos pero el hombre le dijo que no podían detenerse. Toda la noche a trompicones por el bosque y  poco antes del alba el chico se cayó y ya no pudo levantarse. Lo arropó con su propia parka y lo envolvió en la manta y se sentó abrazado a él, meciéndose adelante y atrás. En el revólver un solo cartucho. No te enfrentarás a la verdad. Eres incapaz.» (p. 55)
      Pero a pesar de las terribles ventanas que abre Cormac McCarthy a los abismos del horror, sus personajes son guiados paternalmente. Viven y mueren con piedad. Rasgo de autor grande, de literatura excelente. Porque hablamos también de obras con profundo carácter moral, que el maestro aprovecha para lanzarnos a la cara a la vez que nos relata sus dramas.

      Deslumbrado y sin sombrero es como quedé depués de leer por primera vez está emocionantísima, desasosegante y brillante novela. Esta segunda lectura ha resultado todavía mejor. Ha sido una lectura más profunda, más reflexiva, mejor paladeada. La carretera tiene riqueza de sobra, es literatura con mayúsculas, y su autor, Cormac McCarthy, uno de los mejores escritores de lo que llevamos de siglo XXI.


OBRAS DE CORMAC MCCARTHY COMENTADAS EN LA CUEVA


FICHA
Título: La carretera
Autor: Cormac McCarthy
Editorial: Mondadori
Otros: Barcelona, 2007, 224 páginas
Precio: 18,90 €

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