martes, 23 de noviembre de 2010

Crimen y castigo de Fiodor Dostoievski: cuando el asesino no reconoce su culpa

Crimen y castigo es una de las obras fundamentales de la literatura universal. Un relato obligado que nos proporciona claves para entender —en la medida de lo posible— al ser humano, y por qué la vida en la tierra es un vía crucis, un valle de lágrimas, una aventura maravillosa surcada por la aflicción y la angustia. Dostoievski habla en este libro de temas universales como el dolor humano, el crimen, la culpabilidad, el asesinato, la búsqueda de perdón divino o la necesidad de redención. Son temas que han sido tratados por otro muchos autores, pero nadie como Dostoievski ha buceado tan profundamente en los entresijos del alma racional.
La historia de la novela se centra en Raskólnikov, un personaje que pretende arrancar de su interior todo sentimiento de culpabilidad. Posteriores interpretaciones a partir de Nietzsche lo consideran un superhombre. Es decir, un hombre que recoge los movimientos nihilistas y totalitarios de su tiempo y los traduce en comportamientos liberados de cualquier responsabilidad. Raskólnikov cree que puede hacer lo que le venga en gana, y por eso asesina a una vieja usurera porque en su opinión la vida de ésta no vale nada.
     Lo que está planteando Dostoievski aquí es que el hombre es capaz de lo mejor pero también de lo peor, y que sin sentimiento de culpa —dirección a la que apuntan las sociedades contemporáneas— el crimen no puede ser juzgado ni perdonado, y por tanto el castigo deja de tener sentido. Y es que la culpabilidad es un sentimiento civilizador, sin el cual todo es nihilismo y destrucción. Una sociedad sin conciencia de culpa no puede construir nada. Sin embargo, el genio ruso hace un intento con este relato por trascender su propia experiencia personal, ya que la novela es su biografía espiritual. Por esa razón, a Raskólnikov le surge poco a poco cargo de conciencia. A partir de aquí aparece el arrepentimiento. Antes de eso, en su pretensión de demostrarse que puede asesinar fríamente, su comportamiento es torpe e inseguro, y su progresiva evolución lo va conduciendo a darse cuenta de que lo que de verdad está buscando es ser castigado. Raskólnikov desea ser castigado porque el mal le fascina y anhela alcanzar un mal absoluto para estar seguro de no poder salvarse jamás. Sus crímenes por tanto son vejatorios y humillantes, salvajes en grado sumo. Todo para garantizarse un castigo seguro, y probar con esto si hay algo más allá de la muerte. Sirva este pasaje donde el protagonista manifiesta el concepto que posee de las personas:
Lo de la vieja es lo de menos —pensaba con ardor e incoherencia—; la vieja puede haber sido un error y no se trata de ella. La vieja no era más que una enfermedad… que yo quería superar cuanto antes… ¡Yo no he matado una persona… he matado un principio! (p. 380).
     La fascinación por el mal que siente Raskólnikov es la manera que tiene de perseguir un absoluto a falta de Dios. Finalmente, Dostoievski introduce un elemento de compasión y piedad: el amor que trae consigo conocer a Sonia cambia la mentalidad del personaje. Ella le hace ver que debe ser castigado por sus brutales crímenes, que lo que ha hecho está mal. 

      El ser humano, en efecto, se siente purificado a través del amor y, por él, comprende que es un sujeto moral responsable de sus actos. El amor enternece y transforma el pensamiento. La misericordia se derrama entonces cuando la persona reconoce su culpa y desea ser salvada. Si hay voluntad de conversión, la gracia no tiene límites.
     Crimen y castigo, finalmente, es una reflexión acerca de la presencia del mal en el mundo, y de la única manera que hay de darle sentido al dolor: aceptar la culpabilidad por nuestra acciones y reconocer que merecen castigo. Ése es el primer paso que conduce al hombre de nuevo hacia Aquél del que todas las cosas dependen.

FICHA
Título: Crimen y castigo
Autor: Fiódor Dostoievski
Editorial: Cátedra
Otros: Madrid, 2009, 706 páginas
Precio: 12,90 €

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