El mago del Kremlin, de Giuliano da Empoli | Reseña y comentario crítico

El 29 de marzo de 2023 llegó a las librerías españolas El mago del Kremlin, una novela política centrada en el ejercicio del mando de Vladímir Putin. La novela, que recibió varios de los mejores premios literarios en Francia, es también una clarividente reflexión sobre el poder, así como una seria advertencia sobre la capacidad de las tecnologías actuales para someter y degradar a una humanidad que atraviesa una fase declinante, una agonía que no parece tener fin.

El protagonista del relato, escrito en clave de ficción, es Vadim Baranov (alter ego de Vladislav Surkov), un consejero especial de Putin, brillante intelectual y hábil propagandista, considerado el mago del Kremlin. Para Baranov, que acabará desengañado de los juegos de poder a los que se entregan compulsivamente los dirigentes mundiales, entre ellos su jefe, Putin es el actual Zar de Rusia, el poder en estado puro, y Rusia «la fabricante de pesadillas de Occidente». 

El libro es muy rico en sugerencias, por lo que admite muchos comentarios. El autor, Giuliano da Empoli (asesor del ex presidente de Italia Mateo Renzi), abarca varios asuntos. El de mayor presencia y relieve es el mismo Putin.

Sin ninguna duda, el actual presidente de la Federación de Rusia es el dirigente mundial que más pasiones ha desatado en los últimos veinte años, con permiso de Donald Trump, aunque Trump fue presidente cuatro años y Putin lleva más de veinte dirigiendo su país. De forma resumida, el retrato de Putin que aquí ofrece Baranov, el asesor ficticio de Putin, es el de un líder que «restauró la vertical del poder en Rusia», acabando con el caos de los años 90, los tiroteos en las calles, la bancarrota del Estado y la humillación de Rusia en el plano internacional. Siguiendo su propio rumbo, Putin aparece en esta obra como un líder empeñado en devolver a la nación rusa a una posición de preeminencia, el único medio para hacerse respetar en el escenario internacional, y principalmente por la administración estadounidense. En resumidas cuentas, Putin es presentado como el dirigente que ha vuelto a poner a Rusia en pie. Y de ahí viene el choque con Occidente, que en realidad es el choque con el imperialismo sionista y anglosajón. Un imperialismo que arde en deseos de librarse de Putin porque «no soportan más que una Rusia de rodillas, no aceptan que alguien pueda oponerse a su hegemonía».

Especialmente interesantes son las descripciones acerca del pulso que sostienen Rusia y Estados Unidos, y sus contrastes. Sobre el primer particular, los actuales dirigentes rusos apoyan toda su gestión sobre dos principios fundamentales. El primero es que «los rusos están acostumbrados al sacrificio, pero también al respeto». El segundo es que «las dos únicas cosas que los rusos piden al Estado son el orden en el interior y el poderío en el exterior». Por otro lado, Baranov ofrece un retrato crepuscular de la cultura y población norteamericanas: «inteligentes, ambiciosos, con el culto al trabajo y a la información exacta, aburridos como ratas muertas. El problema no es el imperialismo de Estados Unidos. (...) El problema es el contenido de la cultura norteamericana. Una descivilización que ha hecho imposible la verdadera grandeza a cambio de garantizar un Happy Meal a todo el mundo». En definitiva, para el Mago del Kremlin los useños han reducido al ser humano a un pequeño consumidor satisfecho. Más aún, para el protagonista, el Occidente decadente es el verdadero enemigo de Rusia, por «sus falsos valores que crean divisiones y frustraciones». Y mientras en Estados Unidos «el dinero es esencial, todo se basa en él. En Rusia lo único que cuenta es el privilegio, la proximidad al poder». Comparten sin embargo la corrupción de sus élites y la mediocridad de su clase política.

Otras temas de gran interés abordados en El mago del Kremlin son la naturaleza del poder y el uso de la propaganda; el propósito de la vida y la necesidad humana de amar; la aplicación de las nuevas tecnologías, todas ellas de origen militar, y cómo éstas están transformando nuestro mundo; los apoyos occidentales a Ucrania en la guerra desatada en febrero de 2022, y que enfrenta en realidad a Rusia contra el imperio anglosionista, etc. Finalmente, destacaría la alusión a los tiempos finales, que el autor identifica con nuestro tiempo presente, radicalmente transformado, o en vías de hacerlo, por la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías de control social, anunciando el momento en el que el hombre sea instrumento de la máquina y no al revés.

Sobre la propaganda, concluye que «la guerra se libra en la cabeza de la gente», siendo la televisión, y por extensión los medios de comunicación, «el corazón neurológico del nuevo mundo». En consecuencia, hoy importa más el número de cerebros conquistados que el número de ciudades tomadas. Imponer el relato es lo que importa, aunque sea mentira.

En conclusión, El mago del Kremlin es una novela de enorme atractivo, y en muchos sentidos clarividente y profética, aunque la historia es imprevisible y la dirige la Divina Providencia. Asimismo, como ya he dicho, supone una magnífica presentación de la Rusia contemporánea, cuyo poder encarna en las últimas dos décadas Vladímir Putin, coco de Occidente al que Giulano da Empoli presenta como un autócrata cuyo mayor temor es que su escenografía se venga abajo y el pueblo se una a los militares contra él. Sin embargo, al darle voz, los lectores conscientes del mundo que les rodea, los que permecen despiertos y no llaman mal al bien ni bien al mal, descubren que en sus denuncias contra Occidente el señor del Kremlin, que no goza precisamente de escasa popularidad entre su gente, proclama verdades como puños. Sea como fuere, sería interesante conocer la visión que tiene Giulano da Empoli, y otros brillantes intelectuales europeos como él, de dirigentes como Barak Obama y Joe Biden.

Esperaremos sentados, disfrutando de agradables lecturas, pues en la era actual, era de engaño universal, no hay que olvidar que quienes gobiernan sobre ti, son aquellos a los que no estás autorizado a censurar.