Para que prevalezca una versión ficticia del pasado hace falta un temerario desprecio por la verdad y numerosos cómplices. Por eso los políticos frívolos que, en estos tiempos de infamia, rigen las sociedades decadentes, no sólo se atreven a gobernar sin justicia y a la medida de su voluntad, sino a poner todos los recursos a su disposición para reescribir la historia a su antojo, imponiendo un relato adulterado sobre aquellos sucesos que pertenecen a la memoria de su pueblo o nación. De esta manera convierten a personas que han sido ilustres por sus hazañas o virtudes en villanos, y a auténticos bellacos en «hombres de Estado al servicio de España».
En los últimos 100 años, la mayor hazaña protagonizada por españoles fue el denominado Alzamiento Nacional, y dentro del contexto bélico que sobrevino inmediatamente, la campaña de Rusia que emprendieron los cuarenta y cinco mil combatientes que entre 1941 y 1943 formaron parte de la célebre División Azul. El primer hecho es heroico porque una parte del ejército, secundada por una enorme masa del pueblo español, se sublevó contra la criminalidad auspiciada por el gobierno del Frente Popular y contra la alocada pretensión del socialista Francisco Largo Caballero, que soñaba con convertir España en un soviet. El segundo acontecimiento también es memorable porque miles de españoles lo dejaron todo para malograr el proyecto comunista de la Unión Soviética y, de paso, compensar el daño infligido en España durante la guerra civil por los estalinistas y sus correligionarios. Esta última gesta es escasamente conocida, y cuenta sin embargo con varias obras de referencia obligatoria para cualquiera que desee comprender algunos aspectos cruciales de la participación española en el conflicto bélico más importante de la historia.
Sobre el particular, que yo sepa, quien mejor conoce la génesis, formación, acciones de guerra y disolución de la División Azul es Carlos Caballero Jurado. Como mínimo se puede decir de él que es el autor de dos libros imprescindibles sobre esta unidad militar formada por españoles que combatió en la Segunda Guerra Mundial a favor de Alemania: La División Azul: Historia completa de los voluntarios españoles de Hitler. De 1941 a la actualidad, y Voces de la División Azul. La campaña de Rusia narrada por sus protagonistas. Pues bien, sobre este último libro, que trata sobre un tema apasionante de la reciente historia de España y condensa la profundidad trágica de la vida humana acrisolada por la guerra, me propongo decir unas cuantas palabras, para agradecer al autor su buen hacer, y para recomendar a los posibles interesados esta magnífica obra, de estilo ágil y ameno (méritos poco frecuentes entre los escribanos de la historia).
Dicho esto, Voces de la División Azul funda su razón de ser en el testimonio directo de 214 voluntarios. Aprovechando estas vivencias, el historiador ciudadrealeño organiza su libro en doce capítulos. A lo largo de estos, Carlos Caballero Jurado, no sólo sienta cátedra sobre la materia indicada, sino que además cuestiona y desmiente cada uno de los mitos que la historiografía de izquierdas, de manera sectaria y artificiosa, ha ido diseminando sobre esta legendaria unidad de infantería española. Así, el autor expone, justa y cabalmente, las razones de los alistamientos, cómo fueron las inolvidables despedidas de los voluntarios, su formación en el campamento de Grafenwöhr, su larga marcha hacia el frente, sus memorables combates y sus penosos infortunios, el reemplazo de soldados, las proezas en los altos de Sinyavino y Krasny Bor, el regreso a España, etc. Cada fragmento, eso sí, arroja luz sobre un aspecto determinado, aunque el resultado final es un mosaico que suscita al lector una grave emoción por los destinos humanos que en él se representan, y que ponen de relieve desde el agotamiento físico y la tensión emocional que soportaron los voluntarios españoles, hasta el carácter «sumamente impresionante» de los episodios vividos en el frente del este.
Entre los matices que más carácter otorgan al conjunto de vivencias de la División Azul, resalta la realidad misteriosa de la existencia, que se manifiesta con especial claridad en los episodios bélicos; momentos críticos en los que es inevitable preguntarse por el sentido del sino de los combatientes. Por ejemplo, conmueve el final del capitán de artillería Figuerola-Ferreti, al que «un proyectil de la artillería enemiga acabó con su sueño de volver a abrazar a su esposa y a su hija», poco antes de volver a España.
Otro aspecto llamativo del libro es que pone de manifiesto que los soldados son los que menos saben sobre el curso de una guerra moderna, aunque por supuesto esta circunstancia no les impide elucubrar, inquietarse o exaltarse, en base a sus impresiones o conjeturas.
En cuanto a la importancia y significación de la División Azul, Carlos Caballero ofrece algunas conclusiones ilustrativas y categóricas. Más allá del valor estratégico que desempeñó la División Azul en torno a la histórica ciudad de Nóvgorod, es concluyente el hecho de que fue el único contingente extranjero condecorado por la Wehrmacht. Además, subraya el autor que «no hubo españoles colaborando con alemanes en ningún otro frente distinto al del este, ya que el único motor de esa colaboración fue el anticomunismo». Por último, merece la pena destacar también que «para combatir al comunismo hubo voluntarios dispuestos a vestir el uniforme germano en todos y cada uno de los países europeos —e incluyo entre ellos a los rusos y demás nacionalidades de la ahora extinta Unión Soviética, en cifras muy superiores a los voluntarios reclutados en occidente—». La explicación resulta absolutamente lógica: la rapidez con la que se organizó la unidad de voluntarios y su tamaño, «inusitadamente grande», se debió a la guerra civil española, «interpretada por un altísimo número de españoles como una agresión comunista contra España». De hecho, para numerosos europeos la lucha contra la URSS constituyó una verdadera «cruzada contra el comunismo».
En fin, si bien se echan de menos más testimonios aludiendo a los sentimientos íntimos de los voluntarios, a sus reacciones ante el clima extremo, a sus relaciones con la población civil, etc., el presente trabajo, como reconoce su autor, «no agota todas las facetas de la experiencia divisionaria». Con todo, son numerosos los pasajes en los que se pone se manifiesto el fervor patriótico de los soldados y su piedad religiosa.
En conclusión, Voces de la División Azul y La División Azul son ya, sin ninguna duda, las referencias obligadas sobre la insigne unidad bélica española. En otras palabras, dichos trabajos son la loable aportación de Carlos Caballero Jurado, un valeroso y honrado historiador que, con ambos libros, ha contribuido al conocimiento veraz de esta célebre unidad de voluntarios, defendiendo su merecida reputación y, en términos más generales, la verdad histórica, tan adulterada y escarnecida por las administraciones públicas, las «eminencias» académicas y los medios de comunicación.
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