El Bosco es sin duda uno de los pintores más extraordinarios de la Historia del Arte. Un pintor original y de imaginación desbordante que plasmó en sus pinturas escenas de perturbadora belleza, de un colorido tentador y radiante, repletas de figuras simbólicas, santos venerables, demonios, monstruos, cosas que se rebelan y fusionan, y otros seres imposibles y espeluznantes. Por todas estas razones su obra despertó, desde el mismo instante de su creación, reacciones muy diversas: pavor, admiración, repulsa, fascinación, suspicacia, incredulidad, entusiasmo y fervor; pero sobre todo atrajo de modo irresistible a cuantos contemplaban por vez primera sus alucinantes imágenes, preñadas de secretos, claves ignotas y mensajes inescrutables.
Sin embargo, a pesar de las tesis más heterodoxas, El Bosco fue un cristiano escrupuloso. Todas sus obras —y no solo El Jardín de las Delicias— reflejan precisamente las creencias religiosas de un autor preocupado por el pecado y sus fatales consecuencias, pero también fustigador de la sociedad de su tiempo, una sociedad vulgar, corrompida y deslumbrada por «la gloria vana» de la que habló el padre Sigüenza al comentar, desde el fabuloso Monasterio de El Escorial, el cuadro más fascinante de la Historia del Arte.
Genial y provocador, después de cinco siglos el pintor flamenco sigue cautivando. Lo cual es sí mismo un misterio. Pues los mensajes de su principal obra maestra, ni son halagüeños, ni se tienen hoy por verdades.
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En este verano de 2016 tengo el gusto de presentar un nuevo libro: El Jardín de los Necios. El objeto del mismo, como se aprecia en seguida, es uno de los cuadros más enigmáticos y sorprendentes del reino de las bellas artes (El Jardín de las Delicias). Se trata, pues, de un comentario, una glosa o un ensayo sobre esta gran pintura. Doy por hecho que, desde su aparición en escena, ésta ha intrigado a masas enteras de hombres, turbando y subyugando a partes iguales; no en vano muchas han sido las opiniones que ha motivado este cuadro, siendo las tesis pronunciadas al respecto muy distintas unas de otras. En fin, con este librito he querido contribuir a dos cosas: dar a conocer aún más la obra maestra del Bosco y, sobre todo, presentar mi propia visión de la misma. Las miradas en el arte a veces conducen a descubrimientos perturbadores, a reflexiones profundas o a auténticas transformaciones espirituales. Mi objetivo, modesto, es que el lector, después de haber leído El Jardín de los Necios, vea más allá que cuando comenzó a leerlo.
ÍNDICE
Preámbulo
Introducción
El Paraíso amenazado
El Jardín de los Necios
De las delicias al tormento
Conclusiones finales
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