Desde Tintín en el país de los soviets hasta Las joyas de la Castafiore, por ejemplo, hay una evolución innegable en la calidad de los dibujos y la documentación de las tramas, pero todas las historietas de Tintín son deliciosas e interesantes.
De esta obra única de los tebeos europeos llaman la atención varios asuntos. El primero es la finalidad del joven reportero trotamundos: una lucha sin cuartel contra las organizaciones criminales de todo el mundo. Al respecto, toda acción de Tintín se encamina a perseguir y desenmascarar a los malos. Para lograrlo, no da tregua a sus adversarios. La delincuencia, por su parte, pone infinitos obstáculos a las investigaciones de Tintín: lo secuestran, lo chantajean e intentan asesinarlo. Pero todos los intentos de los malos por detener a Tintín, fracasan enseguida y se vienen abajo.
En segundo lugar, se distingue con perfecta nitidez quiénes son los buenos y quiénes son los malos. Y el final siempre es el que debe ser, con los malos detenidos y encarcelados o directamente muertos.
En tercer lugar, Las aventuras de Tintín son excitantes peripecias narradas con un vocabulario exquisito y educativo que, además, promueven la pasión por el conocimiento y desarrollan la inteligencia, y son en sí mismas deliciosas enciclopedias. Y todo ello presentado en viñetas de un colorido sumamente agradable.
En conclusión, los veinticuatro álbumes que constituyen las aventuras completas del más intrépido y querido reportero de ficción son una de las lecturas más aprovechables que se me ocurren; pues pocas obras pueden presumir de ser al mismo tiempo tan educativas, placenteras y saludables. ¡Larga vida a Tintín y a sus emblemáticos personajes!
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