Antítesis es propiamente lo que se opone a una tesis. Una noción enfrentada a otra inexorablemente, enemigas irreconciliables desde el origen. Sin embargo, para que se manifieste el adversario (antítesis) previamente debe haber un principio al que oponérsele (tesis). ¿Y bien? A la luz le contestan las tinieblas, a la verdad, la mentira; a la vida, la muerte.
Desde
el comienzo de la Historia, incluso antes del alumbramiento de la humanidad,
existe una lucha entre el bien y el mal. Estoy convencido de ello. Pero en
ningún caso son fuerzas equivalentes. La realidad de Dios, a la que la razón es
capaz de acceder por sí sola, es la realidad suprema, fuente de todo lo creado,
y fin último del universo. Esto, a lo largo de muchos esfuerzos y estudios, pero
sobre todo a partir de una gracia que no he merecido, me ha llegado a parecer
una verdad sencilla y evidente. Sin embargo, a esta realidad suprema, a Dios
mismo, como decía, se le opone una enorme fuerza opuesta y enfrentada a Él a
través de mil frentes que siguen palpitantes en nuestros días y sólo tendrán solución
con la segunda y triunfal venida de Cristo. Este adversario de Dios, su tenaz
enemigo, es el diablo, Satanás, Lucifer, el primer y más poderoso ángel caído.
Pues
bien, todos esos frentes abiertos que Satanás tiene activos contra el plan
(tesis) de Dios, forman un tapiz de inversiones y oposiciones siniestras que
dan lugar a una guerra extendida a todos los órdenes y niveles de la vida. Dar
cuenta de las principales maniobras y astucias del maligno daría lugar a una
enciclopedia de numerosos volúmenes, y es una empresa que excede en mucho mi
capacidad limitada; pero el hedor de sus artes y crímenes se puede rastrear en
campos tan aparentemente inocentes como el cine, la música, el arte o la
literatura.
Pensemos
por ejemplo en la ciudad de Los Ángeles, California, Estados Unidos de América.
Con ese nombre, la metrópoli de la costa del Pacífico debería ser un reto para
el maligno. Según su lógica diabólica, hemos de esperar que haya tratado de
invertir el significado de ésta y lo haya sustituido, al menos en el plano
moral, por la ciudad de los demonios. ¿Lo ha hecho? Veamos: Allí se concentra
Hollywood, la industria musical —invadida ya por Satanás incluso en sus
productos más comerciales, encarnados en ídolos de masas como Lady Gaga, Miley Cyrus,
Rihanna o Beyoncé—, y la poderosa industria del porno. A estas alturas mis ojos
ya no ven coincidencias, sino relaciones funestas.
Pongamos
algún ejemplo más, para ilustrar las mentes más reacias a establecer relaciones
entre los hechos que ellos definen como casualidades. Si echamos un vistazo a
la realidad misma, se percibe inmediatamente esta hostilidad manifiesta que da título al libro. En todas las dimensiones de la vida se respira esa
rivalidad sobrenatural, ese antagonismo satánico, la enemistad frenética de una
criatura de Dios hacia su creador y los planes de Éste. Lo sagrado se profana, a las
virtudes se le enfrentan los vicios, a los ángeles se oponen
los demonios, a las bendiciones les suceden maldiciones, a las
almas generosas y puras se proyectan las sombras de la envidia y la
soberbia, al perdón el rencor, a la bondad la malicia, a la
limpieza de pensamientos la impureza y la corrupción de
corazones entregados al crimen, al amor fiel el desmadre y la
traición, al pudor el libertinaje, a la plenitud de espíritu el vacío del
alma insatisfecha. De la misma manera que las
tinieblas son el contrapunto de la luz y simbolizan todo lo
alejado u opuesto a Dios. La festividad de Todos los Santos
y Difuntos, por ejemplo, se oscurece con la celebración de
Halloween, una vieja solemnidad pagana a la que el fundador de la
Iglesia de Satán, Anton LaVey, considera su conmemoración principal. En todo
este juego de oposiciones subyace una ley para invertir los valores, la moral y
la vida católica; para negar, en definitiva, al Dios de los cristianos. El 28 de diciembre, por añadir un dato más, uno de tantos, se volverán a
burlar de la sagrada celebración de los Santos Inocentes, sustituyéndola por
una ridícula moda que pretende profanar el íntimo sentido de esta celebración
cristiana. La lista de ofensas, de hecho, es
incalculable.
A
Dios, por tanto, se le opone el diablo desde la formación del mundo, desde su
fatal, irreversible y maldita rebelión; y la guerra que ha provocado y sostiene
con infatigable empeño, corrompe el planeta entero y las almas de los hombres
de cada uno de los continentes.
En
este libro —que está al caer— verifico esta realidad; muestro la oposición de Satanás a Dios, su
enemistad encarnizada con Jesucristo, y las consecuencias que resultan de la
trágica contienda: Cielo, Purgatorio e Infierno. La naturaleza divulgativa del
mismo muestra todo esto de forma asequible y cercana. Pero el volumen citado es
mucho más que eso.
Antítesis
en realidad se divide en tres partes. La primera, de carácter apologético,
trata la cuestión de Dios. Es un esfuerzo por racionalizar la fe, por enseñar
cómo es perfectamente razonable creer en Dios. Después se
amplia el conocimiento de Dios mostrando si es sólo uno o varios, y entonces,
una vez resuelto esto, avanzar hacia cuál de los dioses que anuncian las
principales religiones vivas del planeta es el verdadero.
En la
segunda parte, una vez descubierto a Dios, lo que corresponde es presentar a su
adversario. Satanás ocupa la atención de esas páginas, donde el lector
encontrará su razón de ser, el origen de su desobediencia, los efectos de su
caída, una explicación a los males del mundo, o los graves peligros que corre
el ser humano por culpa de las trampas que el diablo va sembrando en nuestras
vidas.
Por
último, si en la primera parte se conoce la realidad de Dios, y en la segunda
la del demonio, en la tercera se expone la realidad del más allá, es decir, las
realidades de Cielo, Purgatorio e Infierno; además de una aproximación al
misterio de la fe, y un texto final que examina de cerca tan sólo una de las
amenazas con las que nos acecha el maligno, una de esas mil caras que presenta
la bestia para burlarse de Dios e invertir su designio: Las herejías del Papa
Francisco.
Creo,
para acabar, que Antítesis: La vieja guerra entre Dios y el Diablo, es un
volumen de divulgación teológica asequible que resume de la manera más breve
posible las tres realidades de las que he hablado. Algunas partes exigirán más
esfuerzo, pero nada se consigue sin él. Además, nuestra forma de conocer
requiere un proceso lento y paulatino para acceder a verdades que por ejemplo
los ángeles y los demonios intuyen de manera inmediata. Así pues, no queramos
rechazar de entrada todo aquello que sea en sí mismo un misterio, y, porque no
seamos capaces de entenderlo o abarcarlo, rechacemos pensar si es razonable o
no que éste sea real.
Con
todo y con eso —y esto va dirigido únicamente a los creyentes—, conformarse con reconocer
las realidades aquí descritas, es decir, resignarse al plano intelectual, para
confesar después la verdad sin vivirla, es vivir una mentira.
ESPACIO DE RELIGIÓN DE LA CUEVA DE LOS LIBROS
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