miércoles, 10 de noviembre de 2010

Fullmetal Alchemist o las leyes que no está permitido cruzar

Full Metal Alchemist es un manga de acción y aventuras, pero con un contenido poco dado a chistes o gracias pese al humor que recorre la obra. Pues sobre todo es una metáfora de los límites del ser humano y las consecuencias que conlleva intentar superarlos. La responsable de las ilustraciones y del propio texto es Hiromu Arakawa, quien inventa un mundo donde la alquimia está ampliamente extendida y en el que dos hermanos, Edward y Alphonse Elric, marcados desde su infancia por una tragedia, deciden profundizar en los secretos alquímicos a fin de devolver la vida a su madre.

Norma Editorial ha sido la encargada de publicar la obra de Full Metal Alchemist, que por lo visto se divide en 26 volúmenes, faltando para que salga a la luz el último tomo. El dibujo es de categoría, a pesar de que hay posturas en los personajes que no me convencen demasiado, o escenarios algo fríos, estando las expresiones faciales sin embargo muy logradas, y siendo las viñetas que reflejan acción —distintivo del manga— realmente encomiables. Ahora bien, ¿de qué va este manga que, como hemos dicho, presenta una narración madura y plantea problemas tales como el choque entre la fe y la razón?

Por lo que se desprende del primer volumen, los hermanos Elric se convirtieron en alquimistas a raíz de la muerte de su madre, cuando todavía eran pequeños. De hecho, entran en el Ejército, concretamente en un cuerpo de fuerzas especiales; además, Edward alcanza el grado de alquimista nacional y será reconocido más tarde como el Alquimista de Acero. Pero el desgraciado acontecimiento de la muerte de su madre había dejado en sus corazones una imborrable huella. Por eso deciden estudiar sin descanso los conocimientos alquímicos con la intención de devolverla a la vida. Sin embargo todo sale mal y les cuesta muy caro: Edward —el mayor, y el más bajito— pierde una pierna y un brazo, que luego sustituye por unas prótesis de acero; mientras que Alphonse, por otro lado, pierde su cuerpo, existiendo, a pesar de todo, en una armadura de hierro vacía. Desde entonces persiguen la piedra filosofal tratando de recuperar su naturaleza perdida.

En este mundo ficticio que imagina Arakawa la alquimia es una ciencia conocida que tiene sus propias leyes, y algunas de ellas, como decía, no pueden cruzarse. Una de estas leyes es la Ley del Intercambio Equivalente que consiste en que hay que ofrecer algo del mismo valor que aquello que se desea obtener. Lógico, pues el principio de la alquimia es comprender la materia para ser capaz de descomponerla y reordenarla creando algo nuevo. Así pues, recuperar una vida, exige otra vida.

En fin, esta brillante alegoría de los límites humanos hace de Full Metal Alchemist una serie a tener en muy cuenta, en primer lugar para aquellos amantes de cualquier buena historia y, en segundo, para cualquier apasionado de los mangas. El relato es realmente sabroso. Así como el conflicto entre la fe y la ciencia, uno de tantos conflictos que se encuentran en esta historia de conspiraciones y encantamientos. En mi opinión la verdadera metáfora que tiene intención de comunicarnos la autora es la enorme responsabilidad que entraña un gran poder. Es más, las consecuencias que resultan de hacer uso de ese gran poder o de superar límites que no pueden ser superados por el hombre. (Puede verse también este problema en otro manga, Pluto, creado por Naoki Urasawa.)

Naturalmente la creadora de Full Metal Alchemist debe de haber estudiado la tradición alquímica medieval europea para tejer esta historia. No en vano, como Mar Rey Bueno escribe en Magos y Reyes, los saberes alquímicos se asentaron en Europa desarrollando diferentes ramas: 

 «por una parte, la alquimia metalúrgica, dedicada a la transmutación metálica y que representa el primer concepto que se tiene de esta práctica en Occidente; por otra, la llamada alquimia del elixir, esto es, la búsqueda de la perfección del cuerpo humano, así como de los metales a través del arte sagrado, y en tercer lugar, la alquimia espiritual, que aparece a raíz de los diversos conceptos vinculados con la alquimia del elixir, y que promueve la consideración de la alquimia como un medio de salvación» (Mar Rey Bueno: Magos y Reyes, Edaf, Madrid, 2008, p. 46).

Ya veremos por tanto si en Full Metal Alchemist aparecen las ideas de Paracelso acerca del hombre o nada tienen que ver con éste. Pues el médico suizo creía que todos los seres vivos estaban compuestos químicamente por un compuesto equilibrado de tres principios: sal, mercurio y azufre.

Con todo, me ha parecido que merece mucho la pena la historia de Full Metal Alchemist; mucho más que una interesante aventura con discurso moral.


Japón y su literatura

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