miércoles, 14 de junio de 2017

Historia de la Filosofía Moderna y Contemporánea

Esta segunda entrega completa el repaso a la Historia de la Filosofía, ocupándose esta vez de los períodos Moderno y Contemporáneo. Son en consecuencia cinco siglos llenos de corrientes de todo tipo y problemas gnoseológicos casi insolubles y en tensión permanente. El elevado número de autores obliga a fijarse en unos pocos, buscando siempre el sentido global de las principales doctrinas filosóficas, así como su repercusión posterior. Espero, asimismo, que como introducción a la materia resulte valiosa esta síntesis, continuación de la anterior, y que como aquélla, también he elaborado yo mismo. 


1. LA FILOSOFÍA EN EL RENACIMIENTO (XV-XVI)                                  
La época renacentista es, en el orden del pensamiento, una época de crisis y de reacción en la que se debaten una serie de impulsos negativos.


Por un lado el Renacimiento es un movimiento negativo en la medida en que se opone a la filosofía y ciencia escolásticas por su aridez o despreocupación formal. Los nuevos autores experimentan la necesidad de una profunda renovación y empiezan a cuidar seriamente las formas literarias y estéticas. En un primer momento, esta apertura a la belleza estética y literaria se inspira en los poetas latinos (Virgilio) y después en los medievales (Petrarca, Dante). En seguida, la caída de Constantinopla en 1453 y el éxodo a Occidente de sabios bizantinos que llevan consigo las obras originales del mundo antiguo, impresionará a los espíritus del final de la Edad Media, despertando en ellos una sincera admiración por la cultura griega, con la consiguiente puesta en marcha de gran cantidad de estudios filológicos. Pronto esta atracción por la antigüedad pagana deviene en la intención de restaurar un nuevo humanismo.

La segunda negación, por otro lado, será aún más grave, y tendrá que ver con este nuevo humanismo renacentista. Este nuevo humanismo renegaba del carácter teocéntrico medieval y pretendía hacer del hombre la medida de todas las cosas. 


En el terreno religioso el protestantismo negará el principio de autoridad. Y Maquiavelo, en política, desligará la ética de la ley divina. Estos procesos o impulsos negativos serán el germen de una progresiva secularización que, andando el tiempo, dará frutos de anticristianismo y ateísmo.

En definitiva, la filosofía moderna supone un progresivo cambio de mentalidad, y también una particular mirada del hombre y del mundo.

A este orden de cosas contribuirán una serie de avances técnicos (invención de la imprenta, que facilitará la circulación de nuevas ideas y la difusión de los errores por el mundo), científicos (teoría heliocéntrica de Copérnico) y el desarrollo de la vida urbana, que irá asociada al desarrollo del individualismo (el hombre cambia de actitud con respecto a la religión y es entendido como un ser autónomo).

Respecto a las disputas filosóficas, se abandona la problemática medieval entre fe y razón. Se aparcan los asuntos metafísicos y empiezan a ganar terreno las preguntas gnoseológicas. Ahora preocupa el problema del conocimiento.  Los filósofos modernos se preguntarán ¿qué podemos conocer? ¿Es real lo que conocemos? ¿Cuál es la verdad? ¿Podemos llegar a ella? De las respuestas dadas a estas preguntas surgirán diferentes teorías del conocimiento. Las tres más importantes son las siguientes:

Racionalismo (Descartes, Spinoza, Leibniz).
Empirismo (Locke, Hume, Hobbes).
Idealismo (Kant, Hegel).

2. LA RAZÓN MODERNA: RACIONALISMO, EMPIRISMO E IDEALISMO, Y CONSECUENCIAS PARA EL CRISTIANISMO        

1) El Racionalismo moderno (siglos XVII-XVIII) va más lejos que el de los griegos. Para éstos la razón era el medio con el que penetrar la realidad que nos rodea, mientras que el racionalismo moderno constituye una nueva concepción del universo, reduciendo la realidad a lo que la razón pudiera tener acceso. Sus representantes más destacados son Descartes, Spinoza y Leibniz.

En primer lugar, el racionalismo cartesiano proclamaba como principio del conocimiento la duda metódica y el rechazo de todo aquello que no se impusiera con evidente claridad al supremo tribunal de la razón. Es cierto, sin embargo, que Descartes, como católico, excluía la verdad religiosa de la duda metódica, pero el racionalismo posterior ya no distinguiría como Descartes, y extrayendo las consecuencias lógicas de tal planteamiento, acabaría por negar valor al conocimiento fundado en la fe y, por ende, a las verdades religiosas reveladas y al orden sobrenatural.

