Forzoso parece a
estas alturas la eterna elección entre el bien y el mal, como si una fuerza
misteriosa nos arrastrara constantemente hacia un pronunciamiento moral.
No hay hombre,
presente o pasado, que no haya estado sujeto a tan imperiosa ley, ni
civilización que no haya hundido su curiosidad innata en los entresijos que tal
decisión entraña.