Por primera vez
en La cueva no hablaré del libro que presento, sino del tema del mismo. Mis
motivos tengo. Ovnis Alto Secreto de Marcelino Requejo me ha servido de
pretexto para acercarme a uno de esos misterios modernos que tanto fascinan a
millones de personas a lo largo y ancho del mundo contemporáneo. El tema,
además, adquiere una dimensión internacional, contando con publicidad oficial y
el respaldo de instituciones poderosas. Se dedica al fenómeno programas enteros
de emisoras o canales nacionales, noticias en prensa insertadas en medio de otros
asuntos, libros del ramo, películas, series de televisión, etc. La dichosa moda, sin embargo, no me causaba
demasiada inquietud. Mi capacidad de asombro, en cambio, dio un salto
cualitativo cuando conocí el Proyecto Blue Beam, estudiando otras cosas que nada tenían que ver con los OVNIS. Entonces despejé algunas dudas
que arrastraba al respecto. Yo me preguntaba por ejemplo, con cierta
desazón, cómo era posible que Canal Historia, con la infinidad de temas
apasionantes que podía tratar, estuviera dedicando un espacio considerable de
la parrilla diaria a dos series tituladas «Extraterrestres» y «Alienígenas».
También National Geopraphic Channel contaba con un programa gemelo. Y Discovery
y Odisea… ¿Por qué? ¿Simple maniobra comercial vista la popularidad del
fenómeno OVNI? ¿O por el contrario alguien está interesado en acercar al
público estos temas? Y si es así, ¿por qué? El autor de este libro, cuya
portada enseño, muestra sus cartas en el mismo subtítulo; él relaciona el tema
OVNI con «seres de otros mundos». ¿Tiene razones para hacerlo? Esto es precisamente lo que me planteo
en los siguientes párrafos.
Pero ni el asunto
está cerrado ni el interés por los OVNIS pierde fuerza. ¿Por qué, entonces, está tan de moda este mito moderno, si es tan incongruente? ¿Nos están preparando para un futuro contacto extraterrestre? ¿Real o fraudulento?
El fenómeno OVNI
nace en 1947 con el caso Roswell. Desde entonces, riadas de tinta han corrido
sobre el asunto. Clásicos son en España los trabajos de Juan José Benítez, Javier Sierra
o Iker Jimenez. En mi caso, mucho antes de descubrir a estos pioneros del mundo
OVNI, formé el juicio que ahora conservo sobre los mismos a través de la mítica
serie Expediente X, centrada en gran medida en esta materia.
Así pues, ¿existen los OVNIS? Según y depende. Urge explicarlo. 1) Si consideramos que un OVNI es
únicamente un objeto volador no identificado, es innegable que los OVNIS
existen. Los cielos están llenos de misterios y no es serio que pretendamos
conocer la profundidad de los mismos, cuando además no están pensados a escala
humana. Por eso no me cuesta aceptar los testimonios documentados al respecto.
Algunos serán fraudulentos, otros seguro que son totalmente sinceros. Por tanto, estoy de acuerdo con el señor Requejo, en el valor intrínseco de los
testimonios registrados. Ahora bien, 2) si se entiende por OVNIS platillos
volantes extraterrestres tripulados por humanoides inteligentes que visitan la
Tierra desde tiempos remotos y se mezclan de formas diversas en nuestras vidas,
no hay razones para creerlo. La solución es bien simple. Como al hablar de
OVNIS en ambos casos es hacerlo de una realidad material, para que se pueda
creer seriamente en ellos, en este caso sólo como humanoides inteligentes y
extraterrestres, son forzadas las evidencias físicas que les den credibilidad y
sustento.
El objeto volador
no identificado se define a sí mismo como una manifestación no reconocida, pero
el ser humanoide extraterrestre es una definición formal de una supuesta
realidad, y por tanto precisa con urgencia una confirmación física, material,
que certifique la descripción hecha de él.
Hasta la fecha,
salvo que los principales gobiernos mundiales —por las razones que fueren y
disponiendo de documentación concluyente sobre éstos— oculten sistemáticamente
su existencia, hipótesis que alegan los partidarios de la conspiración OVNI, o
porque lo bichos se hayan escondido desde antiguo muy bien, la vida inteligente
extraterrestre es una quimera. Se les atribuye una realidad material, material
ha de ser, pues, la prueba que los ratifique. Pero no se conocen evidencias de
esta clase. Por tanto, no hay razones para creer en los OVNIS concebidos de
semejante manera. Además, es difícil asumir que ninguno de los grandes líderes
de las principales naciones de la Tierra se haya ido aún de la lengua,
aportando alguna prueba definitiva.
Sin embargo, es
posible que yo, que no soy ni mucho menos un experto en el tema, y estoy enfocando
el problema sólo con el auxilio de la razón, desconozca datos y hechos
relevantes. Aun así —dejando al margen intuiciones que me fuerzan a negarlos—
me sigue pareciendo racionalmente improbable su existencia. Algunas objeciones
que encuentro a la existencia de «seres
de otros mundos» son las siguientes, y con esto acabo:
- El aspecto humanoide de los OVNIS es la primera dificultad con la que topa quien considera seriamente la realidad de estos seres inteligentes extraterrestres: ¿Cómo describen los testigos a los citados seres? Bípedos, con dos ojos, nariz, boca, manos y pies… es decir, con aspecto humanoide. Sin embargo, ¿no es altamente improbable, por no decir imposible, que la «evolución» haya producido dos organismos análogos a partir de orígenes tan distintos?
- La distancia por ejemplo es otro obstáculo difícilmente salvable para aquellos defensores de los aliens (extraterrestres de aspecto humanoide y dotados de inteligencia). Puesto que ellos, al igual que nosotros, también están formados de materia, las distancias que separan sus estrellas de la Tierra son tan enormes que impiden el pretendido contacto, pues la propia velocidad de la luz es un límite infranqueable para la materia.
- Excesiva serenidad. Según dicen los seguidores del fenómeno extraterrestre, éstos llevan visitando la Tierra desde tiempos antediluvianos. Las pirámides egipcias por ejemplo habrían sido construidas a partir de conocimientos extraterrestres, etc. No obstante, si esto es así, no parece razonable que durante miles de años los OVNIS hayan mantenido la misma pauta de observación.
- Por último, su carácter incoherente. Si, por un lado, los visitantes desean permanecer ocultos como han hecho hasta ahora, ¿por qué usan naves luminosas y repletas de luces que aumentan su visibilidad?
Me parece
suficientes objeciones. Entonces, según lo anterior, la existencia de
humanoides extraterrestres no es imposible, pero sí altamente improbable.
Testigos de apariciones más o menos afines existen, es cierto; pero también
están documentados en textos de la Antigüedad encuentros con seres mitológicos.
Yo, en cambio, tiendo a pensar que estos fenómenos obedecen a intereses
siniestros y forman parte de una realidad demoníaca. Los Objetos Voladores No
Identificados, como dije, son otra cosa. En algunos casos coincidirán con
avistamientos de humanoides, pero no en todos. Pues esto último tiene que ver
más con programas secretos militares y con fenómenos naturales, que con otra
cosa.
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