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jueves, 15 de marzo de 2012

El perfume de Patrick Süskind

Patrick Süskind no sospechaba la notoriedad mundial que alcanzaría a partir de la publicación de su primera novela: El perfume (1985). La verdad es que el planteamiento es tan original como provocador. Y es que hay que prestar atención al subtítulo del relato: Historia de un asesino. Jean-Baptiste Grenouille es un ser extraño y abominable que capta el mundo que le rodea de manera prodigiosa por los olores. Despreciado por los demás, no tarda en emprender una odisea. Su objetivo será fabricar el mejor perfume jamás olido, pero resulta que los ingredientes para ello son los que puede aportar una joven virgen. Sin dudarlo, Grenouille acaba con varias mujeres para lograr su maravillosa esencia. Robándoles a éstas la dignidad y el alma. Años depués, releo esta historia absorbiendo sus matices. Y no puedo dejar de apuntar que Patrick Süskind, como si de una moda se tratara, se une a los que desean exponer la fealdad y lo grotesco del mundo. Destaca en todo momento la belleza de lo depravado, como si aquélla pudiera residir en lo infame.


      El perfume está dividido en cuatro partes. La historia del asesino Jean-Baptiste Grenouille se desarrolla fundamentalmente en la Francia del siglo XVIII. Nace en París, en medio de un mercado de pescado hediondo y putrefacto. Pronto comprendemos que Grenouille es un personaje maldito. Su madre muere en el parto, y sólo los chillidos de la criatura alertan a los ciudadanos de que está vivo. En esta primera parte, Grenouille es rechazado por varias nodrizas, que lo abandonan espantadas —una de ellas porque asegura que el pequeño no huele a nada y eso sólo puede ser fruto del diablo—, hasta que llega a manos del padre Terrier, que lo vende a una pobre mujer, Madame Gaillard, impedida del sentido del olfato. Ésta también se asusta del chico y lo vende a un curtidor de pieles, Grimal. Cuando este hombre cree haber hecho el negocio de su vida vendiendo de nuevo al chico al perfumista Giuseppe Baldini, se emborracha, cae al Sena y muere ahogado. Grenouille, desde luego, deja su maldición por donde pasa.

      Una vez al lado del avaro Giuseppe Baldini, Grenouille se siente vivo, rodeado de tantos frascos y olores. Pero una obsesión empieza a corroer sus entrañas: ha olido la fragancia que desprende una joven virgen, y la considera el mejor perfume posible. No dudará en asesinar a una chica detrás de otra, en busca del perfume soñado.

      En la segunda parte, Grenouille abandona París para dirigirse al sur. Se aleja de la urbe y sus olores. Su viaje pronto se convierte en un viaje interior, mientras sigue sembrando asesinatos a su paso. No relataré más qué sucede en esta oscura novela, pero sí puedo decir que todo acaba en París, en el mismo sitio que vio nacer a Jean-Baptiste Grenouille, cerrando un círculo demoníaco. Con paradoja, como una burla del maléfico.

      Por otra parte, el best-seller cuenta con una interesante película. La producción alemana de 2006 consigue una ambientación muy lograda, además de ser muy fiel a esta novela de crímenes protagonizada por un asesino en serie. Lo que no es fácil, dicho sea de paso, porque El perfume es una novela difícil de adaptar.

      El final que propone Süskind en El perfume para su personaje es el de Orfeo en el mito clásico. Adorado por las masas a través de su perfume irresistible, Grenouille, hastiado como el héroe, derrama el contenido de un frasco de su preciada esencia sobre su cabeza. Y al punto sucede lo inevitable. La descripción de Süskind es una prueba de su pretensión de describir lo repulsivo, y a la vez hacernos reflexionar sobre el profundo misterio de la esencia y de la posesión de un bien absoluto:

«Se sintieron atraídos hacia aquel ángel humano del cual brotaba un remolino furioso, un reflujo avasallador contra el que nadie podía resistirse, sobre todo porque no quería hacerlo, ya que el reflujo arrastraba a la voluntad misma, succionándola en su dirección: hacia él.
     Habían formado un círculo a su alrededor, unas veinte o treinta personas, y ahora este círculo se fue cerrando. Pronto no cupieron todos en él y empezaron a apretar, a empujar, a apiñarse; todos querían estar en el centro.
     Y de improviso desapareción en ellos la última inhibición y el círculo se deshizo. Se abalanzaron sobre el ángel, cayeron encima de él, lo derribaron. Todos querían tocarlo, todos querían tener algo de él, una plumita, un ala, una chispa de su fuego maravilloso. Le rasgaron las ropas, le arrancaron cabellos, la piel del cuerpo, lo desplumaron, clavaron sus garras y dientes en su carne, cayeron sobre él como hienas.
     Pero el cuerpo de un hombre es resistente y no se deja despedazar con tanta facilidad; incluso los cabellos necesitan hacer los mayores esfuerzos. Y por esto no tardaron en centellear los puñales, que se clavaron y rasgaron, mientras hachas y machetes caían con un silbido sobre las articulaciones, haciendo crujir los huesos. En un tiempo muy breve, el ángel quedó partido en treinta pedazos y cada miembro de la chusma se apoderó de un trozo, se apartó, e impulsado por una avidez voluptuosa, lo devoró. Media hora más tarde, hasta la úlitma fibra de Jean-Baptiste Grenouille había desaparecido de la faz de la Tierra». (pp. 306-307)

      El perfume no es una novela que resultará digestible a todos los estómagos, pues el desarrollo del relato es tan entretenido como desagradable.

FICHA
Título: El pefume
Autor: Patrick Süskind
Editorial: Seix Barral
Otros: Barcelona, 2005, 320 páginas
Precio: 6,95 €

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