domingo, 29 de noviembre de 2020

Tito Andrónico de William Shakespeare

William Shakespeare es un enigma histórico, tan grande o mayor que el que representa Miguel de Cervantes Saavedra. Los datos que poseemos de su vida son exiguos, y cuesta entender un genio tan grande. En cuanto a sus creencias religiosas, plasmadas en sus obras, cada lector y estudioso que se han acercado a las mismas ha visto reflejadas en ellas sus ideas de una manera u otra. Así, arrimando el ascua a su sardina, cada intérprete ha entendido a su modo la obra del bardo. Los ateos han visto a un Shakespeare impío; los católicos, a un criptocatólico fiel a Roma; y los anglicanos, a un hijo obediente a la corona inglesa. Forzosamente, alguien tendrá la razón, sin que pueda descartarse a priori una evolución en las ideas del gran poeta y dramaturgo.

Sabemos que sólo en algunas de sus comedias se encuentran argumentos completamente originales. Los dramas históricos y sus tragedias se inspiran en historiadores de la Antigüedad como Plutarco, en cronistas ingleses y en alguna novela extrajera, como ocurre en el caso de Otelo. En la primera de sus tragedias, Tito Andrónico, quedan patentes esas fuentes, pues Shakespeare bebe de un mito clásico y de la interpretación que hizo del mismo Séneca en Tiestes. También quedan reflejadas sus ideas religiosas, aunque no son tan fácilmente visibles.

En concreto, la historia de Tito Andrónico es pavorosa, injuriosa, sanguinolenta. El senado y el pueblo de Roma están de luto. El emperador ha muerto y sus dos hijos aspiran a relevar a su padre. La ambición de poder y el honor de cada cual juegan un papel determinante. El mayor, Saturnino, desea hacer valer su primogenitura; el segundo, Basiano, pide a los electores que tengan en cuenta el mérito de cada uno, que atiendan a sus cualidades y reparen en la vileza de su hermano: «Y ahora no toleréis que el deshonor se acerque al asiento imperial, que ha sido consagrado a la virtud, justicia, continencia y nobleza». Entretanto, el tribuno de la plebe, Marco Andrónico, propone otro candidato: Tito Andrónico, glorioso general que mientras se discute quién ocupará la más alta magistratura de Roma, regresa victorioso de la guerra contra los godos, llevando consigo como trofeos de guerra a la reina goda Tamora, y a sus hijos y esclavos. Por desgracia, la llegada de estos bárbaros a Roma desata una tremenda hecatombe entre las familias de los aspirantes al trono.

jueves, 26 de noviembre de 2020

El explorador Reiner Geist (primera parte)


Los tres aldabonazos retumbaron como las pisadas de un rinoceronte iniciando una embestida. Segundos después, volvieron a vibrar las paredes de la casa, debido a otra ristra inmisericorde de manotazos. Al otro lado de la puerta se oía refunfuñar a un hombre, peleado con los objetos que poblaban su valija: no encontraba las llaves de la puerta.

Con miedo al principio pero con regocijo al final, los habitantes de la casa se acercaron hasta la entrada principal. El primero de ellos fue Teo.

—¡Es el abuelo! ¡Ya está aquí el abuelo Reiner! —exclamó el niño, al saber que su admirado abuelo regresaba por fin después de un largo viaje. Y abrió él, entusiasmado, antes de esperar a que su madre o su abuela se adelantaran. En esas circunstancias no le reñirían.

Por más que había visto a su abuelo, al niño le seguía impresionando vivamente aquel hombre. Sin duda seguía siendo corpulento a pesar de la edad, que su nieto creía legendaria. Parecía medir casi dos metros de alto. De tez albina y cabello rojizo, el niño nunca lo había conocido sin lucir su espesa y sublime barba bermeja o sin llevar elegantes trajes hechos a medida, complementados en todo momento con pañuelos estampados de colores llamativos y corbatas o pajaritas originales. Y raras veces lo había visto, además, sin sus distinguidos sombreros, de los cuales poseía docenas, de todos los modelos imaginables y comprados en los más exóticos países. Con todo, lo que más le impresionaba con diferencia del abuelo Reiner era su potente voz, recia como la de un barítono, que amplificaba su eco poderoso cuando hablaba con pasión inusitada de todo lo que le atraía o interesaba. Y sin embargo aquel hombre era afable y noble, de trato dulce y exquisito, como los dátiles que a menudo les traía de Argelia. De hecho, una pincelada en su rostro revelaba sin lugar a dudas ese talante suave y cordial: unas mejillas sonrosadas que aparentaban polvos encarnados a modo de colorete.

