jueves, 21 de octubre de 2021

Chesterton y el fin de una época

«Mucho quehacer produce sueño y muchas palabras, dichos necios». Esta sabia sentencia del Eclesiastés hace referencia al riesgo que corremos los profesores, los escritores y cuantos nos dedicamos a hablar en público, o a divulgar lo escrito en diversos medios. Pero unos dicen, o decimos, más estupideces que otros. Esto es indiscutible. Sin embargo, son precisamente los que no han dicho o escrito necedades, semejantes a profetas de tiempos remotos, los que menos atención reciben en este mundo díscolo y en trance de muerte. Y me viene a la mente Chesterton, pensador clarividente e inagotable articulista para quien su siglo señalaba el fin de una época, una época caracterizada no por la pérdida de la fe, sino de la razón. 

Giovanni Papini, otro vate excepcional, añadió a la lista de flagelos de este mundo el demonio de la confusión. Cuatro jinetes traviesos pudieran estar ya campando a sus anchas por el mundo, pero como al crecer la maldad se enfriará el amor, muchos viendo no verán, ni oyendo entenderán gran cosa. Esto forma parte del misterio de iniquidad. Y es difícil explicarlo con palabras. 

En tiempos de Noé los hombres se reían del patriarca. Hasta que comenzó a llover con fuerza, y Noé se encerró en el arca. 




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