Por su parte, Spinoza realizará una crítica radical contra la Biblia, aprovechando la demolición de ciertas interpretaciones tradicionales y poniendo en duda el valor histórico de los libros revelados. Más aún, rechazaba incluso los milagros y el orden sobrenatural, poniéndolos en un mismo plano con las leyendas y la superstición.

2) El empirismo, en segundo lugar, surge en Inglaterra, también entre los siglos XVII y XVIII. Sus principales representantes son David Hume, John Locke y Thomas Hobbes.

De entrada el empirismo es una corriente filosófica opuesta al racionalismo que considera que la experiencia es el origen del conocimiento; éste sería, de hecho, su única fuente válida. Por eso niegan las ideas innatas (la mente humana es una hoja en blanco que irá siendo llenada con los datos de la experiencia).

El empirismo afirma por tanto que el conocimiento del hombre es limitado, dado que la experiencia humana está asimismo limitada. De ahí que sobre algunas cuestiones el hombre sólo puede tener un conocimiento relativo o probable. Como vemos, el empirismo entraña una gran dosis de escepticismo y relativismo. Esto, a su vez, implica un nuevo concepto de razón, entendida ahora como facultad dependiente de la experiencia y limitada por ella.

Finalmente, los empiristas procederán a conocer la realidad mediante el método inductivo (obtiene conclusiones generales a partir de datos particulares). Pasos: a) observación de los hechos, b) análisis y clasificación de los hechos, c) generalización de los hechos, y d) validación empírica. Por ejemplo: Pongo la mano sobre la llama de una vela, observo y analizo lo que ocurre. Compruebo que me quemo, e induzco que eso le debe de pasar a todo el mundo. Lo verifico, en última instancia, viendo que a otro le pasa lo mismo.

Consecuencias para el cristianismo. A partir de ahora:

  • El racionalismo sin atenuantes, al rechazar la Revelación, conducirá al escepticismo religioso.
  • Se exigirá un conocimiento empírico y racional de la existencia de Dios. Se considera que su existencia ya no es posible probarla.
  • No se acepta la Biblia como fuente de conocimiento.
  • Lo teológico no debe condicionar lo moral ni lo político. La religión pasa al ámbito privado.

3. LA ILUSTRACIÓN: DE LA REVOLUCIÓN GLORIOSA INGLESA (1688) A LA REVOLUCIÓN FRANCESA (1789)                            

El deísmo inglés y el racionalismo francés abrieron el camino a la «religión» de la Ilustración. Cada una a su manera, fueron las dos corrientes filosóficas que más influyeron en las revoluciones inglesa y francesa.

El deísmo no negaba a Dios —como el ateísmo— pero lo difuminaba y alejaba del hombre. El dios de los deístas, en el fondo, era una construcción panteísta al margen de toda Revelación. Se sustituyó así la Religión revelada por una religión natural o puramente humana.

Por otro lado, en Francia se desbordan las aguas de la irreligión con la muerte del rey Luis XIV en 1715. De repente el pueblo francés pasó de pensar como Bossuet a pensar como Voltaire. A ello contribuyó que los pretendidos filósofos se hicieran con el dominio intelectual. Para popularizar sus ideas se valieron de la Enciclopedia, obra radicalmente hostil al cristianismo (considerado incompatible con las exigencias de la razón).

Los ilustrados se caracterizaron sin duda por su odio a toda religión positiva y en particular al Cristianismo. El ideario de la Ilustración fue, por tanto, anticristiano, por su violenta oposición a toda verdad dogmática, que consideraba «a priori» como expresión de intolerancia y fanatismo. En fin, para los ilustrados la ortodoxia constituía objeto de burla, y era prueba de apocamiento intelectual propio de mentes retrasadas y enemigas del progreso. Hablando de progreso hay que mencionar a Rousseau (1712-1778), que depositó toda su confianza en la ciencia y el progreso e inspiró, con su racionalismo naturalista, la ideología del enciclopedismo.

Respecto a la Revolución Francesa, que abrió en 1789 la era revolucionaria, hay que decir que conmovió los fundamentos políticos y religiosos de Europa. En sus momentos álgidos, la Revolución trató de eliminar toda huella cristiana de la vida social. Dos papas fueron prisioneros de los gobiernos revolucionarios.

