Resident Evil es un fenómeno mundial que revolucionó con su aparición la industria de los videojuegos. Una década después, las sucesivas creaciones de Shinji Mikami desarrolladas por Capcom, no sólo han vendido millones de copias en todo el mundo, sino que han consolidado toda una marca a través de películas, figuras coleccionables, cómics, o novelas. Varias generaciones han crecido con este icono del videojuego y han disfrutado con su ambiente tétrico, con sus protagonistas y las extrañas criaturas a las que deben hacer frente, y con la conspiración que envuelve este relato de supervivencia. La conspiración Umbrella es el primer libro de la saga; un relato especial para aquellos que han vivido este fenómeno en su adolescencia y quedaron marcados por él.
Con todo, debo decir que el libro de la autora S. D. Perry no forma parte de la literatura que cuida la estética ni está interesada en crear belleza a partir de las palabras. Pero cumple su función para el público al que está dirigido. No está mal escrito, se lee con facilidad y consigue el suspense adecuado para levantar una trama que es la estrella de la historia. En mi opinión, aunque Resident Evil desarrolla contenidos adultos, es literatura juvenil.
La historia arranca en pleno verano de 1998, cuando un grupo especializado en tácticas y rescates denominado STARS es llamado por el jefe de policía Brian Irons para investigar una serie de extraños y salvajes asesinatos producidos en las afueras de la localidad de Raccoon City. La ciudad, situada entre los bosques y las montañas Arklay, está sufriendo el ataque de desconocidas criaturas —las víctimas aparecen devoradas—, y es necesario que intervenga un equipo especializado para aclarar los crímenes. Entonces entran en juego los miembros de los STARS, organización formada por personajes tan emblemáticos como Chris Redfield, Jill Valentine, o el traidor y fascinante Albert Wesker.
La conspiración Umbrella es un relato de supervivencia porque prácticamente toda la historia se desarrolla en el interior de la siniestra mansión Spencer, propiedad de la compañía farmacéutica Umbrella y epicentro de los asesinatos. En primer lugar es enviado un equipo de reconocimiento, y cuando se pierde la comunicación con ellos, interviene el equipo Bravo, formado por Chris, Jill, Wesker, Barry, Rebecca Chambers y el piloto del helicóptero. Cuando aterrizan en las inmediaciones de la residencia y encuentran la nave accidentada de sus compañeros, son atacados por unas extrañas criaturas y se refugian en la mansión. Allí dentro los STARS se separan y, mientras se deshacen de todo tipo de monstruos (zombis, perros, cuervos, plantas carnívoras, etc.), descubren por qué han ocurrido los asesinatos. Los horribles hechos señalan a la compañía Umbrella, una poderosa corporación con la que la ciudad de Raccoon City prospera enormemente. Se anuncia, pues, una de las conspiraciones más alucinantes del reino de la ficción.
Al parecer la farmacéutica, dedicada a investigaciones biológicas, construyó la residencia como instalación para sus investigaciones. En realidad diseñaban armas biológicas. Pero poco después de iniciar los trabajos se produce un accidente y se propaga un virus letal con el que la compañía estaba trabajando. A partir de entonces las abominaciones que han salido de los experimentos, todos aquellos extraños seres que han nacido mientras los científicos jugaban a ser Dios, andan sueltos por la mansión —y fuera de ella—, sembrando la muerte a su paso. Una vez dentro, los miembros del equipo Bravo descubren que la multinacional desea encubrir los hechos, y para ello han comprado al capitán de los STARS, Albert Wesker, para que active el dispositivo de autodestrucción de las instalaciones y borre así las huellas de las investigaciones.
Son varias las cuestiones que quedan por resolver en el primer volumen, pero La conspiración Umbrella aporta una dosis suficiente de suspense como para atraer al lector. Uno de los cabos sueltos, por ejemplo, es qué pinta el misterioso personaje presentado como Trent, anunciado a Jill Valentine como «amigo de los STARS». Pero eso se deja para posteriores entregas de la saga. Tampoco se conoce aún el alcance de los sucesos ni las desventuras de los protagonistas, aunque en realidad todo gira en torno a las sombra de la misteriosa y siniestra multinacional.
Se podrían hacer algunas observaciones acerca del carácter de la multinacional y la motivación de los creadores de estigmatizar a una empresa fuerte con la que una comunidad prospera y se enriquece. Podría entenderse que no todo vale para crecer, es más, condicionamos nuestra felicidad al producto interior bruto porque vivimos inmersos en una realidad materialista y puramente consumista. Pero además de todo esto, en el fondo de la saga Resident Evil se puede hallar una denuncia al mundo científico que se salta la ética para cruzar horizontes que no debe, y las consecuencias sólo pueden ser desastrosas. En el origen está la raíz de todo mal. Por eso la autora abre el libro con una cita de Aristófanes que adquiere todo su significado cuando descubrimos la conspiración de Umbrella: «Los sucesos malvados proceden de causas malvadas».
