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domingo, 26 de enero de 2014

Fausto de Goethe

Fausto es la gran obra del romántico alemán Johann Wolfgang von Goethe (Frankfurt, 1749-Weimar, 1832). Hoy es considerado justamente un clásico literario, a dos siglos vista de la aparición de su primera edición, pero estando en cambio muy por encima de la intelegibilidad que el lector actual tolera en sus lecturas. Realmente Fausto no es una obra pensada para entretener a las masas; en el ánimo del autor estaba el pensamiento de realizar una gran obra, una gran tragedia que planteara a través de la ficción el interrogante del sentido último de nuestros actos. Para penetrar en semejantes inquietudes humanas, Goethe fabricó el pacto con el diablo más célebre de las letras universales. 

El título dado a la obra presente indica ya la figura a seguir para sacar provecho de este difícil clásico. ¿Quién es por tanto Fausto? Fausto es un versado profesor entrado en una edad avanzada y que ha dedicado su vida al estudio de los misterios humanos y divinos en busca de verdades firmes e inconmovibles, a la caza del sentido último de este mundo, enfrascado en pensamientos alejados de los del pueblo llano, cuyas ambiciones principales son comer y solazarse. Sin llegar a colmar nunca esos anhelos, y tras haber estudiado todas las materias del saber, lo encontramos al inicio de la obra jugueteando con formas de conocimiento heterodoxo como la magia. Su sed inagotable de conocimientos lo ha arrastrado a siniestras realidades a las que ha accedido al abrir puertas ignotas y de carácter ocultista. Fausto está desanimado, y prueba con todo. Cree que puede burlar las fuerzas que ha estado convocando en fechas recientes. Y la hora de comprobarlo le sobreviene al comienzo de esta profundísima historia.

En una de sus escasas salidas para tomar el aire, 
Fausto se percata de que un perro negro lo ha estado siguiendo por la calle hasta su gabinete de estudio. Resultará ser Mefistófeles, el diablo. Al poco entablan una conversación, pero Fausto, al principio reacio a la aparición, asegura que no cree que nada en el mundo pueda ya satisfacer sus expectativas. «Soy demasiado viejo para limitarme a jugar y demasiado joven para morir sin deseos. ¿Qué podrá ofrecerme el mundo (...) Por la mañana me despierto sobresaltado, y con razón podría llorar amargamente al ver que el nuevo día sigue con rapidez su camino sin dejar satisfecho ninguno de mis deseos. (...) Me he convencido de que vivir es una pesada carga, por eso deseo la muerte y aborrezco la vida» (p. 48). Pero subestima al diablo, porque éste sí puede ofrecerle lo que Fausto tanto desea. Nuevas miradas a la realidad. Otros prismas a partir de los cuales ver más rostros de la existencia; aquellos que no haya contemplado ya en sus múltiples estudios e investigaciones.

La tentación con la que 
Fausto caerá en las redes del Maligno será el amor inducido en su pecho por éste hacia Margarita, una doncella de probada virtud, que acaba en tragedia. El amor adulterado, el amor voluptuoso, lo volverá loco porque finalmente Fausto descubre que tampoco en él está el fin último del destino humano. Por eso casi al final de la tragedia, a punto de alcanzar la luz que lo redimirá de su existencia vacía, Fausto reconocerá lo siguiente: «No he hecho otra cosa que tener deseos y realizarlos, para luego volver a desear, y así, poderoso, pasé mi tumultuosa vida; pero ahora procuro que esta discurra con sabiduría y prudencia. Ya el orbe me resulta suficientemente conocido (...) Este mundo para el hombre inteligente no es mudo (...) La noche parece hacerse cada vez más oscura, pero en mi interior brilla una luz clara. Me apresuro a realizar aquello que imaginé. La palabra del señor es la única que tiene autoridad» (pp. 308-309).

Al final, cuando 
Fausto casi ha perdido para la eternidad su alma, el protagonista se arrepiente sinceramente de su injustificada búsqueda de experiencias y muere reconciliado con el Padre. Por supuesto, y como es lógico, el diablo no tiene la última palabra. Al contrario, Dios, burlándose a su modo de Mefistófeles, se ha valido de él para acercar a Fausto a su morada celestial.

Este clásico de Goethe no está sin embargo entre mis clásicos predilectos. Su primera parte me gusta mucho, es un hermoso y exigente canto de amor, pero su segunda mitad, dividida en 5 actos, es un enigma demasiado hermético. Fausto ha perdido a Margarita al final de la primera mitad y eso le ha hecho, paradójicamente, mejor hombre. Entonces es él quien va por delante del Maligno, liberado ya de su inagotable sed de conocimientos, y con un nuevo corazón, nacido por la gracia de haber sido amado sinceramente por Margarita

Y sin embargo, más allá de mis gustos personales, Fausto es un clásico de los libros, sobre todo en naciones como Austria y Alemania. ¿Será sólo la particular sensibilidad germana la que aprecie la obra magna de Goethe? Tal vez. Aunque a mí Fausto se me antoja un relato universal, la historia de un sabio incansable en busca del sentido último de la existencia, capaz de vender su alma al diablo para palpar totalmente los límites y misterios humanos, y al que sólo le puede abrir verdaderamente los ojos el amor puro y fiel encarnado en la figura de una mujer.



 http://lacuevadeloslibros.blogspot.com.es/p/indice-de-libros-comentados.html


FICHA
Título: Fausto
Autor: Goethe
Editorial: Espasa-Calpe
Otros: Madrid, 2009, 328 páginas

2 comentarios:

  1. ¿Qué edición me recomendarías? ¿La de Espasa o la de Cátedra? Saludos.

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    Respuestas
    1. Hola Anselmo!

      Compra la edición de Cátedra sin dudarlo. Siempre que se trate de un clásico, y más si es difícil como es el caso, conviene disponer de un aparato crítico, que generalmente también suele consistir en una introducción hecha por un especialista y en un buen puñado de notas que facilitan o aclaran ciertas nociones a lo largo de la lectura.

      La edición que yo he comentado -que es la que poseo, y que como puedes ver corresponde a la editorial Espasa-Calpe- no dispone de estos valiosos apoyos de los que te hablo. Pero se trata de un libro grande y no de tamaño bolsillo como es el de Cátedra.

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