3) Por último, es preciso hacer una mención al idealismo, en tanto tercera corriente de la razón moderna, una vez visto racionalismo y empirismo. Si hemos retrasado su exposición hasta ahora es porque su máximo representante es Emmanuel Kant, que murió en 1804, ya entrado el siglo XIX.

Por idealismo se entiende el sistema filosófico que considera las ideas los elementos más importantes que constituyen la realidad, negando la existencia de los objetos del conocimiento, es decir, negando la existencia de cosas independientes de la conciencia.

Con Kant la ilustración alemana cuajó en un cristianismo «razonable», esto es, sin dogmas ni milagros. El pensador alemán planteó además un inquietante problema al contemplar la religión desde la perspectiva de la razón pura y de la razón práctica. Para Kant la razón práctica permitía al hombre alcanzar una certeza inconmovible acerca de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma, pero no así la razón pura. En el plano especulativo, Kant pretendió invalidar los argumentos en favor de la existencia de Dios: «tuve que anular el saber, para dejar un sitio a la fe».

Finalmente, el espíritu filosófico fue sin embargo patrimonio de una reducida minoría dirigente. El pueblo conservó durante los siglos XVIII y XIX su tradicional religiosidad cristiana.

4. PRINCIPALES RASGOS DEL DEVENIR DE LA RAZÓN DESDE LAS REVOLUCIONES CIENTÍFICAS, PASANDO POR EL IDEALISMO, HASTA HOY: POSITIVISMOS, EXISTENCIALISMOS  ATEO Y CRISTIANO, FENOMENOLOGÍA Y HERMENÉUTICA

SIGLO XIX. La transición del XVIII al XX supone una reacción contra los ideales de la Ilustración. Esa reacción se denominó Romanticismo:

Contra el racionalismo ilustrado se afirma lo irracional, como vía de acceso a la realidad: el sentimiento, la intuición, la imaginación, etc. De ahí rebrota una mayor valoración de la religión.

Sin embargo, al mismo tiempo no se pierde el moderno concepto de «razón», sino que ésta es llevada al otro extremo. La nueva Razón se convierte en un poder infinito, en un Espíritu absoluto (Hegel) que rebasa los límites de la racionalidad humana. Se habla de la infinitud de la conciencia.

Contra la desvalorización del pasado por parte de los Ilustrados, se reafirma la exaltación de la tradición y el valor de la Historia. Brota de nuevo una fiebre por todo lo relacionado con la época medieval, pero también por Grecia y lo clásico.

Finalmente, contra la concepción abstracta de la verdad, se afirma el subjetivismo como fuente de actividad original.

SIGLO XX. Con este panorama nos introducimos ya en pleno siglo XX, un siglo que dará pie asimismo a distintas tendencias filosóficas: filosofía analítica, existencialismo, fenomenología y hermenéutica. 

1) La Filosofía analítica, que es un movimiento filosófico surgido en el siglo XX, sobre todo en el Reino Unido y los Estados Unidos, después de la II Guerra Mundial, trata de aclarar el lenguaje y analizar los conceptos expresados en él. Se podría considerar a Wittgenstein el principal cultivador de este movimiento.

2) El Existencialismo surge en Alemania hacia 1930 y de allí se extiende al resto de Europa, especialmente a Francia. Consiste en una respuesta a la tremenda crisis creada por las dos guerras mundiales (repárese así pues en el componente emocional de esta postura).

Es posible advertir sin embargo varios existencialismos. De un lado A) el existencialismo alemán (Heidegger, Jaspers), que se sitúa en la primera posguerra, muestra un tono profundamente pesimista. Se plantea la angustia de la existencia y la idea de la nada. También puede hablarse, no obstante, de B) un existencialismo cristiano. El propio Jaspers, Maritain, Gabriel Marcel o Kierkegaard asumirán posturas trascendentes: frente al desamparo, la pequeñez del hombre, su finitud, conciben asimismo la dimensión trascendente. Solo en Dios el hombre no se siente abandonado, concluirán. De otro lado, C) el existencialismo francés, que aparece en la segunda posguerra, insiste en lo absurdo de la existencia y del mundo. En cualquier caso, supone una respuesta fundamentalmente individualista a la crisis. Por encima de todos los existencialistas franceses destaca Sartre.

