De todos ellos quizá el más destacado, por su valor artístico y humano, sea el libro de Job, que ocupa precisamente un lugar relevante, no sólo en el canon bíblico, sino también en el catálogo de las obras maestras de la literatura universal.
El libro de Job, compuesto con gran virtuosismo en torno al siglo V a. C., recibe su nombre del protagonista de este relato, un hombre virtuoso, temeroso de Dios y alejado del mal, natural de una ciudad situada al sur de Edom llamada Us, que de repente se ve acosado por infortunios inconcebibles que afectan gravemente a sus propiedades, a su familia y a su propia salud.
A partir de esta situación lamentable, el desconocido autor de este relato bíblico expone en toda su crudeza y amplitud el drama del sufrimiento humano, y principalmente el del inocente.
Los temas generales de la narración plantean interrogantes o dilemas tan hondos como cuál debe ser la actitud del hombre ante el dolor, cuál es la relación entre el hombre y Dios en circunstancias tan desoladoras, y cómo el mismo Dios, inmensamente sabio y justo, permite el sufrimiento de los que están libres de toda culpa...
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