A sus Altezas
Reales, los Reyes Magos de Oriente:
Esta es la primera
vez que me dirijo a ustedes de manera formal. Y temo quedar en ridículo al
escribirles esta carta. Por ello, de antemano pido perdón, pues tal vez mi atrevimiento
pudiera ofenderles de algún modo.
En realidad, no sé
si me corresponde o no recibir regalos, gracias o bendiciones. Antaño, un niño recibió
de ustedes tres sustancias preciosas: oro, incienso y mirra; pero él era el
Señor del universo, en cuyas manos está la realeza, el poder y el imperio. Y yo
no soy niño, ni mucho menos Dios. ¿Es legítimo por tanto que pida algo? Pediré,
en cualquier caso, con el corazón; pues aunque soy consciente de que no sabemos
pedir lo que nos conviene, también nos animó el Sumo Hacedor a pedir (pues se
nos daría), a buscar (pues hallaríamos) y a llamar (pues se nos abriría). Así
pues, confiado en las palabras de Dios padre, les comunico a sus Altezas Reales
mis humildes deseos:
Paz y bien. Esto en
primer lugar. Para que, durante todo este año, no se turbe mi corazón ni tenga
miedo. Para que pueda dormir a pierna suelta y con la conciencia tranquila.
Para que sea capaz de vivir según el recto orden de las cosas. Para que el mal
no me alcance ni alcance a las personas que más quiero.
Prosperidad. Es decir, que todo transcurra de acuerdo al curso favorable de las cosas.
En tercer lugar, iniciar
una aventura maravillosa junto a mi «esposa»: ser padre de una
bella criatura, bienaventurada y sana, protegida por Dios y por sus ángeles.
Y
amor. Por supuesto. Pero amor verdadero. Esto es, amar profundamente y ser
profundamente amado. Aspiro, entonces, a conservar a la mujer que Dios ha
puesto en mi camino. Pues si no tengo amor, no soy nada. Y si la perdiera a
ella, me faltaría todo.
Queridos Reyes Magos, no
tengo más deseos. Vuestro Dios sabrá corresponderme a su debido tiempo con aquello que me falta, ayudándome
asimismo a guardar lo que ya poseo.
Hasta el próximo año si Dios quiere.
Atentamente, un hombre que cree en ustedes.
Me encantan tus deseos. Ojalá se cumplan.
ResponderEliminarEres rebonico y te mereces lo mejor.
ResponderEliminarLinda carta a sus Majestades. Hermosos deseos. Tienes un gran corazón.
ResponderEliminarMuy bonito.
ResponderEliminarLas personas buenas como tú reciben siempre cosas buenas.
ResponderEliminarLuis, los deseos que has pedido te honran. Eres una persona ejemplar, no te conozco pero lo sé.
ResponderEliminarGracias a todos.
ResponderEliminarQuerido Luis, tiene usted un alma diáfana y pura, y sus Majestades de Oriente tendrán en cuenta tan elevadas peticiones.
ResponderEliminarSi todos pidiéramos eso mismo el mundo sería un lugar mucho mejor.
ResponderEliminarMe he emocionado al leer esta carta.
ResponderEliminarEs perfecta esta carta. Y tu también debes serlo.
ResponderEliminarMe impresiona, Luis, su corazón. Tan noble y puro. Gracias por desnudar su corazón y compartir un cachito de su luz.
ResponderEliminar