¿Por
qué hay cada vez menos cristianos en la civilización occidental, siendo supuestamente
la más «desarrollada» de todas? Mi respuesta no puede ser sino inmediata:
Porque el mundo ya no los crea.
Conviene
que sea más preciso con esta tesis particular. Que el mundo no genere
cristianos significa exactamente que las ideas dominantes de la era actual no
favorecen el nacimiento y posterior desarrollo del espíritu cristiano.
De
esta manera, si el mundo ya no genera cristianos, ¿cómo van a serlo entonces las
masas? Mi preocupación, en relación con las creencias actuales, es distinguir
de dónde proceden éstas para mostrar al hombre presente que sus ideas no son
propiamente suyas, sino las impuestas por el mundo desde hace al menos dos
siglos y medio. Me explico. Lo que quiero decir con esto, si no está
suficientemente claro, es que ateos y agnósticos lo son por inercia, es decir,
que su incredulidad les viene dada por el ambiente, al seguir el curso
ordinario de la corriente, o las directrices ideológicas de la época en la que
han nacido. Ésta. La suya y la mía. En realidad hay muy pocos ateos o
agnósticos que se hayan preocupado por fundamentar sus ideas, la gran mayoría
asume los principios vigentes, sintiéndose cómodos bajo ellos. Pocos, como digo,
han examinado por su cuenta las creencias que profesan, pues es más fácil
asumir el molde del que proceden.
Es cierto,
por otro lado, que todavía existen creyentes y que la fe se conserva en mayor o
menor medida, o en un grado u otro de pureza, en miles de personas. Sin
embargo, la religiosidad popular o tradicional está enfrentada a la ideología
dominante, extendida con éxito en la educación, el cine, la literatura, los
medios de comunicación, etc.; es decir, lo que hemos llamado el ambiente. Y
siendo esto así, me pregunto, las ideas de ateos y agnósticos, coincidentes con
las encumbradas por el ambiente, ¿son realmente suyas? Es decir, ¿cree el
hombre actual que Dios no existe porque le parece lo más razonable, o porque en
el fondo es lo más cómodo y es lo que le dictan las modas reinantes? Este es
realmente el propósito fundamental de este escrito: Llamar la atención al
hombre moderno acerca de sus creencias infundadas; mostrarle que lo que él
cree, en primer lugar, no es un producto racional suyo, y en segundo lugar, que
sus ideas proceden, no de sí mismo, sino de la Ilustración anticristiana del
siglo XVIII.
Para
confirmar esto basta con acudir a los principios medulares de la cosmovisión religiosa
actual. Si estos puntos definen las creencias presentes de mis semejantes, las
creencias dominantes, habrá que retroceder al origen de éstas para demostrar
que el hombre contemporáneo incrédulo, ya sea agnóstico o ateo, lo es en buena
medida por inercia y no porque su posición sea en realidad más razonable o
verdadera. Veamos, pues, cuáles son las ideas vigentes de este mundo incoherente:
- Dios no existe.
- La fe y la razón son contrarias.
- Ciencia y religión son incompatibles.
- No existen los dogmas y defenderlos es fanatismo.
- No hay milagros ni orden sobrenatural, tan sólo supersticiones.
- Después de la vida no hay nada. En el fondo no somos más que animales.
Pues
bien, un porcentaje altísimo de la población occidental asume este credo sin
fisuras, y otro importante pedazo de la misma discrepa en algunos puntos pero
vive como si fueran ciertos. Hablaré únicamente de los primeros, de los persuadidos
agnósticos y ateos. Ellos confían en el ambiente actual, y si el ambiente
actual asegura o tiende a confirmar las ideas anteriores, ellos las admiten sin
problemas. Es el molde en el que han nacido.
Algunos,
motivados por el orgullo, dirán que no hace falta que ellos consideren la cuestión
por su cuenta pues el mundo progresa y el progreso ha demostrado que la
religión es un pretexto de la mente para no enfrentarse al gran tabú de la
muerte. Que el mundo avanza es un hecho, pero donde hay visiones encontradas es
en qué dirección lo hace.
Examinemos,
si no, antes de acabar la introducción y pasar a describir el proceso de
formación de las ideas actuales en el siguiente escrito, lo que supondría para
el hombre actual tener que aceptar una religión que encierra en sí misma un
modelo moral y en consecuencia una serie de obligaciones éticas. Cojamos por
ejemplo un drama social cualquiera. Matrimonios y noviazgos se rompen
exponencialmente, y no hay casi nadie que al menos no caiga en algún momento de
su vida en la infidelidad (traición, adulterio, aventura, o como quieran
llamarle). ¿En serio cree alguien que esta abundancia de personas verá con buenos ojos una religión
que censure sus obras? ¿Luego es cómodo para el hombre actual una moral que le
recuerde que por ese camino está alejándose, aunque no lo crea, de la felicidad
que tanto desea? Aceptar a Dios, en el fondo, como se desprende de este sencillo
ejercicio, no tiene tanto que ver con argumentos racionales, sino con otra
clase de cuestiones que nada tienen que ver con la razón.
Por lo
tanto, para describir el proceso que responde a la pregunta que formulaba al
principio, a por qué el mundo ya no crea cristianos, me valdré de una nueva
pregunta, algo así como su formulación inversa. ¿Por qué hay tanto ateo, agnóstico y
panteísta en el mundo actual?
La gestación
y evolución de las ideas en las que creen estas personas se describe a
continuación. ¿Entenderán entonces que parten de una realidad dada, y que
desconfían de la existencia de Dios no porque no les parezca razonable, sino
porque sus motivaciones son principalmente de otro orden? ¿Cuántos son los que de verdad se plantean tal
interrogante?
I-¿Por qué quedan tan pocos cristianos?
Hombre muchos hemos nacido en el molde contrario de colegios religiosos a ultranza y hemos sido capaces de escapar,,,,,
ResponderEliminar