lunes, 19 de mayo de 2014

El último deseo: Saga de Geralt de Rivia (Libro I) de Andrzej Sapkowski

El primer libro de la saga literaria de Geralt de Rivia inaugura una epopeya literaria fascinante, y aunque este primer volumen va de más a menos, apunta los dos elementos que a mi entender mejor definen el merecido éxito de esta creación del polaco Andrzej Sapkowski: momentos puros de magia, a partir de una prosa magnífica que sobresale en los diálogos, y dos, un protagonista absolutamente irresistible. 

El último deseo, como digo el primer volumen de una saga, no presenta una narración clásica y lineal, sino que se compone de siete relatos sueltos protagonizados por el brujo Geralt de Rivia, que al parecer, a partir del tercer libro, ya desarrolla una historia única y tradicional. Por lo tanto, la colección de estos relatos, en su primer volumen, no permite conocer todavía el arco dramático de la obra, pues tiene por objeto presentar únicamente al carismático brujo, un superhumano con principios humanísticos. 

De esta manera nos encontramos en El último deseo con el prólogo a la historia general de la saga. Geralt de Rivia, centro absoluto de toda la historia, es un cazador de monstruos, más por necesidad que por altruísmo, pues el marco en el que se mueve es una tierra cargada de magia y prodigios. Sus objetivos, por tanto, casi siempre encargos que amenazan la vida de los humanos, será un elenco amplísimo de seres mitológicos y legendarios: estriges, manticoras, grifos, vampiros, quimeras, lobisomes, etc.; aunque es aún más frecuente verle enfrentado con otros hombres, una raza sobre la que el autor de esta saga carga las tintas. 

El discurso subrepticio anti-humanista del que me hago cargo, pues se me hizo evidente mientras leía, puede rastrearse en varios pasajes de los relatos incluso de forma explícita. En el relato titulado El confín del mundo, por ejemplo, Geralt se las ve tiesas con un elfo (aquí no tienen nada de simpáticos), que, en un intercambio de acusaciones, recibe esta contestación por parte del elfo: «Sois vosotros, humanos, los que odiáis a todo lo que se diferencia de vosotros, aunque sea sólo en la forma de las orejas (...) El mundo es grande. Eso es cierto humano. Pero vosotros cambiasteis el mundo. Al principio lo cambiasteis a la fuerza, obrasteis con él como con todo lo que ha caído en vuestras manos. Ahora resulta que el mundo ha comenzado a adaptarse a vosotros. Se ha plegado ante vosotros. Os obedece» (p. 181). De sobra sabemos que la máscara de la ficción permite decir cosas que abiertamente no nos conviene decirlas. Y no en vano, está calando desde hace años el discurso demoníaco de que el género humano es una plaga, una epidemia, poco menos que una desgracia. 

Sin embargo, en el polo opuesto se sitúa el héroe de la saga, el brujo de Rivia. Sapkowski dibuja a su protagonista como un individuo necesario para la comunidad humana, un profesional indispensable para los hombres de buena o mala voluntad. De la siguiente guisa lo presenta a sus invitados la reina Calanthe en uno de los relatos del libro: «Geralt de Rivia, aquí presente, es brujo. La suya es una profesión que digna es de respeto y aprecio. Se sacrifica para protegernos de monstruos y pesadillas que pueblan la noche, creados por fuerzas enemigas y perjudiciales para los humanos. Él mata a todos los engendros y fenómenos que nos acechan en bosques y despoblados. También a aquéllos que tienen la osadía de entrar en nuestras moradas» (p. 134). Y poco después, en esa misma reunión que acaba con las espadas en alto, uno de los presentes ratifica las anteriores palabras de la reina: «Te tuve por un asesino ciego y sediento de sangre, por alguien que sin pensarlo y sin remordimientos mata, limpia la hoja de sangre y cuenta el dinero. Y ahora me he convencido de que la profesión de brujo es en verdad digna de respeto. Nos proteges no sólo del mal que se esconde entre las sombras, sino también del que está oculto en nosotros mismos. Una pena que seáis tan pocos» (p. 145). 

Así pues, Andrzej Sapkowski no esconde sus cartas y traza una especie de personaje heroico reconocido por los demás, y a la vez, sigue hincando su afilado rejón en el corazón humano, hasta la fecha —primer volumen— solo cubierto de sombras. Por eso el mensaje de fondo de esta saga parece insinuarse ya desde su prólogo: El hombre es el verdadero monstruo de la creación; pues éstos, al fin y al cabo, no pueden hacer más que comportase según su naturaleza. 

Con estas precauciones que hago a la lectura de este magnífico libro de fantasía, o de espada y brujería, se puede disfrutar y mucho tanto con su personaje principal como con las trepidantes escenas que describe el autor con portentosa imaginación y brillante prosa (popular pero con mucha clase). El brujo, no obstante, es un reclamo por sí solo. Descreído, cínico, irónico, errante, con poderes sobrehumanos y con principios humanísticos, para que un buen número de lectores se identifiquen pronto con él: «jamás he matado a nadie por dinero, independientemente de si se trata de una causa buena o mala. Y nunca lo haré». Pues sí, un brujo con «principios» es lo que nos faltaba por ver. 

Por último, hay quien ha comparado esta obra con la saga de R. R. Martin, Canción de Hielo y Fuego, más conocida por el título de su primer volumen: Juego de Tronos. Sin embargo, se parecen lo que un huevo a una castaña. Ambos autores han vendido millones de ejemplares, pero sus dos obras más conocidas son tan diferentes que es muy difícil establecer un juicio de valor entre una y otra. Ahora bien, a mí me gustan este tipo de juegos intelectuales, el juego de comparar obras y autores para tratar de determinar quién es superior y por qué. De Juego de Tronos he leído todo lo publicado en España, de la Saga de Geralt de Rivia, tan solo El último deseo, su primer libro. Así que todavía no me puedo pronunciar. Desde luego la saga del brujo apunta maneras, y aunque Juego de Tronos como libro independiente es mejor que éste que ahora comento, tal vez el resto de la historia del brujo de Rivia, también conocido como el Carnicero de Blaviken, acabe por encima de la creación de Martin, que, para mi gusto, ha perdido demasiado fuelle. Por no decir encanto, carácter y todo lo demás.





Saga de Geralt de Rivia:

  • El último deseo
  • La espada del destino
  • La sangre de los elfos
  • Tiempo de odio
  • Bautismo de fuego
  • La torre de la golondrina
  • La dama del lago

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