jueves, 4 de noviembre de 2010

Stefan Zweig y La impaciencia del corazón

La impaciencia del corazón es una novela magnífica, ambientada en los años inmediatamente anteriores a la Gran Guerra (1914-1918); y tal vez, de hecho, la mejor de uno de los narradores más extraordinarios de la literatura europea contemporánea (primera mitad del siglo XX). Stefan Zweig es considerado un maestro a la hora de describir la complicada naturaleza humana, tan dependiente de los apetitos y deseos. Con todo, la mayor virtud que posee es su estilo florido, fino y elegante.

El personaje central del relato es Anton Hofmiller. Un joven y apuesto teniente de caballería del ejército austríaco que conforma el cuadro vital de esta sobrecogedora historia junto al magnate húngaro Lajos von Kekesfalva, su hija paralítica Edith, y el abnegado doctor Condor. Con estos cuatro individuos se basta el escritor vienés para elaborar un relato interiorista acompasado por un ritmo que apenas descansa. Y es que Zweig descarga con su pluma una tormenta de sentimientos y emociones, palabras que se convierten en un torrente expresivo, adornado por un brillante vocabulario.

Sin necesidad de descripciones paisajistas o detalles innecesarios, la acción pasa como decía por el caudal de sentimientos que fluye por el corazón y la psique del protagonista, del que se enamora la entrañable Edith, pero por la que éste que sólo siente cierta lástima. A pesar de todo, Hofmiller es un hombre común, que vive enfurecido y atormentado por los remordimientos, envuelto en contradicciones difícilmente conciliables, infectado por la compasión y la pena. Esa falta de sinceridad conduce finalmente a un desenlace fatal y sin embargo imprevisible. Son en realidad los anhelos, pasiones y miedos de los cuatro personajes protagonistas los que al cruzarse desencadenan la tragedia.

Sea como fuere, al concluirse este relato, se tiene la convicción de que ésta es una historia madura y bien cerrada, pues es sólo al final cuando se encuentra explicación a ciertas acciones pasadas de los personajes, que vibran por amor, compasión, celos, perdón, olvido y culpa. Y sólo al término del mismo, como decía, cala en el lector la idea de que el ser humano tiene innumerables debilidades, sin duda, pero también una evidente ambición de trascendencia.

Dicho esto, La impaciencia del corazón es una novela conmovedora, humana y fascinante, que sin duda recomiendo.

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