martes, 24 de noviembre de 2020

El caso Alcàsser: la serie documental de Netflix

El viernes 13 de noviembre de 1992 desaparecieron tres jóvenes en la localidad valenciana de Alcácer (o Alcàsser). Sus cadáveres fueron hallados dos meses y medio depués, en penoso estado de conservación. Enseguida se determinó que Miriam, Antonia y Desirée habían sido secuestradas, y posteriormente violadas, torturadas y asesinadas. Yo por entonces tenía sólo siete años, pero recuerdo con claridad aquel espantoso suceso, que acabó convirtiéndose en un verdadero trauma colectivo. Con el tiempo, me informé, leí algunos libros y saqué mis propias conclusiones, aunque previamente había deducido, casi por intuición, que Miguel Ricart y Antonio Anglés, los condenados por la sentencia judicial, no eran los verdaderos culpables del crimen.

Dicho esto, he visto la serie que la plataforma audiovisual Netflix, de claro sesgo ideológico, estrenó en junio de 2019 sobre el horrible caso. Las formas son respetuosas y la factura técnica es muy buena, pero quiero hacer algunas observaciones sobre el contenido, y no tanto sobre el tono o la calidad de edición de dicha serie, aunque reconozco que los saltos temporales no ayudan a esclarecer las responsabilidades criminales.

viernes, 20 de noviembre de 2020

El Ángel Caído del Retiro

La tarde es sumamente agradable, y por segunda vez en la semana, salgo a pasear por el Retiro. El bello espacio cercado ofrece los típicos colores otoñales y el olor a humedad propia del follaje en estas fechas. Entrando por la Puerta de la Independencia, encamino mis pasos hacia el Estanque Grande, donde me detengo un tiempo indeterminado contemplando el monumento a Alfonso XII y me recreo asistiendo a una pelea de patos, que, indiferentes a la presencia de un nutrido número de curiosos, dirimen sus diferencias con alborotada y alegre porfía.

El parque está poblado de enmascarados, pero en ellos se perciben las ganas de vivir y de ser libres. Esta vez no me desvío hacia la izquierda para disfrutar de las vistas del Palacio de Cristal, sino que me dirijo por el Paseo de Cuba hacia la fuente del Ángel Caído, monumento que concita en torno suyo una expectación incesante. En ese punto, que parece más bien un campo magnético, me paro y hago una pausa. Y sobre el pedestal contemplo a Lucifer, el más importante de los ángeles caídos.

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Las crónicas de Narnia (I): El león, la bruja y el armario de C. S. Lewis

Clive Staples Lewis es un referente inexcusable de la narrativa fantástica, y uno de los grandes escritores en lengua inglesa de literatura infantil y juvenil. Fue crítico literario, novelista, ensayista, académico y buen amigo de Tolkien, con el que además compartió creencias religiosas y una gran afición por la mitología nórdica. Junto a otros académicos y escritores, apasionados igualmente por la literatura, formaron un cenáculo literario asociado a la prestigiosa Universidad de Oxford llamado Inklings

Las Crónicas de Narnia, obra que le reputó fama mundial, y que en apariencia es un épico cuento de hadas, es en realidad una salutífera alegoría cristiana que plantea el universal tema de la lucha entre el bien y el mal.

El primero de los relatos de esta saga literaria, según el orden de publicación, es El león, la bruja y el armario (1950). Esta bella historia comienza contando lo que les sucede a cuatro niños llamados Peter, Susan, Edmund y Lucy, cuando en plena Segunda Guerra Mundial son enviados al interior de la campiña inglesa para huir de los bombardeos que, enmarcados en la Batalla de Inglaterra y aplicados por la Luftwaffe, arrecian sobre Londres. 

