No soy un gran seguidor de la obra de Stephen King, al menos no lo he sido hasta ahora. También es cierto que Cell —la última novela que leí suya— me pareció tan infumable que enfrió mi ánimo de estudiar más adelante la obra de este famoso escritor. Hace unas semanas, a partir de otro relato de vampiros (La muerta enamorada), me animé a leer el clásico sobre el género de Stephen King, Salem's Lot. Y me ha gustado bastante. Es literatura popular, que cumple su función perfectamente, y a la que no le quito ningún mérito porque tiene grandes valores literarios. Además, he creído entender por dónde le viene el éxito a este autor tan prolífico e imaginativo: personajes mundanos y jodidos, prosa sencilla y directa, y tramas muy entretenidas donde se mezclan la tensión y las sorpresas. Simplificando mucho algo que es muy complejo. No obstante, si a este señor se le puede considerar un genio, no es por ninguna de las razones anteriores. A mi modo de ver, Stephen King es un estudioso del miedo, y donde sobresale es en su capacidad para horadar las tinieblas y volver, sin haber enloquecido, para contarnos algo que valga la pena. O dicho de otra forma: destaca por su clarividencia para ver más y mejor que los demás en los intestinos de esa emoción básica llamada miedo.
Con lo que llevaba leído de Stephen King —empecé a leerlo de manera muy desordenada: El resplandor, Un saco de huesos, Todo es eventual, El cazador de sueños— ya me había dado cuenta de que en sus libros había demasiada hojarasca. También que sus personajes eran ordinarios, vulgares; y sus diálogos soeces e insustanciales. Tampoco es que su prosa fuera gran cosa, pues ni persigue la belleza ni embrujar con las palabras. Y sin embargo esto último lo consigue, imagino que en todos sus grandes trabajos. Esta verdad, que es un maestro del horror, porque sabe hipnotizar al público, se debe, como decía, a que es muy hábil pulsando los resortes del miedo. Más que hábil, parece una especie de arúspice de los tiempos modernos. No quiero parecer demasiado entusiasmado ahora con Stephen King, porque no lo estoy. Pero sí creo atisbar, todavía muy débilmente, que algo de mágico hay en la pluma de este escritor. Saldré de dudas, en este caso más tarde que pronto porque me obligan otros menesteres, pero seguiré trayendo sus obras a La Cueva.
Además de lo dicho, pero centrándome ya en este libro, estoy convencido de que Salem's Lot está revisado y corregido a conciencia. Con toda seguridad Stephen King ha pulido esta obra posteriormente. Quiero decir que la edición que presento aquí no es exactamente como la original de 1975. Lo creo no porque ésta fuera su segunda obra y pudiera pensarse que King aún no estaba maduro para hacer algo así, pues los grandes no se rigen por las normas habituales. Mi impresión es que esta obra debe de ser muy querida por el escritor, porque la he visto muy cuidada. Y se agradece.
Sin más preámbulos, voy a introducir el argumento de la obra y hacer algunas observaciones a la misma, a partir de un comentario —divertido— que me hizo un gran amigo. Éste, hace unas semanas, cuando le conté que estaba leyendo un novela de vampiros de Stephen King, me preguntó si también estos eran los típicos vampiros cursis, que tan de moda están después de Crepúsculo y otras pésimas papillas precocinadas para preadolescentes. No, no lo son. En los setenta no había esas cosas tan raras. Afortunadamente. Tampoco había chiquillos con treinta años, pero el mundo evoluciona, cambia, progresa, pero ni de coña para bien.
En cualquier caso, lo que pretende Stephen King en Salem's Lot es hacer su particular versión de Drácula. Y lo consigue, invirtiendo algunos elementos del gran clásico de Bram Stoker.