En cualquier caso, a este tipo de libros tampoco se les puede pedir mucho más. Y siendo generoso creo que lo único que me chirría especialmente de la saga Resident Evil es su contenido visceral y explícito. En su día me apasionó, hoy lo miro con peores ojos. Pero esto es lo que hay:
Precio: 9,95 €
La conspiración Umbrella es un relato de supervivencia porque prácticamente toda la historia se desarrolla en el interior de la siniestra mansión Spencer, propiedad de la compañía farmacéutica Umbrella y epicentro de los asesinatos. En primer lugar es enviado un equipo de reconocimiento, y cuando se pierde la comunicación con ellos, interviene el equipo Bravo, formado por Chris, Jill, Wesker, Barry, Rebecca Chambers y el piloto del helicóptero. Cuando aterrizan en las inmediaciones de la residencia y encuentran la nave accidentada de sus compañeros, son atacados por unas extrañas criaturas y se refugian en la mansión. Allí dentro los STARS se separan y, mientras se deshacen de todo tipo de monstruos (zombis, perros, cuervos, plantas carnívoras, etc.), descubren por qué han ocurrido los asesinatos. Los horribles hechos señalan a la compañía Umbrella, una poderosa corporación con la que la ciudad de Raccoon City prospera enormemente. Se anuncia, pues, una de las conspiraciones más alucinantes del reino de la ficción.
Al parecer la farmacéutica, dedicada a investigaciones biológicas, construyó la residencia como instalación para sus investigaciones. En realidad diseñaban armas biológicas. Pero poco después de iniciar los trabajos se produce un accidente y se propaga un virus letal con el que la compañía estaba trabajando. A partir de entonces las abominaciones que han salido de los experimentos, todos aquellos extraños seres que han nacido mientras los científicos jugaban a ser Dios, andan sueltos por la mansión —y fuera de ella—, sembrando la muerte a su paso. Una vez dentro, los miembros del equipo Bravo descubren que la multinacional desea encubrir los hechos, y para ello han comprado al capitán de los STARS, Albert Wesker, para que active el dispositivo de autodestrucción de las instalaciones y borre así las huellas de las investigaciones.
Son varias las cuestiones que quedan por resolver en el primer volumen, pero La conspiración Umbrella aporta una dosis suficiente de suspense como para atraer al lector. Uno de los cabos sueltos, por ejemplo, es qué pinta el misterioso personaje presentado como Trent, anunciado a Jill Valentine como «amigo de los STARS». Pero eso se deja para posteriores entregas de la saga. Tampoco se conoce aún el alcance de los sucesos ni las desventuras de los protagonistas, aunque en realidad todo gira en torno a las sombra de la misteriosa y siniestra multinacional.
Se podrían hacer algunas observaciones acerca del carácter de la multinacional y la motivación de los creadores de estigmatizar a una empresa fuerte con la que una comunidad prospera y se enriquece. Podría entenderse que no todo vale para crecer, es más, condicionamos nuestra felicidad al producto interior bruto porque vivimos inmersos en una realidad materialista y puramente consumista. Pero además de todo esto, en el fondo de la saga Resident Evil se puede hallar una denuncia al mundo científico que se salta la ética para cruzar horizontes que no debe, y las consecuencias sólo pueden ser desastrosas. En el origen está la raíz de todo mal. Por eso la autora abre el libro con una cita de Aristófanes que adquiere todo su significado cuando descubrimos la conspiración de Umbrella: «Los sucesos malvados proceden de causas malvadas».
En cualquier caso, a este tipo de libros tampoco se les puede pedir mucho más. Y siendo generoso creo que lo único que me chirría especialmente de la saga Resident Evil es su contenido visceral y explícito. En su día me apasionó, hoy lo miro con peores ojos. Pero esto es lo que hay:
«Barry apuntó su Colt hacia la criatura que se arrastraba hacia él y disparó. El pesado proyectil esparció el semipodrido cráneo de aquel ser justo cuando le tocaba la bota. Unas pequeñas gotas le salpicaron la cara mientras el zombi se movía espasmódicamente y moría definitivamente. Barry se limpió el rostro con el dorso de la mano, sin intentar contener un enorme gesto de asco. Los pequeños azulejos blancos de la pared de la cocina se llevaron la peor parte de las salpicaduras, y unos pequeños regueros de sangre comenzaron a bajar hasta llegar al gastado linóleo marrón del suelo y a formar charquitos allí. Era realmente asqueroso» (p. 114).
FICHA
Título: Resident Evil Volumen 1: La conspiración Umbrella
Autor: S. D. Perry
Editorial: Timun Mas
Otros: 2002, 256 páginas
Precio: 9,95 €
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