«En
el año 98 d. C. un hispano nacido en Hispalis, cerca de la actual Sevilla, fue
nombrado emperador de Roma por el Senado.
El
hecho fue tan extraordinario como sería siglos más tarde la elección de un Papa
polaco; pero tanto en la misma Roma como en la más remota de las provincias la
inmensa mayoría creía firmemente que aquel era el hombre más adecuado para
gobernar el Imperio más poderoso del mundo... que aquel hispano era el mejor de
todos los romanos.
Y tras sus veinte años de principado precisamente así es como fue
recordado por la Historia: como el Optimus Princeps... el mejor
emperador.
Marco
Ulpio Trajano, el
primer emperador nacido fuera de Roma, el primero de ascendencia no romana,
llevó al Imperio Romano al absoluto y brillante cenit de su grandeza, a la
cumbre de su poderío militar, político, económico y social. Su figura fue, vivo
y después de muerto, un modelo a seguir por todos los emperadores y generales
que durante siglos tratarían inútilmente de emular sus hazañas y su excepcional
estilo de gobierno. Y por ello, siglos más tarde aún sería recordado como el
modelo del príncipe perfecto... como el mejor.»
Así comienza su libro Trajano: Las campañas de un emperador hispano José Ignacio Lago. El autor, un apasionado como yo por la
Historia Clásica de Roma, ha escrito varios libros de divulgación histórica
centrados en la Historia Antigua. Su estilo es apasionado, quizá idealista,
lejos del academicismo tedioso que se encarga de comunicar las hazañas,
miserias y legado de aquel fascinante período. Pero en realidad, aunque las
obras de Lago sean panegíricos similares a los de un
maestro como Juan
Antonio Cebrián,
así es cómo hay que transmitir la Historia, con fascinación e ilusión.
Emocionando. Así deben ser educados los jóvenes. Los más cultos y brillantes ya
irán ellos solos a leer a Mommsen, Suetonio, Tácito o Tito Livio.
No quiero pensar cuántos andaluces conocen a Trajano, que fue uno de los suyos, de los nuestros. No quiero
imaginar cuántos españoles lo desconocen por completo. No quiero pensar en
cuántos profesores no sabrían decir ni dos palabras acerca de él...
Marco Ulpio Trajano nació en tierras hispanas en el año 53 d.
C. En el año 98 sería proclamado emperador de Roma. Para alcanzar los máximos
honores hubo de convertirse en un general excepcional al que el ejército
respetaba como a ningún otro romano; la exitosa carrera de su padre en la
ciudad eterna llegando a cónsul también le despejó mucho el camino. José
Ignacio Lago hace un repaso a la turbulenta época de Trajano empezando
por la crisis abierta tras la muerte de Nerón. La dinastía Julio-Claudia
había terminado y el caos se adueñaba de Roma. Además, en el exterior, los
enemigos de la Loba aprovechaban la oportunidad para agitarse. En el año 67 se
produce la rebelión judía. Habrá de llegar un emperador excepcional como Vespasiano (69),
y su hijo Tito, para aplastar la rebelión. Desgraciadamente, otro hijo
de Vespasiano, Domiciano, se comportará como un tirano al convertirse
en emperador y será asesinado por el ejército tras quince años de terror y
caprichos. Nerva le sucedería. Anciano pero muy inteligente, será
proclamado nuevo emperador en el año 96 d. C. Sin embargo, nada más llegar
pensó en algo que definiría su grandeza moral: preparar su sucesión. Lo hizo
adoptando legalmente al mejor hombre de Roma: Trajano.
Además de las reformas administrativas y económicas que ordenó Trajano, y de que el Imperio vivió con él su mejor momento, o que se rodeara de genios como Apolodoro de Damasco y otros artistas, la gloria de Trajano se debe muy especialmente a sus gestas militares. Teniendo siempre como modelo y referencia al gran Julio César, Trajano aumentó el territorio del Imperio hasta su mayor extensión y paseó las águilas de Roma donde siglos atrás el divino Alejandro había sometido al Imperio Persa.
Las principales campañas militares de Trajano fueron dos:
- Primero la
Dacia
Trajano conquistó la actual Rumanía. Entre los años 105—106,
en una segunda campaña. El belicoso pueblo bárbaro liderado por Decébalo cayó
ante el genio militar de Trajano y sus legiones. Dacia pasaría a
formar una nueva provincia romana, y lo más importante, Roma tendría acceso al
Mar Negro.
- Luego
Partia
Después Trajano siguió hacia Oriente, donde lo esperaban
unos encarnizados enemigos que ya habían dado grandes disgustos a Roma, los
partos. Craso cayó años atrás con estrépito ante ellos y perdió la
vida. Estos guerreros orientales, que se habían hecho con los restos del
antiguo Imperio Babilónico desintegrado en manos de los sucesores de Alejandro
Magno, eran formidables jinetes. Pero esta vez no pudieron hacer frente a la
infantería romana y a sus formidable artillería. Contra las máquinas de Trajano (los
escorpiones) los jinetes partos serían exterminados. Armenia fue convertida en
provincia romana. Y Arabia y el Golfo Pérsico estaban en sus manos. Pero,
desgraciadamente, una rebelión en Egipto obligó a volver a Trajano y
en el camino murió (117 d. C.). Su sucesor, Adriano, se retiró de
Mesopotamia y traicionó el legado de su gran antecesor. Estaba más preocupado,
según Lago, por vivir de las rentas rodeado de placeres, que en asegurar
las fronteras del Imperio para mantener lejos de su pueblo a sus
enemigos.
Terminó, pues, el denominado Principado, y quizá con la pérdida
del mejor, en el mejor momento, Roma entró en declive. No sería inevitable esta
decadencia pues aún se mantendría siglos dominadora, pero es innegable que
con Trajano perdió una gran luz.
Después de esta síntesis, puede afirmarse que Trajano fue
uno de los buenos y grandes emperadores romanos. El mejor es mucho decir,
aunque posiblemente lo fuera. Impulsó, además de todo, grandes obras públicas
encaminadas al desarrollo del comercio y al desplazamiento de tropas, y mandó
erigir la famosa columna Trajana como homenaje a sus soldados en la guerra
contra Dacia; aún hoy se conserva en el foro que lleva su nombre.
No obstante, desde un punto de vista más amplio, por ejemplo desde una perspectiva cristiana, el legado de Trajano no es tan favorable al emperador. Su doctrina sobre el cristianismo sentó el principio de castigar con la muerte a los cristianos por el hecho de serlo, y abrió la veda al odio popular, que fue en la mayoría de los casos el que incentivó al poder a sancionar persecuciones contra estos.
FICHA
Título: Trajano: Las campañas de un emperador hispano
Autor: José Ignacio Lago
Editorial: Almena
Otros: 2008, 104 páginas
Precio: 14 €
Muy buena bibliografia
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