Pero primero presento el argumento y después comento esto último. El protagonista de Salem's Lot, Ben Mears, es un escritor de éxito que creció en esta pequeña ciudad de Maine, abandonada por él años atrás. Ahora, después de la muerte de su mujer, ha decidido volver con la intención de escribir un libro sobre la casa de los Marsten, una mansión abandonada que le produjo pesadillas de pequeño. Al parecer, durante los años treinta la casa de los Marsten fue la residencia de un gánster que se suicidó en ella. Después de su muerte se descubrió que había asesinado a varios niños.... Pero en las mismas fechas que Ben vuelve al pueblo, alguien ha comprado la casa. Dos hombres de negocios: Straker y Barlow, aunque a este último no lo ha visto nadie. Y la coincidencia resulta extraña. Poco después de la llegada de Ben y estos personajes un niño desaparece en el pueblo... y luego otro. El pueblo empieza a cambiar con el paso de los días, convirtiéndose en una especie de ciudad fantasma, de seres que hacen vida por la noche. Pronto Ben y algunos amigos suyos se ven obligados a hacer frente, en una lucha a muerte, a terroríficas fuerzas maléficas.
Pues bien, mientras el misterioso Barlow hará en esta versión del Conde Drácula, Ben de Jonathan Harker, Susan (novia del escritor) de Lucy, Jimmy Cody del doctor Seward, Matt Burke de Abram Van Helsing, la cacería se hace con otros medios a los del clásico, y por tanto el enfoque es completamente diferente. Además, King incluye dos personajes de cosecha propia bien interesantes: El sacerdote católico Don Callahan (que es protagonista en otra historia independiente, La Torre Oscura), muy del gusto de King, y Mark, una chaval con el que Ben creará una sociedad que me ha encendido una bombillita en mi cabeza, pues he creído ver en ello una posible fuente de inspiración para la extraordinaria novela de Cormac McCarthy, La carretera. Pero esto último es solo una pequeña intuición que no viene a cuento.
La inversión de medios de la que hablaba con respecto a Drácula es fácil de ver. Mientras Stoker —sus personajes— persigue y da caza al monstruo a través de las herramientas y los avances de la ciencia, los personajes de Salem's Lot combaten a los vampiros con medios tradicionales. Y esto es un acierto. Stephen King aquí recurre al folclore y a la tradición literaria sobre estos míticos seres y hace que sus personajes consideren el poder de la fe, por un lado, y de otros instrumentos más mundanos pero efectivos, por otro: ajos, luz solar, estaca en el pecho, etc. Así, el crucifijo y las medidas propias de la superstición eslava contra estos seres, son los remedios para defenderse de ellos.
Ya para acabar, me gustaría señalar que Stephen King siempre hace alusión a la realidad política, económica o cultural de su país. Me pareció muy interesante que situara los hechos en un pueblo y no en una gran urbe como Londres (otra inversión más del clásico) y lo justificara diciendo por boca de uno de sus personajes que el mal había ido precisamente a ese pueblo porque éste ya estaba muerto. Hay genialidad también en este escritor para deslizar críticas variopintas disfrazadas con el pretexto de la ficción.
Con lo que llevaba leído de Stephen King —empecé a leerlo de manera muy desordenada: El resplandor, Un saco de huesos, Todo es eventual, El cazador de sueños— ya me había dado cuenta de que en sus libros había demasiada hojarasca. También que sus personajes eran ordinarios, vulgares; y sus diálogos soeces e insustanciales. Tampoco es que su prosa fuera gran cosa, pues ni persigue la belleza ni embrujar con las palabras. Y sin embargo esto último lo consigue, imagino que en todos sus grandes trabajos. Esta verdad, que es un maestro del horror, porque sabe hipnotizar al público, se debe, como decía, a que es muy hábil pulsando los resortes del miedo. Más que hábil, parece una especie de arúspice de los tiempos modernos. No quiero parecer demasiado entusiasmado ahora con Stephen King, porque no lo estoy. Pero sí creo atisbar, todavía muy débilmente, que algo de mágico hay en la pluma de este escritor. Saldré de dudas, en este caso más tarde que pronto porque me obligan otros menesteres, pero seguiré trayendo sus obras a La Cueva.
Además de lo dicho, pero centrándome ya en este libro, estoy convencido de que Salem's Lot está revisado y corregido a conciencia. Con toda seguridad Stephen King ha pulido esta obra posteriormente. Quiero decir que la edición que presento aquí no es exactamente como la original de 1975. Lo creo no porque ésta fuera su segunda obra y pudiera pensarse que King aún no estaba maduro para hacer algo así, pues los grandes no se rigen por las normas habituales. Mi impresión es que esta obra debe de ser muy querida por el escritor, porque la he visto muy cuidada. Y se agradece.
