viernes, 7 de junio de 2019

El códice único del Cantar de mio Cid expuesto por vez primera en la Biblioteca Nacional

El Poema o Cantar de mio Cid es la obra más extensa, más importante y mejor conservada de la literatura épica castellana. De autor anónimo, y compuesto seguramente en el siglo XII, se conserva en una copia única de la primera mitad del siglo XIV, firmada por un tal Per Abbat. Pues bien, en este mes de junio de 2019 se expone el libro original en la Biblioteca Nacional de España, por vez primera en su historia, con motivo de los ciento cincuenta años del nacimiento de don Ramón Menéndez Pidal, su mayor estudioso. Ocasión que bien merece una visita a la principal biblioteca de la nación y al texto mismo que hace del Cid una leyenda inmortal.

La exposición de la Biblioteca Nacional se titula El códice único del Cantar de mio Cid, y se subtitula Dos españoles en la historia: el Cid y Ramón Menéndez Pidal. El gran interés que dicha exposición está suscitando se debe sin ninguna duda a que el Poema de mio Cid es una de las obras cumbre de la literatura española, así como una de las joyas más preciadas de la colección y del patrimonio bibliográfico español en general.


Naturalmente, una exposición así no podía pasarla por alto, y ayer por la tarde me encaminaba alegremente hacia el Paseo de Recoletos para conocer de primera mano la exposición sobre el códice del cantar de gesta más valioso de la literatura española, y tal vez de la literatura mundial.

Lo primero que llamó mi atención fue el marco incomparable de la Biblioteca Nacional de España, siempre imponente y gloriosa, en cuya fachada se inmortalizan varios prohombres de las letras hispanas: Cervantes, Lope de Vega, Nebrija, Luis Vives, Alfonso X el Sabio e Isidoro de Sevilla. Otro sabio me esperaba al atravesar las puertas, en el centro del vestíbulo, que, aun solitario, inspira tanto respeto como cualquiera de los otros, don Marcelino Menéndez Pelayo.



Respecto al libro que tenía intención de conocer, me sorprendió su tamaño, menor del esperado, ya que lo imaginaba de gran formato. Frente a tan valioso volumen me sentí obligado a meditar en el valor de los testimonios históricos. Finalmente, cuando concluí mi visita a la exposición, puse mi vista en la gran arteria verde que atraviesa Madrid a la altura de la Biblioteca Nacional y me dirigí al Retiro recordando el argumento del gran poema épico, dividido en tres partes: el cantar del destierro, el cantar de las bodas y el cantar de la afrenta de Corpes.


La primera parte cubre el inicio del destierro del Cid hasta la conquista de Valencia, cuando el Cid pasa de haber sido desposeído de sus bienes a convertirse en un hombre rico. La segunda parte se inicia en el momento en que el Cid ya es señor de Valencia. Sin embargo, de nuevo es desposeído de su honra, esta vez por culpa del comportamiento del infante de Carrión con sus hijas. Obligado a proceder a la recuperación de su honra, finalmente lo hará gracias al juicio celebrado durante la convocatoria a Cortes del rey Alfonso VI en la ciudad de Toledo. El maltrato a las hijas del Cid, doña Elvira y doña sol, provocará, así pues, el enfrentamiento final entre los partidarios del Cid y los de Carrión, con el previsible y desfavorable resultado para estos últimos. La pérdida y la recuperación de la honra, así pues, es el eje de la obra; pero quizá la más valiosa lección que transmite el Cantar sea que la nobleza no es una condición que se posee desde la cuna, sino que se conquista con la acción personal. Y es que es a través de la virtud y el esfuerzo como el hombre puede llegar realmente lejos, alcanzando sus aspiraciones o sueños.

Poco después, mis pasos se van perdiendo por la gran vereda verde que conduce a Cibeles. Y cerca de allí, frente a la conocida Puerta de Alcalá, en una terraza con música en directo, me siento y descanso, y pienso en el pedazo de historia que acabo de devorar, y ya no son mis pies los que cabalgan a través de los tiempos, sino mi imaginación echada a volar...


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