jueves, 12 de noviembre de 2020

Los Pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán

Emilia Pardo Bazán de la Rúa-Figueroa (1851-1921) fue una mujer extraordinaria nacida en La Coruña a mediados del siglo XIX. De joven leía vorazmente a Cervantes y Homero, la Sagrada Biblia y Víctor Hugo. Poseyó un hambre intelectual fuera de serie y fue católica por la gracia de Dios a pesar de ser muy abierta de mente. Pronto se alejó de las ideas liberales de su familia, reconociendo el error inherente a las mismas, acercándose después al tradicionalismo carlista. Por esa razón desaprobó el parlamentarismo, que derivaba siempre en caciquismo, denunciado por la escritora gallega en tantas de sus obras. Los Pazos de Ulloa es su gran obra maestra. Escrita en un estilo que oscila entre el naturalismo y el realismo, la gran novela de la condesa refleja su enorme cultura, su gran intelecto y su admirable destreza para ejecutar tamaño ingenio.

Además, doña Emilia se consideró feminista radical, pero hubiera aborrecido hasta las túnicas manchadas con sus cuerpos de las hembristas de nuestro siglo, auténticas analfabetas y verdaderas liendres del presupuesto público. Y, por supuesto, se declaró patriota y enemiga de provincianismos separatistas, escogiendo para su carrera literaria el castellano, «debido a su carácter más universal que la lengua gallega».

sábado, 7 de noviembre de 2020

La democracia en América de Alexis de Tocqueville

Los Estados Unidos de América nacen formalmente el 4 de julio de 1776, fundados en la creencia en un Dios creador, y en el respeto a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Han pasado desde entonces casi dos siglos y medio y la nación americana se ha convertido en la primera potencia mundial. Sin embargo, desde la Guerra de Secesión (1861-1865) el pueblo norteamericano jamás ha atravesado una crisis tan grave como que la que ahora atraviesa. En las recientes elecciones generales, celebradas el 3 de noviembre de 2020, el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha denunciado el escandaloso fraude plebiscitario perpetrado a favor del Partido Demócrata. Y ha recordado que «los votos legales deciden al presidente, no los medios de comunicación». Pero este hecho no parece importarle a casi nadie. No interesa la verdad, revele lo que revele. Porque la televisión es Dios, y es Ella quien decide qué es verdad y quién es el presidente. 

Al respecto de este gran país, el 2 de abril de 1831 el pensador francés Alexis de Tocqueville fue enviado por su gobierno al continente americano para examinar de cerca al gran país useño. Permaneció allí casi un año. Al regresar, creyó oportuno plasmar sus impresiones y compartirlas con el público. Lo que entregó a las imprentas fue un clásico del pensamiento político, La democracia en América, publicado en dos partes o volúmenes, en los años 1835 y 1840, respectivamente. Creía, y acertaba sin duda, que algunos aspectos de su descripción podían tener un gran interés, incluso un interés de actualidad. 

jueves, 5 de noviembre de 2020

Sigüenza


Se ha convertido en lugar común describir los lugares que visitamos y tienen cierto aire medieval diciendo de ellos que parece como si por estos no hubiera pasado el tiempo, y, sobre todo, como si al pasear por sus calles nos hubiésemos trasladado a la Edad Media. En España, sin duda, hay lugares con mucho encanto, y en particular con ese sello medieval tan agradable. Pero nadie debería pronunciarse tan a la ligera si no ha estado en Sigüenza, villa célebre donde se gradúa el cura amigo de Alonso Quijano, y con quien discute acerca de quién es el más grande caballero andante de los libros de caballerías.

Desde Madrid no queda lejos Sigüenza. Tomando la Autovía del Nordeste y pasando Guadalajara, hay que desviarse y recorrer unos veinte kilómetros hasta Sigüenza por carretera de doble sentido, a lo largo de la cual el paisaje alcarreño presenta ─entre campos confiados a la siembra, castizos pinares, y abundantes sabinas y carrascas. También es fácil sorprender a los corzos comiendo las innumerables semillas que quedan en los labrantíos tras las cosechas. Desde luego, la vista que proporciona el conjunto de sierra y campiña recrea los sentidos e impresiona el alma.

Al girar la última curva, asoma en el horizonte la magnífica población, abarcada por los campos de labor y las hoces que son el alma de Castilla. Inmediatamente sobresalen la catedral y el castillo, sitos una y otro en cada uno de los extremos del caserío. En mi opinión, conviene iniciar la visita por la atalaya donde se encuentra encumbrada la fortaleza, durante siglos residencia de los obispos de Sigüenza y hoy Parador Nacional de Turismo.