Sicario: La venganza es un libro que me gustó tremendamente cuando lo leí por primera vez hace bastantes años. Me había sido recomendado, y como acabo de confesar, el caballero que me orientó, acertó con el libro. Buscaba un thriller, pero no imaginaba que pudiera ser tan apasionante y exótico. Trataré de justificar esto más adelante. Anuncio antes que es una absorbente obra masculina con pasajes de súbita violencia.
Barry Eisler, el responsable de esta pequeña joya del género de la narrativa de acción, me ganó su confianza con este thriller deslumbrante desarrollado en Japón. El brillante argumento es uno de sus principales atractivos.
John Rain, un sicario que trabaja para diferentes servicios de inteligencia, se esconde, paciente, en Osaka hasta que amainen las consecuencias de sus últimos trabajos. Pronto es reclamado para matar a un mafioso contrario a poderosos intereses gubernamentales. Pero Rain sabe que en ese mundo no puede tener demasiados amigos y que constantemente debe hacer frente a amenazas para eliminarlo. Sea como fuere, el encargo envuelve a Rain entre las amplísimas redes de la corrupción económica y política de Japón. Rain no sólo tendrá que lidiar con peligrosas fuerzas sino que además deberá mantener protegido su amenazado entorno (un amigo, una amante). Para ello cuenta con una preparación especial, su formación en contraespionaje, su inteligencia callejera y una extraordinaria capacidad en la lucha cuerpo a cuerpo. Las artes marciales y el epionajes se mezclan aquí como excitante afrodisíaco literario.
- John Rain es uno de los principales elementos que me han seducido del libro. El protagonista del relato es un personaje solitario muy interesante e incapaz de huir de su pasado como asesino a sueldo. Para aceptar los encargos sostiene una serie de exigencias: nada de mujeres, nada de niños, tiene que ser un hombre, pero que sea importante y que su desaparición no sirva como mensaje a nadie. Aparte de estas condiciones profesionales, John Rain sólo mata por traición. Pero la existencia del protagonista, antes y después de aceptar sus contratos está condenada a seguir una serie de técnias de contravigilancia y planes de detección de vigilancia (PDV); sólo así puede mantener comunicación con Midori, Harry, Naomi o Tatsu (jefe del Keisatsucho, el FBI japonés).
De lo mejor de Sicario: La venganza son sin duda las peleas que John mantiene con peligrosos tipos de la noche japonesa. El más siniestro de todos, y en mi opinión el personaje con más fuerza del relato, es un jakuza llamado Murakami. Metro cincuenta pero fuerte como un toro y seguido siempre de dos guardaespaldas. Es una especie de psicópata que disfruta con las peleas a muerte; incluso él mismo interviene en ellas, peleando no sólo contra otras personas sino también contra perros entrenados. Insisto, para que no me olvide de él, Murakami es un antagonista brillante.
- Otro de los pilares que mejor sostienen este brillante relato es su ambientación. Las notas exóticas la ponen las calles niponas. Tokio está descrito de una manera que seduce al lector, mientras recorre sus barrios, sus bares, sus prostíbulos apadrinados por jakuzas o sus clubes de jazz. Estos bares de alterne, como dice el propio Rain, no son como los puticlubs occidentales: «A la mayoría de occidentales les resulta difícil comprender el concepto japonés del "club de alterne", donde a las mujeres se les paga sólo por conversar. Occidente acepta la idea de que el sexo puede ser moneda de cambio, pero se resiste a admitir que otras formas de relación humana también puedan ser objeto de compra» (p. 59). El escenario es por tanto ideal para desarrollar una historia violenta, nostálgica y podrida por la corrupción.
- Luego está el elemento conspirativo, que aporta solidez y gravedad a la trama. La tercera parte pierde interés cuando se desvía hacia estas cuestiones y Eisler se desprende del siniestro Murakami, pero no es menos cierto que, como he dicho antes, que la historia crece con el tema de la corrupción salpicando a las instancias más altas del país. Barry Eisler, el autor de esta atractiva historia, no se encoge para describir la anquilosada situación japonesa. Y denuncia la corrupción faraónica del país y los manoseos a los que está sometido por parte del gobierno de los Estados Unidos desde que se impuso la democracia en esta milenaria tierra.
La dramática situación es confesada a Rain por uno de los personajes de Sicario: «para competir en la política japonesa, es necesario tener acceso a grandes cantidades de dinero. No se puede permanecer en el cargo sin él; por tanto, con el tiempo todo el mundos se corrompe si acepta el efectivo, o queda fuera de juego si se niega» (p. 291). Y más tarde leemos: «América se ha hecho adicta a una afluencia continua de capital extranjero para sostener su exceso de gasto público, y obtiene el equilibrio de sus gastos fijos con el dinero japonés. Son elementos que el Departamento de Estado no quiere que cambien» (p. 380). Y es que con tantos intereses de por medio, las cosas son más difíciles de lo que parecen: «Ahora la economía empieza a entrar en crisis. Si esto continúa, Japón será la primera ficha en caer. El sudeste asiático, Europa y Estados Unidos serán los siguientes. El país tiene que reformarse, pero los intereses creados son tan poderosos que la reforma es imposible» (p. 101).
Así pues, políticos corruptos como Yamaoto Toshi, jefes de la delegación de la CIA en Tokio comprometidos, un gobierno extranjero moviendo los hilos para que todo permanezca igual, y un gobierno nacional títere y corrompido hasta el tuétano, son algunos ingredientes de esta apasionante historia. La mafia de los jakuzas y los políticos corruptos se mezclan como hermanos en las calles de un Tokio excesivo, ruidoso e indiferente, o tal vez sólo resignado.
En este tablero, John Rain es sólo un peón más, unas veces haciendo la guerra por otros, otras veces, haciendo su propia guerra. Pero peones como él, aunque puedan ser muy valiosos, acaban siendo molestos y por tanto prescindibles. El éxito del personaje será su habilidad para desconfiar de todos y a la vez mantener de su lado a estimables colegas.
Finalmente, las virtues de Sicario: La venganza son muchas. He leído sus páginas una vez más como si devorara kilómetros con un Ferrari Módena en una carretera sin obstáculos. Sin embargo, las miserias que recorren sus páginas dejan un regusto amargo. Literariamente este libro me encanta, pero su contenido me preocupa. Asumo, para acabar, la reflexión de un personaje acerca del Juki Net, un sistema de cámaras de seguridad que está extendido por las principales ciudades del país y que tiene controladas sus principales vías y a todos los que circulan por ellas. Como herramientas en la lucha contra el crimen podrán ser útiles. Como ciudadano, me parecen espeluznantes.
FICHA
Título:
Sicario: La venganza
Autor: Barry Eisler
Editorial: Roca Editorial
Otros: 2005,
390 páginas
Precio:
20 €
Espacio, Japón y su literatura |
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