3) La Fenomenología. El padre de la misma, Husserl, señaló la crisis de la concepción científica hasta entonces vigente: el positivismo. Lo que Husserl se preguntaba era si realmente las leyes científicas tienen validez universal. Apuntaba por tanto en su crítica a los mismos cimientos de la ciencia. Augusto Comte, postulador del positivismo, consideraba que la historia había entrado en una nueva era, superados los estadios teológicos y metafísicos, para pasar a preguntarse por el cómo de las cosas y los hechos y no por los «estériles» por qué. Esto dio pie al Cientifismo, que trataría de suplantar al Cristianismo, anulando todo misterio en la realidad y prometiendo la felicidad al hombre en base al progreso ilimitado de la humanidad. En fin, positivismo, cientifismo e idealismo (Hegel) nutrirían al materialismo de Feuerbach, antesala del marxismo.

En vistas de todo esto Husserl se plantea erigir una nueva filosofía a partir de un saber riguroso y de validez universal. ¿Qué clase de ciencia es entonces la filosofía? Husserl dirá que la filosofía es la ciencia de las esencias. ¿Y qué son las esencias? Lo que constituye a un individuo en un ser autónomo, es decir, lo que es. Y esto es conocido por medio de una intuición esencial (ideación), no por intuición sensible (experiencia o conjunto de vivencias).

4) Hermenéutica. Una última tendencia filosófica del siglo XX es la Hermenéutica, o el arte de interpretar los textos para hallar su verdadero sentido. En un principio se utilizó en el estudio de la teología y se aplicó específicamente a la interpretación de las Sagradas Escrituras, pero su uso se fue ampliado desde el siglo XIX hasta abarcar las teorías filosóficas del significado y la comprensión, así como las teorías literarias de la interpretación textual.

Los teóricos de la hermenéutica del siglo XIX, como Friedrich Schleiermacher y Wilhelm Dilthey, entendían la comprensión como un proceso de reconstrucción psicológica. La pregunta a desentrañar será: ¿cuál era la intención original del autor? El mayor problema de esta concepción es su exceso de fe en el género humano: presupone que todo el mundo tiene la misma capacidad para superar las dificultades que entraña todo proceso de comprensión. Se basa, sin duda, en la creencia de que es posible alcanzar una única interpretación correcta para cada texto; pero, obviamente, se corre el riesgo de caer en el subjetivismo y el relativismo a la hora de indagar el sentido último del texto.

5. LA AUTODISOLUCIÓN DE LA RAZÓN EN LA POSTMODERNIDAD, ANÁLISIS DE SU ANTI-CRISTIANISMO.

La posmodernidad como tendencia filosófica expresa la resistencia radical al denominado proyecto de la modernidad, basado en el progreso, la emancipación y la libertad sin límites. A juicio de los postmodernos este proyecto ha fracasado. Por su parte la posmodernidad ofrecerá una nueva visión estética de la vida, donde adquiere rango de ley una mentalidad hedonista y un individualismo sin horizontes, pero que también dará pie, paradójicamente, a un retorno de lo religioso. Eso sí, este retorno será en buena medida la aceptación de espiritualidades extrañas o Nueva Era.

Con todo, quizá lo más valioso que aporta la posmodernidad sea su sensibilidad disgustada y crítica ante las propuestas modernas no realizadas, generadoras de realidades opuestas, y el deseo de ir más allá de la situación actual. Por una parte, la ataraxia (ausencia de inquietud) posmoderna vuelve insensible el corazón del hombre mediante la multiplicación extenuante de los estímulos, disolviendo el impacto con la realidad. Por otro lado, el principio del placer, elevado a criterio supremo, exige la eliminación del dolor y de la muerte. La ideología posmoderna ocupa así el puesto de la religión, convirtiéndose en el verdadero opio del pueblo. De esta manera, la religiosidad posmoderna impide que la genuina pregunta religiosa emerja y se afirme con claridad. 


6. LOS PERSONALISMOS Y LA FILOSOFÍA DEL SER EN NUESTROS DÍAS

Finalmente, el personalismo en nuestros días es entendido como una corriente filosófica que considera al hombre como un ser moral capaz de amar, relacional, esencialmente social, libre, trascendente y con valor en sí mismo, de tal manera que no pueda ser entendido ni tratado como un simple objeto.

En este sentido, en nuestros días se puede palpar la urgencia de una filosofía cuyo objetivo sea orientar al hombre hacia una nueva educación, que permita superar la actual sociedad materialista y desengañada para adoptar otra verdaderamente humana.


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