1. LA FILOSOFÍA EN EL RENACIMIENTO (XV-XVI)
La
época renacentista es, en el orden del pensamiento, una época de crisis y de
reacción en la que se debaten una serie de impulsos negativos.
Por un lado el Renacimiento es un movimiento negativo en la medida en que se opone a la filosofía y ciencia escolásticas por su aridez o despreocupación formal. Los nuevos autores experimentan la necesidad de una profunda renovación y empiezan a cuidar seriamente las formas literarias y estéticas. En un primer momento, esta apertura a la belleza estética y literaria se inspira en los poetas latinos (Virgilio) y después en los medievales (Petrarca, Dante). En seguida, la caída de Constantinopla en 1453 y el éxodo a Occidente de sabios bizantinos que llevan consigo las obras originales del mundo antiguo, impresionará a los espíritus del final de la Edad Media, despertando en ellos una sincera admiración por la cultura griega, con la consiguiente puesta en marcha de gran cantidad de estudios filológicos. Pronto esta atracción por la antigüedad pagana deviene en la intención de restaurar un nuevo humanismo.
Por un lado el Renacimiento es un movimiento negativo en la medida en que se opone a la filosofía y ciencia escolásticas por su aridez o despreocupación formal. Los nuevos autores experimentan la necesidad de una profunda renovación y empiezan a cuidar seriamente las formas literarias y estéticas. En un primer momento, esta apertura a la belleza estética y literaria se inspira en los poetas latinos (Virgilio) y después en los medievales (Petrarca, Dante). En seguida, la caída de Constantinopla en 1453 y el éxodo a Occidente de sabios bizantinos que llevan consigo las obras originales del mundo antiguo, impresionará a los espíritus del final de la Edad Media, despertando en ellos una sincera admiración por la cultura griega, con la consiguiente puesta en marcha de gran cantidad de estudios filológicos. Pronto esta atracción por la antigüedad pagana deviene en la intención de restaurar un nuevo humanismo.
La segunda negación, por otro lado, será aún más grave, y tendrá que ver con este nuevo humanismo renacentista. Este nuevo humanismo renegaba del carácter teocéntrico medieval y pretendía hacer del hombre la medida de todas las cosas.
En el terreno religioso el protestantismo negará el principio de autoridad. Y Maquiavelo, en política, desligará la ética de la ley divina. Estos procesos o impulsos negativos serán el germen de una progresiva secularización que, andando el tiempo, dará frutos de anticristianismo y ateísmo.
En
definitiva, la filosofía moderna supone un progresivo cambio de mentalidad, y también
una particular mirada del hombre y del mundo.
A este orden
de cosas contribuirán una serie de avances técnicos (invención de la imprenta,
que facilitará la circulación de nuevas ideas y la difusión de los errores por el mundo), científicos (teoría
heliocéntrica de Copérnico) y el desarrollo de la vida urbana, que irá asociada
al desarrollo del individualismo (el hombre cambia de actitud con respecto a la
religión y es entendido como un ser autónomo).
Respecto a las
disputas filosóficas, se abandona la problemática medieval entre fe y razón. Se
aparcan los asuntos metafísicos y empiezan a ganar terreno las preguntas
gnoseológicas. Ahora preocupa el problema del conocimiento. Los filósofos modernos se preguntarán ¿qué
podemos conocer? ¿Es real lo que conocemos? ¿Cuál es la verdad? ¿Podemos llegar
a ella? De las respuestas dadas a estas preguntas surgirán diferentes teorías
del conocimiento. Las tres más importantes son las siguientes:
Racionalismo
(Descartes, Spinoza, Leibniz).
Empirismo
(Locke, Hume, Hobbes).
Idealismo
(Kant, Hegel).
2. LA RAZÓN MODERNA: RACIONALISMO, EMPIRISMO E IDEALISMO, Y CONSECUENCIAS PARA EL CRISTIANISMO
1) El Racionalismo
moderno (siglos XVII-XVIII) va más lejos que el de los griegos. Para éstos la
razón era el medio con el que penetrar la realidad que nos rodea, mientras que el
racionalismo moderno constituye una nueva concepción del universo, reduciendo la realidad a lo que la razón pudiera tener acceso. Sus
representantes más destacados son Descartes, Spinoza y Leibniz.
En primer
lugar, el racionalismo cartesiano proclamaba como principio del conocimiento la
duda metódica y el rechazo de todo aquello que no se impusiera con evidente
claridad al supremo tribunal de la razón. Es cierto, sin embargo, que
Descartes, como católico, excluía la verdad religiosa de la duda metódica, pero
el racionalismo posterior ya no distinguiría como Descartes, y extrayendo las
consecuencias lógicas de tal planteamiento, acabaría por negar valor al
conocimiento fundado en la fe y, por ende, a las verdades religiosas reveladas
y al orden sobrenatural.
