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miércoles, 28 de noviembre de 2018

Dragon Ball de Akira Toriyama

Pocas obras de ficción han marcado tanto a una generación como la mía como Dragon Ballel extraordinario manga del maestro Akira Toriyama. Inspirado en el clásico de la literatura universal Viaje al Oeste —todo un viaje iniciático emprendido por su protagonista: el Rey Mono—, y también en las películas de kung-fu de Bruce Lee y Jackie Chan, Bola de Dragón o Dragon Ball es, a día de hoy, una de las historias más entrañables, inolvidables y exitosas, del inmenso y rico abanico de tebeos salidos del país del sol naciente.


Lo más destacado de esta obra única y fraternal, protagonizada por Goku y sus amigos, es su carácter humano, es decir, el hecho de que un grupo de compañeros se adhieran a la causa del bien y demuestren compasión y sensibilidad hacia los infortunios ajenos, oponiéndose frontalmente a una constelación de antagonistas y personajes malvados, y generando a partir de esa eterna pugna el conflicto esencial de toda obra de ficción y aun de la realidad misma.

La historia se divide, por así decir, en varias sagas. La primera, y también la más amable, es la llamada saga Origen o Red Ribbon, a la que habría que añadir la de Piccolo. A continuación vendrían las sagas de los Sayan, de Freezer, de Cell y de Bu. Al parecer estas últimas sagas, notablemente más violentas que la primera, se vieron sensiblemente condicionadas por el ritmo del anime o, en su defecto, la adaptación a la pequeña pantalla. Pero más allá de lo rocambolesco del guión en algunos momentos, la obra de Toriyama nos ha brindado inmensas alegrías y personajes para el recuerdo. De modo que si en la primera saga conocemos a personajes tan carismáticos y entrañables como Bulma, el Duende Tortuga, Krilin, Piccolo o Gohan, en las siguientes Toriyama nos ofrece un repertorio de personajes no menos atractivos e interesantes: Vegeta, Freezer, Trunks, los androides o el poderosísimo Célula (Cell).

Parece mentira, después de todo, que lo que empezara con un canijo de extraordinaria fuerza, en una zona montañosa a miles de kilómetros de la ciudad más lejana, acabara resultando una de las historias más increíbles de la ficción oriental relacionadas con la eterna lucha entre el bien y el mal. A un lado quedaban los buenos (Goku y sus amigos), dedicados en cuerpo y alma a proteger a la indefensa humanidad de innumerables amenazas; a otro lado, los enemigos de todo lo bueno, noble y bello, es decir, los villanos de todo cuento, las sombras, peligros y miedos que han atenazado y violentado a esa misma humanidad desde la noche de los tiempos. 

Y la lucha sigue. ¡Quién sabe hasta cuándo! ¡Quién sabe con qué balance final! Y entretanto nosotros, piezas y espectadores de un juego con desenlace incierto, resistimos como podemos. Al menos en mi caso con la esperanza de que triunfarán finalmente los buenos, y con ellos el verdadero amor y la verdadera amistad, y con el deseo vehemente de que los malos no nos acoquinen hasta el punto de que tengamos miedo de ser felices o incluso de amar.


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