A lo largo de la historia cristiana, numerosos teólogos han sostenido que el Anticristo será una persona real que aparecerá antes del regreso de Cristo. Según la tradición, este ser —humano, pero profundamente influido por Satanás— representará la culminación del mal organizado y el intento último de suplantar a Dios. No se presentará como enemigo, sino como redentor: un falso mesías capaz de seducir a las multitudes con promesas de paz, prosperidad y unidad.
En el fondo, el poder del Anticristo residirá en su capacidad para cautivar al mundo: ofrecer respuestas que parezcan satisfacer los anhelos humanos más profundos, pero sin referencia a Dios. Su figura encarnará el gran engaño espiritual: una salvación sin cruz, una gloria sin sacrificio, una fe sin verdad. Será la exaltación de la humanidad sobre su Creador, el triunfo aparente del yo convertido en ídolo.
Sin embargo, la Sagrada Escritura advierte que este poder maléfico no aguarda un tiempo futuro para manifestarse, pues el espíritu del Anticristo ya actúa en la historia cada vez que el ser humano pretende ocupar el lugar de Dios; cada vez que la mentira se reviste de luz y la tiranía se disfraza de libertad.
A propósito de esta figura y de su interpretación a lo largo de los siglos, ha aparecido recientemente un libro interesante publicado por la editorial Palabra. Su autor es Jesús María Silva Castignani, un joven sacerdote que aborda el tema desde la Biblia, la Tradición y el Magisterio. El volumen lleva por título La venida del Anticristo, y su mayor aportación reside en la sabiduría patrística que recupera, así como en su tono instructivo y ponderado.