Por su parte,
Spinoza realizará una crítica radical contra la Biblia, aprovechando la
demolición de ciertas interpretaciones tradicionales y poniendo en duda el
valor histórico de los libros revelados. Más aún, rechazaba incluso los
milagros y el orden sobrenatural, poniéndolos en un mismo plano con las
leyendas y la superstición.
2) El empirismo,
en segundo lugar, surge en Inglaterra, también entre los siglos XVII y XVIII.
Sus principales representantes son David Hume, John Locke y Thomas Hobbes.
De entrada el
empirismo es una corriente filosófica opuesta al racionalismo que considera que
la experiencia es el origen del conocimiento; éste sería, de hecho, su única
fuente válida. Por eso niegan las ideas innatas (la mente humana es una hoja en
blanco que irá siendo llenada con los datos de la experiencia).
El empirismo
afirma por tanto que el conocimiento del hombre es limitado, dado que la
experiencia humana está asimismo limitada. De ahí que sobre algunas cuestiones
el hombre sólo puede tener un conocimiento relativo o probable. Como vemos, el
empirismo entraña una gran dosis de escepticismo y relativismo. Esto, a su vez,
implica un nuevo concepto de razón, entendida ahora como facultad dependiente
de la experiencia y limitada por ella.
Finalmente,
los empiristas procederán a conocer la realidad mediante el método inductivo (obtiene
conclusiones generales a partir de datos particulares). Pasos: a) observación
de los hechos, b) análisis y clasificación de los hechos, c) generalización de
los hechos, y d) validación empírica. Por ejemplo: Pongo la mano sobre la llama
de una vela, observo y analizo lo que ocurre. Compruebo que me quemo, e induzco
que eso le debe de pasar a todo el mundo. Lo verifico, en última instancia,
viendo que a otro le pasa lo mismo.
Consecuencias
para el cristianismo. A partir de ahora:
- El racionalismo sin atenuantes, al rechazar la Revelación, conducirá al escepticismo religioso.
- Se exigirá un conocimiento empírico y racional de la existencia de Dios. Se considera que su existencia ya no es posible probarla.
- No se acepta la Biblia como fuente de conocimiento.
- Lo teológico no debe condicionar lo moral ni lo político. La religión pasa al ámbito privado.
3. LA ILUSTRACIÓN: DE LA REVOLUCIÓN GLORIOSA
INGLESA (1688) A LA REVOLUCIÓN FRANCESA (1789)
El deísmo
inglés y el racionalismo francés abrieron el camino a la «religión» de la
Ilustración. Cada una a su manera, fueron las dos corrientes filosóficas que más influyeron en las revoluciones inglesa y francesa.
El deísmo no
negaba a Dios —como el ateísmo— pero lo difuminaba y alejaba del hombre. El
dios de los deístas, en el fondo, era una construcción panteísta al margen de
toda Revelación. Se sustituyó así la Religión revelada por una religión natural
o puramente humana.
Por otro
lado, en Francia se desbordan las aguas de la irreligión con la muerte del rey
Luis XIV en 1715. De repente el pueblo francés pasó de pensar como Bossuet a
pensar como Voltaire. A ello contribuyó que los pretendidos filósofos se
hicieran con el dominio intelectual. Para popularizar sus ideas se valieron de
la Enciclopedia, obra radicalmente hostil al cristianismo (considerado
incompatible con las exigencias de la razón).
Los ilustrados
se caracterizaron sin duda por su odio a toda religión positiva y en particular
al Cristianismo. El ideario de la Ilustración fue, por tanto, anticristiano,
por su violenta oposición a toda verdad dogmática, que consideraba «a priori» como expresión de intolerancia y fanatismo. En fin, para los ilustrados la
ortodoxia constituía objeto de burla, y era prueba de apocamiento intelectual
propio de mentes retrasadas y enemigas del progreso. Hablando de
progreso hay que mencionar a Rousseau (1712-1778), que depositó toda su
confianza en la ciencia y el progreso e inspiró, con su racionalismo
naturalista, la ideología del enciclopedismo.
Respecto a la
Revolución Francesa, que abrió en 1789 la era revolucionaria, hay que decir que
conmovió los fundamentos políticos y religiosos de Europa. En sus momentos
álgidos, la Revolución trató de eliminar toda huella cristiana de la vida
social. Dos papas fueron prisioneros de los gobiernos revolucionarios.
