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domingo, 30 de agosto de 2015

1984 de George Orwell (releído)

«El poder es Dios», reza una de las frases más contundentes de la espeluznante novela de Orwell 1984. Este verano he vuelto a acercarme a este enloquecedor panorama futuro, quimérico para unos, profético para otros. Desde luego no imposible. Basta comprobar cómo el poder, echando mano de la tecnología, estrecha sus garras mortíferas sobre nuestras gargantas. Sin duda esta novela será también un pasatiempo de ficción, pero no deja de ser un magnífico análisis del poder y de las relaciones y dependencias que crea en los individuos. Pero lo que quiero destacar en este comentario es que hoy se está más cerca del gobierno totalitario mundial que describe Orwell en su famosa novela que cuando éste decidió escribirla. Me ha sorprendido comprobar cómo las personas de ese Londres ficticio se parecen a las de hoy en día.

jueves, 27 de agosto de 2015

Las Suplicantes de Esquilo

Las Suplicantes es la menos trágica de todas las tragedias de Esquilo. Pero sería una ilusión pensar que los sufrimientos no forman parte de este relato. En primer lugar porque una guerra ensombrece el horizonte de Argos, que ha dado cobijo a las 50 hijas de Dánao. Este mal, que es el mayor de todos lo que aquí se tratan, queda no obstante vaticinado y pendiente de resolución; pero cuesta poco estremecerse ante los tambores de la guerra. Y en segundo lugar porque las suplicantes representan la figura del refugiado. Todas esas personas que buscan acogida fuera de su país con motivo de una catástrofe o una guerra. Y este no es un drama pequeño. La desesperación de estas gentes queda aquí inmortalizada por Esquilo como un grito que nunca cesa. Desgraciadamente, hasta de los refugiados han hecho las logias una tapadera para introducir el islam en Europa.

martes, 18 de agosto de 2015

Rurouni Kenshin de Nobuhiro Watsuki

En los años 90 del pasado siglo se produce en España una verdadera invasión del llamado manga, o cómic japonés. Acaudillaba ese asalto al Viejo Continente una obra que ha marcado a varias generaciones de jóvenes y que hoy es mundialmente conocida, para regocijo de Akira Toriyama, su creador. Me refiero, claro está, a Dragon Ball, o Bola de Dragón en castellano. Mi juventud desde luego no habría sido la misma sin personajes como Son Goku o Vegeta. Y sin la alegría que acompañaba la llegada de un nuevo número a los quioscos. El alma de esa historia, y su verdadero protagonista, Son Goku, se convirtió en ídolo para millones de jóvenes, precisamente por defender a cuantas personas lo necesitasen. Su inocencia, o pureza, todavía me conmueven; por no decir que lo hacen ahora, ya alcanzada la treintena, con mayor fuerza que antes. Pues bien, no menos quijotesco es Kenshin Himura, protagonista de otro manga delicioso y también de gran éxito: Rurouni Kenshin. Magnífica obra que a pesar de su realismo sigue señalando claramente las diferencias entre los buenos y los malos, representantes de esas dos fuerzas que desde tiempo inmemorial chocan por un designio impenetrable.

País de Nieve de Yasunari Kawabata

Comprendo que Yasunari Kawabata despierte en sus lectores sentimientos encontrados. Su estilo detallista, elegante, conciso, de enorme claridad y al servicio del retrato psicológico de los personajes, no admite dudas por su innegable maestría. Tampoco su destreza para dar cuerpo al espíritu del pueblo japonés. Pero tanta delicadeza para describir emociones y ambientes ha de ser compensada por una piedad infinita a fin de soportar la insatisfacción y la melancolía que ungen sus páginas. La soledad, la muerte, las fronteras de la sexualidad, la ininteligibilidad del mundo, los esfuerzos baldíos; temas medulares del primer premio Nobel del país del Sol Naciente. Sin embargo, toda la obra de Kawabata está atravesada por una formidable espina, mucho mayor que las anteriores: el problema del erotismo. País de Nieve expone ejemplarmente este dilema, así como la insatisfacción del alma humana (por un amor que nunca es consumado) y unas descripciones simbólicas y muy hermosas de la naturaleza nipona.

domingo, 9 de agosto de 2015

El Príncipe de Nicolás Maquiavelo

Uno de los clásicos por excelencia de la filosofía del poder es la principal obra de Maquiavelo. Desde que se escribió esta obra muchos han sido los poderosos que la han leído atentamente y, lo peor de todo, tomado al pie de la letra. Por ejemplo Napoleón, el cual llegó a comentar El Príncipe. Precisamente el texto leído para este breve ensayo es acompañado por los comentarios de Napoleón Bonaparte, reflejándose en ellos el alma del tirano nacido en Córcega.

Elogio de la Locura de Erasmo de Rotterdam

Elogio de la Locura fue dirigida por Erasmo de Rotterdam a su amigo Tomás Moro, escrita en 1509 y publicada dos años después, en 1511.  En lo formal, es característico del texto que hable la Locura en primera persona, como protagonista absoluta de la obra. Erasmo quería mostrar, mediante una ironía no exenta de espíritu reformista, los supuestos beneficios que aporta ésta (la locura) a la humanidad, siendo por tanto éste un texto subversivo contra el orden establecido, ácido con los poderosos de la época y censor de los abusos de la Iglesia de aquel tiempo. Se olvida flagrantemente que Erasmo fue ordenado sacerdote (católico) el año del descubrimiento de América, más por ignorancia que por malicia, y que una verdadera reforma de la Iglesia tardomedieval o renacentista era el único acicate de este libro.