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viernes, 22 de mayo de 2020

Madrid en la fotografía de Fernando Manso

La fotografía de Fernando Manso tiene al menos una ventaja con respecto al texto laudatorio: la capacidad de evocar sin saturar al contemplativo. En su obra dedicada a Madrid, en la que presenta a la ciudad a través de 139 fotografías magníficas, se deleitan los sentidos con las vistas de un Madrid encantado, de singular belleza y luz onírica, a veces envuelto en brumas, que parecen más bien vellones de ángeles, moradores de un Madrid que se luce en las alturas.

En dicha obra también hay cabida para los principales monumentos de los municipios colindantes a la capital (El Escorial, Castillo de Manzanares El Real, Buitrago de Lozoya, Chinchón, Navalcarnero y su Plaza de Segovia, la estación de Aranjuez, etc.), y retratos espléndidos de los bosques de la sierra, nevados, en silencio, pero palpitantes y llenos de vida.

La obra de Manso es una obra muy personal, más cerca de la pintura que de la fotografía, que no agota la fotogenia de Madrid ni es su retrato definitivo.

Sin embargo, recrear la vista en tan maravillosas fotografías produce un deleite inexplicable, y además es un ejercicio de sosiego, de aventura apasionante, en busca de las fuentes de la belleza, que es lo que en el fondo complace de veras la vista, el oído y, por extensión, el espíritu.










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