lunes, 12 de noviembre de 2012

El mundo es ansí de Pío Baroja


Don Pío Baroja (San Sebastián, 1872-Madrid, 1956) es uno de los escritores españoles más importantes del siglo XX, y una pluma destacada de la brillante generación literaria del 98 (grupo de escritores, poetas y ensayistas españoles afectados por la crisis moral y política en la que se sumió la nación tras la derrota militar frente a los USA y la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas). Fecundo en obras como Galdós pero, a mi juicio, más agudo en la exploración de los sentimientos de sus personajes que éste, Baroja es un narrador colosal. Su prosa no es tan limpia y perfecta como la de Valle-Inclán y, sin embargo, imprime a sus novelas una fuerza tremenda. El mundo es ansí es una obra ideal para ilustrar la capacidad narrativa de su autor, y también para enfrentarnos al pesimismo existencial de sus obras.


         El mundo es ansí forma parte de una trilogía sobre ciudades —más o menos arbitraria, pues fue el propio autor el que las agrupó sin venir demasiado a cuento— junto a César o nada y La sensualidad pervertida. Se estructura en tres partes. En cada una de ellas seguimos el acontecer por varios pueblos de Europa de Sacha Savarov, una joven rusa con gran sensibilidad y carácter melancólico. En el prólogo Baroja nos introduce casi al final de la historia que nos va a contar. Sacha se casa, en segundas nupcias, con Juanito Velasco (un señorito rico hijo de un cosechero riojano que «gastó dinero en abundancia, ensayó varias carreras y deportes y, por último, decidió ser pintor»). En la primera parte don Pío se remonta a los orígenes de la muchacha, y de ahí desarrolla los pasos que va dando en la vida su criatura. Así, al mismo tiempo que disfrutamos de la psicología de la protagonista, observamos el diferente carácter de los pueblos europeos que atraviesa la joven, ese espíritu amasado con aquellas cosas que tienen en común y que les dan una identidad propia frente a lo que los diferencia de los demás pueblos de otras latitudes y ambientes.

         En la primera parte encontramos a Sacha en Moscú y Ginebra. Su padre, un severo general del ejército ruso («al llegar a la mitad de la vida y al verse revestido de autoridad se hizo despótico, brutal y puntilloso. Como no era inteligente, creyó que debía ser duro»), librará a Sacha de ser represaliada tras la revolución de 1905. Durante su juventud, Sacha coquetea con la revolución bolchevique y se identifica con sus ideales. En estos pasajes se aprecia el desdén de Baroja por esa fiera ideología que da sus primeros zarpazos en la historia. Sacha, después del susto, es mandada por su padre a estudiar a Suiza, y allí, en Ginebra, conoce a Ernesto Klein y a Vera. Con el primero contraerá matrimonio, y con la segunda establece una gran amistad. No en vano, gran parte del libro asume forma epistolar, pues sabemos de Sacha por sus cartas a Vera. El enlace no acaba bien y marido y mujer se separan, y también las dos amigas.

         En la segunda parte Sacha se ha alejado de Suiza —como si huyendo de los lugares donde se ha sufrido se desterrara para siempre el sufrimiento— y acaba en Florencia. En la resplandeciente ciudad italiana encontramos lo más interesante del personaje. Soltera y melancólica, sus observaciones del entorno y de las personas con las que se cruza son deliciosas. Baroja sabe hilar fino y —como buen médico— acierta en el diagnóstico de ese período europeo y el de sus gentes. Y de pronto, surge de nuevo la llama. Sacha conoce a Juanito Velasco y se casa con él.

         La tercera y última parte de El mundo es ansí transcurre en España, tierra de su esposo. Sacha atraviesa la península de Biarritz a Sevilla y, nuevamente, sus observaciones sobre las costumbres del pueblo español y su peculiar temperamento contrastan con ella misma y con cada uno de los sitios que ha ido visitando. Esta es su impresión de España contada a su amiga Vera en una de sus cartas cuando ya lleva un tiempo entre sus gentes:

«Mi vida es una vida de movimiento continuo; ir al teatro, al museo, subir a la Giralda, hacer visitas, corretear por las calles.

      Una vida así me parece demasiado exterior, demasiado superficial para que me guste. No sé, la verdad, si podré acostumbrarme.
      No comprendo bien la manera de ser española. (…) Éste es un pueblo con dogma, pero sin moralidad. (…) Gran parte de su manera de ser creo que procede de la falta de hogar. La calle les parece a estos meridionales el pasillo de su casa; hablan a las novias en la calle, discuten en la calle; para la casa no guardan más que las funciones vegetativas y la severidad».

Después de todo, Sacha termina dudando de si ha acertado esta vez con la elección de Velasco: «Temo en mi vida haberme equivocado otra vez». Durante su estancia en España, la desilusión de la joven es profunda, y solo ve el mundo como un lugar extraño y cruel. Las ilusiones de la juventud han desaparecido para dejar paso a un terrible vacío. Casualmente se topará con una inscripción en un escudo de armas de una casa del pueblo de Navaridas, en el que se puede leer «El mundo es ansí». Lo que suscita en Sacha esta frase —que no la abandonará nunca— es «¡El mundo es ansí! Es decir, todo es crueldad, barbarie, ingratitud». Afortunadamente Sacha puede desahogarse con Arcelu, un buen hombre que la colma de cuidados y atenciones, pero al separarse de Juan, ella se marcha sin despedirse. Al final del libro Sacha recuerda la frase del escudo de Navaridas y reconoce que ella ha sido inconsciente y no ha visto dónde se hallaba un buen hombre: «Ella también, al hombre que le quería humildemente, desinteresadamente, le había tratado con indiferencia y desdén». Por eso Sacha Savarov pierde toda confianza en el género humano y en las alegrías que pueda deparar la vida: «La vida es esto; crueldad, ingratitud, inconsciencia, desdén de la fuerza por la debilidad, y así son los hombres y las mujeres, y así somos todos».

Dos breves notas a El mundo es ansí

Lo primero sobre lo que quiero arrojar luz en este libro es el discurso pesimista de Baroja. Es llamativo —incluso profético— que alguien tan joven se rinda tan pronto a la vida. El desencanto de Sacha, decepcionada con el mundo, y escéptica de valores trascendente, es en el fondo más terrorífico que cualquier película del ramo. Es un vacío existencial que crece como una plaga bíblica en nuestros días y que tiene por pilares el relativismo cultural, un escepticismo religioso y un individualismo mal digerido que nos hace creernos pequeños prometeos con autonomía casi ilimitada.

Por otro lado, Sacha, mediante el intercambio de cartas con Vera, le aconseja acerca de los asuntos del corazón cuando recibe la noticia de parte de su amiga de que Leskoff, un compañero de estudio de ambas en Ginebra, pretende a Vera. Sacha, contrariamente a lo que ella ha seguido, advierte sabiamente a su amiga. En cambio, cuando es ella la que tiene que organizar sus pasiones, no es capaz de discernir con claridad qué le conviene y qué no. El amor, pues, no se ve con los mismos ojos desde dentro que asomado en un horizonte lejano. Un dilema universal con el que Baroja crea esta magnífica novela.

FICHA
Título: El mundo es ansí
Autor: Pío Baroja
Editorial: Espasa
Otros: Barcelona, 272 páginas
Precio: 8,95 €