Sin más preámbulos, voy a introducir el argumento de la obra y hacer algunas observaciones a la misma, a partir de un comentario —divertido— que me hizo un gran amigo. Éste, hace unas semanas, cuando le conté que estaba leyendo un novela de vampiros de Stephen King, me preguntó si también estos eran los típicos vampiros cursis, que tan de moda están después de Crepúsculo y otras pésimas papillas precocinadas para preadolescentes. No, no lo son. En los setenta no había esas cosas tan raras. Afortunadamente. Tampoco había chiquillos con treinta años, pero el mundo evoluciona, cambia, progresa, pero ni de coña para bien.
En cualquier caso, lo que pretende Stephen King en Salem's Lot es hacer su particular versión de Drácula. Y lo consigue, invirtiendo algunos elementos del gran clásico de Bram Stoker.
Pero primero presento el argumento y después comento esto último. El protagonista de Salem's Lot, Ben Mears, es un escritor de éxito que creció en esta pequeña ciudad de Maine, abandonada por él años atrás. Ahora, después de la muerte de su mujer, ha decidido volver con la intención de escribir un libro sobre la casa de los Marsten, una mansión abandonada que le produjo pesadillas de pequeño. Al parecer, durante los años treinta la casa de los Marsten fue la residencia de un gánster que se suicidó en ella. Después de su muerte se descubrió que había asesinado a varios niños.... Pero en las mismas fechas que Ben vuelve al pueblo, alguien ha comprado la casa. Dos hombres de negocios: Straker y Barlow, aunque a este último no lo ha visto nadie. Y la coincidencia resulta extraña. Poco después de la llegada de Ben y estos personajes un niño desaparece en el pueblo... y luego otro. El pueblo empieza a cambiar con el paso de los días, convirtiéndose en una especie de ciudad fantasma, de seres que hacen vida por la noche. Pronto Ben y algunos amigos suyos se ven obligados a hacer frente, en una lucha a muerte, a terroríficas fuerzas maléficas.
Pues bien, mientras el misterioso Barlow hará en esta versión del Conde Drácula, Ben de Jonathan Harker, Susan (novia del escritor) de Lucy, Jimmy Cody del doctor Seward, Matt Burke de Abram Van Helsing, la cacería se hace con otros medios a los del clásico, y por tanto el enfoque es completamente diferente. Además, King incluye dos personajes de cosecha propia bien interesantes: El sacerdote católico Don Callahan (que es protagonista en otra historia independiente, La Torre Oscura), muy del gusto de King, y Mark, una chaval con el que Ben creará una sociedad que me ha encendido una bombillita en mi cabeza, pues he creído ver en ello una posible fuente de inspiración para la extraordinaria novela de Cormac McCarthy, La carretera. Pero esto último es solo una pequeña intuición que no viene a cuento.
La inversión de medios de la que hablaba con respecto a Drácula es fácil de ver. Mientras Stoker —sus personajes— persigue y da caza al monstruo a través de las herramientas y los avances de la ciencia, los personajes de Salem's Lot combaten a los vampiros con medios tradicionales. Y esto es un acierto. Stephen King aquí recurre al folclore y a la tradición literaria sobre estos míticos seres y hace que sus personajes consideren el poder de la fe, por un lado, y de otros instrumentos más mundanos pero efectivos, por otro: ajos, luz solar, estaca en el pecho, etc. Así, el crucifijo y las medidas propias de la superstición eslava contra estos seres, son los remedios para defenderse de ellos.
Ya para acabar, me gustaría señalar que Stephen King siempre hace alusión a la realidad política, económica o cultural de su país. Me pareció muy interesante que situara los hechos en un pueblo y no en una gran urbe como Londres (otra inversión más del clásico) y lo justificara diciendo por boca de uno de sus personajes que el mal había ido precisamente a ese pueblo porque éste ya estaba muerto. Hay genialidad también en este escritor para deslizar críticas variopintas disfrazadas con el pretexto de la ficción.
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FICHA
Título: Salem's Lot
Autor: Stephen King
Editorial: Plaza & Janés
Otros: 2007, 624 páginas
Precio: 24,90 €
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