3) Por último,
es preciso hacer una mención al idealismo, en tanto tercera corriente de la
razón moderna, una vez visto racionalismo y empirismo. Si hemos retrasado su exposición hasta ahora es porque su máximo representante es Emmanuel Kant, que murió en 1804, ya
entrado el siglo XIX.
Por idealismo se entiende el sistema filosófico que considera las ideas los elementos más importantes que constituyen la realidad, negando la existencia de los objetos del conocimiento, es decir, negando la existencia de cosas independientes de la conciencia.
Por idealismo se entiende el sistema filosófico que considera las ideas los elementos más importantes que constituyen la realidad, negando la existencia de los objetos del conocimiento, es decir, negando la existencia de cosas independientes de la conciencia.
Con Kant la ilustración
alemana cuajó en un cristianismo «razonable», esto es, sin dogmas ni milagros. El
pensador alemán planteó además un inquietante problema al contemplar la
religión desde la perspectiva de la razón pura y de la razón práctica. Para
Kant la razón práctica permitía al hombre alcanzar una certeza inconmovible
acerca de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma,
pero no así la razón pura. En el plano especulativo, Kant pretendió invalidar
los argumentos en favor de la existencia de Dios: «tuve que anular el saber,
para dejar un sitio a la fe».
Finalmente,
el espíritu filosófico fue sin embargo patrimonio de una reducida minoría
dirigente. El pueblo conservó durante los siglos XVIII y XIX su tradicional
religiosidad cristiana.
4. PRINCIPALES RASGOS DEL DEVENIR DE LA RAZÓN
DESDE LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS, PASANDO POR EL IDEALISMO, HASTA HOY:
POSITIVISMOS, EXISTENCIALISMOS ATEO Y
CRISTIANO, FENOMENOLOGÍA Y HERMENÉUTICA
SIGLO XIX. La
transición del XVIII al XX supone una reacción contra los
ideales de la Ilustración. Esa reacción se denominó Romanticismo:
Contra el racionalismo
ilustrado se afirma lo irracional, como vía de acceso a la realidad: el
sentimiento, la intuición, la imaginación, etc. De ahí rebrota una mayor
valoración de la religión.
Sin embargo, al
mismo tiempo no se pierde el moderno concepto de «razón», sino que ésta es llevada al otro extremo. La nueva
Razón se convierte en un poder infinito, en un Espíritu absoluto (Hegel) que
rebasa los límites de la racionalidad humana. Se habla de la infinitud de la conciencia.
Contra la desvalorización
del pasado por parte de los Ilustrados, se reafirma la exaltación de la tradición
y el valor de la Historia. Brota de nuevo una fiebre por todo lo relacionado
con la época medieval, pero también por Grecia y lo clásico.
Finalmente, contra
la concepción abstracta de la verdad, se afirma el subjetivismo como fuente de
actividad original.
SIGLO XX. Con este
panorama nos introducimos ya en pleno siglo XX, un siglo que dará pie asimismo a
distintas tendencias filosóficas: filosofía analítica, existencialismo,
fenomenología y hermenéutica.
1) La Filosofía
analítica, que es un movimiento filosófico surgido en el siglo XX, sobre todo
en el Reino Unido y los Estados Unidos, después de la II Guerra Mundial, trata
de aclarar el lenguaje y analizar los conceptos expresados en él. Se podría
considerar a Wittgenstein el principal cultivador de este movimiento.
2) El Existencialismo surge en Alemania hacia 1930 y de allí se extiende al resto de Europa,
especialmente a Francia. Consiste en una respuesta a la tremenda crisis creada
por las dos guerras mundiales (repárese así pues en el componente emocional de esta
postura).
Es posible
advertir sin embargo varios existencialismos. De un lado A) el existencialismo alemán (Heidegger,
Jaspers), que se sitúa en la primera posguerra, muestra un tono profundamente pesimista.
Se plantea la angustia de la existencia y la idea de la nada. También puede
hablarse, no obstante, de B) un existencialismo cristiano. El propio Jaspers,
Maritain, Gabriel Marcel o Kierkegaard asumirán posturas trascendentes: frente
al desamparo, la pequeñez del hombre, su finitud, conciben asimismo la
dimensión trascendente. Solo en Dios el hombre no se siente abandonado,
concluirán. De otro lado, C) el existencialismo francés, que aparece en la
segunda posguerra, insiste en lo absurdo de la existencia y del mundo. En
cualquier caso, supone una respuesta fundamentalmente individualista a la
crisis. Por encima de todos los existencialistas franceses destaca Sartre.
3) La Fenomenología.
