¿Qué tal estás, pequeño? Tengo otra historia que
contarte. ¿Te gustó la de Narciso? Me han dicho que mucho, por lo que espero
que este nuevo relato te guste tanto como el anterior. Así que si te parece,
hacemos como al principio: busca un lugar agradable, ponte cómodo y comienza a
leer.
¿Te has preguntado alguna vez por qué se llevan tan mal la rata y el gato? Hace cientos de años que los chinos llevan contando una historia para explicar semejante discordia. Según cuenta este honorable pueblo, en un pasado muy lejano, tan lejano que las crónicas más antiguas apenas pueden sostener las gestas de los primeros reyes, el emperador del fabuloso país de Jade, señor del cielo y de la tierra, decidió crear una competición para establecer qué animales debían entrar en el cielo, reservando para ellos tan sólo 12 escalones. Así pues, para determinar qué animales recibirían semejante privilegio, pensó en organizar una pintoresca carrera.
Así pues, no les quedó más remedio que echar mano de
su astucia, y dándole muchas vueltas al problema, dieron al final con una
salida. Como el gato y la rata eran muy inteligentes y habían leído con
provecho numerosos libros de autores clásicos, se les ocurrió que la mejor
manera de cruzar el río era a cuestas de un animal grande que pudiera
atravesarlo sin problemas. Así fue como buscaron al buey, y tras convencerlo de
participar en la carrera, se pusieron en marcha montados en él. ¡Ahora sí
serían los primeros en llegar a la meta!
En tercera posición entró el tigre, impulsado por su
audacia y valentía. Tras él, y a no mucha distancia, llegó el conejo. Estos
animalillos parecen poca cosa, pero en realidad son hábiles trabajadores que lo
hacen todo en silencio. En quinto lugar llegó el poderoso dragón. Nada menos.
Podría haber llegado en primer lugar si hubiese querido, pero ya tenía el
respeto de todos los animales porque era el más fuerte, y además se había
entretenido ayudando a otros animales menos atentos, informándoles de que el
emperador de Jade celebraba una carrera para honrar a los mejores de entre todos
ellos. A continuación suya llegó su gran enemiga, la serpiente. Ésta había
hecho de las suyas en la carrera, espantando al caballo con su presencia. Su
destreza para simular y esconderse con facilidad la empujó a tan honroso
puesto. Poco después de entrar la serpiente, y en séptimo lugar, llegó el
caballo; veloz y muy querido por los dioses. El escalón número ocho fue para la
cabra. En realidad este animal también podría haber llegado mucho antes, pero
las cabras aman la calma de los lugares remotos y viven muy lejos de los ruidos,
y por tanto de las noticias y rumores. Luego, llegaron al mismo tiempo el mono,
el gallo y el perro. Las venerables leyendas orientales aseguran que los tres
entraron a la vez, pues habían cooperado para llegar a tiempo. Por lo visto el
emperador resolvió que ocuparan los puestos nueve, diez y once según el orden
en el que los hemos nombrado. Por último, ¿sabes quién entro al final, y por
los pelos, junto a los otros 11 animales? El cerdo.
¿Te has preguntado alguna vez por qué se llevan tan mal la rata y el gato? Hace cientos de años que los chinos llevan contando una historia para explicar semejante discordia. Según cuenta este honorable pueblo, en un pasado muy lejano, tan lejano que las crónicas más antiguas apenas pueden sostener las gestas de los primeros reyes, el emperador del fabuloso país de Jade, señor del cielo y de la tierra, decidió crear una competición para establecer qué animales debían entrar en el cielo, reservando para ellos tan sólo 12 escalones. Así pues, para determinar qué animales recibirían semejante privilegio, pensó en organizar una pintoresca carrera.
Dicen que por entonces el gato y la rata eran muy
buenos amigos. Dos buenos amigos que, cuando conocieron la noticia de la
carrera, empezaron a maquinar juntos cómo hacerse con la victoria y lograr así alguno
de los puestos garantizados por el emperador de Jade, alcanzando de esta manera
sempiterna fama. El objetivo consistía en cruzar un anchísimo río. Sin embargo,
tanto el gato como la rata eran malos nadadores. En realidad, odiaban el agua.
¿Qué hacer entonces? Ni el uno ni el otro cruzarían a nado el enorme río sin
que antes otros muchos animales les adelantaran.
Pero ambos se las prometían muy felices cuando a
medio camino ocurrió algo inesperado, al menos para el gato. La rata, codiciosa
y ruin por naturaleza, de repente lanzó a su viejo amigo al agua, para ser de
este modo la primera en llegar al saltar a tierra firme.
El gato entonces peleó para no hundirse, pero
enfadado y lloroso, por un lado, por la traición de la rata, y asqueado de
verse metido en el agua, por otro, se retrasó demasiado y vio cómo le
adelantaban uno tras otro otros animales que también participaban en la
carrera. Así pues, mientras el gato seguía forcejeando con la fuerte corriente,
la rata ya se había proclamado ganadora de la competición, seguida en segundo
lugar por el buey, duro y paciente, que al llegar a tierra no fue tan rápido
como el ambicioso roedor.
¡A que te has quedado de piedra! Pues no deberías.
El cerdo, aunque yo tampoco sepa muy bien qué vio en él el emperador de Jade
para aceptarlo en su palacio celeste, posee capacidades que son muy valiosas.
Pero te corresponde a ti descubrirlas.
Desde luego, como habrás comprobado ya, el que se
quedó fuera definitivamente del honroso panteón chino fue el gato. Aseguran los
orientales que después de la traición de su amiga la rata, el gato se volvió
muy huraño y no quiso saber nada de nadie. Y si te has fijado, la verdad es que
los gatos van mucho a su aire.
Noviembre de 2014
HISTORIAS Y MITOS PARA NIÑOS Y MAYORES |
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