El padre de la misma, Husserl, señaló la crisis de la concepción científica
hasta entonces vigente: el positivismo. Lo que Husserl se preguntaba era si
realmente las leyes científicas tienen validez universal. Apuntaba por tanto en
su crítica a los mismos cimientos de la ciencia. Augusto Comte, postulador del
positivismo, consideraba que la historia había entrado en una nueva era,
superados los estadios teológicos y metafísicos, para pasar a preguntarse por el
cómo de las cosas y los hechos y no por los «estériles» por qué. Esto dio pie
al Cientifismo, que trataría de suplantar al Cristianismo, anulando todo misterio
en la realidad y prometiendo la felicidad al hombre en base al progreso ilimitado
de la humanidad. En fin, positivismo, cientifismo e idealismo (Hegel) nutrirían
al materialismo de Feuerbach, antesala del marxismo.
En vistas de
todo esto Husserl se plantea erigir una nueva filosofía a partir de un saber
riguroso y de validez universal. ¿Qué clase de ciencia es entonces la
filosofía? Husserl dirá que la filosofía es la ciencia de las esencias. ¿Y qué
son las esencias? Lo que constituye a un individuo en un ser autónomo, es
decir, lo que es. Y esto es conocido por medio de una intuición esencial
(ideación), no por intuición sensible (experiencia o conjunto de vivencias).
4) Hermenéutica.
Una última tendencia filosófica del siglo XX es la Hermenéutica, o el arte de
interpretar los textos para hallar su verdadero sentido. En un principio se
utilizó en el estudio de la teología y se aplicó específicamente a la
interpretación de las Sagradas Escrituras, pero su uso se fue ampliado desde el
siglo XIX hasta abarcar las teorías filosóficas del significado y la
comprensión, así como las teorías literarias de la interpretación textual.
Los teóricos
de la hermenéutica del siglo XIX, como Friedrich Schleiermacher y Wilhelm
Dilthey, entendían la comprensión como un proceso de reconstrucción psicológica.
La pregunta a desentrañar será: ¿cuál era la intención original del autor? El mayor problema de esta concepción es su exceso de fe en el género humano: presupone que todo el mundo tiene la misma capacidad para superar las dificultades que entraña todo proceso de comprensión. Se basa, sin duda, en la creencia de que es posible alcanzar una única interpretación correcta para cada texto; pero, obviamente, se corre el riesgo de caer en el subjetivismo y el relativismo a la hora de indagar el sentido último del texto.
5. LA
AUTODISOLUCIÓN DE LA RAZÓN EN LA POSTMODERNIDAD, ANÁLISIS DE SU
ANTI-CRISTIANISMO.
La posmodernidad
como tendencia filosófica expresa la resistencia radical al denominado proyecto
de la modernidad, basado en el progreso, la emancipación y la libertad sin
límites. A juicio de los postmodernos este proyecto ha fracasado. Por su parte la
posmodernidad ofrecerá una nueva visión estética de la vida, donde adquiere rango
de ley una mentalidad hedonista y un individualismo sin horizontes, pero que
también dará pie, paradójicamente, a un retorno de lo religioso. Eso sí, este retorno será en buena medida la aceptación de espiritualidades extrañas o Nueva Era.
Con todo, quizá lo más
valioso que aporta la posmodernidad sea su sensibilidad disgustada y crítica
ante las propuestas modernas no realizadas, generadoras de realidades opuestas,
y el deseo de ir más allá de la situación actual. Por una parte, la ataraxia (ausencia
de inquietud) posmoderna vuelve insensible el corazón del hombre mediante la
multiplicación extenuante de los estímulos, disolviendo el impacto con la
realidad. Por otro lado, el principio del placer, elevado a criterio supremo, exige
la eliminación del dolor y de la muerte. La ideología posmoderna ocupa así el
puesto de la religión, convirtiéndose en el verdadero opio del pueblo. De esta
manera, la religiosidad posmoderna impide que la genuina pregunta religiosa
emerja y se afirme con claridad.
6. LOS
PERSONALISMOS Y LA FILOSOFÍA DEL SER EN NUESTROS DÍAS
Finalmente, el personalismo en
nuestros días es entendido como una corriente filosófica que considera al
hombre como un ser moral capaz de amar, relacional, esencialmente social,
libre, trascendente y con valor en sí mismo, de tal manera que no pueda ser
entendido ni tratado como un simple objeto.
En este
sentido, en nuestros días se puede palpar la urgencia de una filosofía cuyo objetivo sea orientar al hombre hacia una nueva
educación, que permita superar la actual sociedad materialista y desengañada
para adoptar otra verdaderamente humana.
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