lunes, 15 de junio de 2020

La isla de coral de Robert Michael Ballantyne

Muy pocos conocen que la narrativa de supervivencia tiene su origen en un autor escocés llamado Robert Michael Ballantyne, aunque Robinson Crusoe anteceda a sus obras en más de un siglo. Por otro lado, nadie discute que la cumbre de las novelas de aventuras es La isla del tesoro, si bien existen precursoras menos populares de calidad muy estimable, como la obra más famosa de Ballantyne, La isla de coral, creación que sedujo entre otros al Nobel de Literatura William Golding, sirviéndole de inspiración para su famosa novela El señor de las moscas; eso sí, de tono infinitamente más sombrío que La isla de coral, pues ésta es una narración en la que predomina lo mejor del corazón humano, mientras que en la popular obra de Golding, los instintos más bajos.

Respecto a La isla de coral, lo que el lector encuentra en esta novela es la peripecia de tres muchachos (Ralph, Jack y Peterkin) en una exótica isla del Pacífico tras naufragar su barco, el Arrow. En la primera mitad de la novela se crea una sólida amistad entre los tres chicos, mientras se organizan para conseguir alimentos con regularidad y tener un cobijo, y se nos describen unos escenarios paradisíacos que sin embargo encubren innumerables peligros. Por supuesto, es en la segunda parte de la novela cuando esas amenazas se materializan. La más temible de todas son los caníbales. 

En resumidas cuentas, La isla de coral es un magnífico retrato de la condición humana y una auténtica lección sobre nuestra existencia material y por tanto mundana. Ralph y sus amigos representan la bondad, pero el misionero que transforma la acción y propicia el nuevo rumbo de los acontecimientos, simboliza lo sublime. En cambio, tanto el sanguinario villano (Bill), como los caníbales, personifican la maldad, y lo irracional o animalesco. Queda claro, en última instancia, que el paraíso en esta vida no existe, y que la vida humana es una incesante pelea cuyo desenlace termina al final de la misma. 

Ahora bien, de principio a fin la aventura de Ralph y sus amigos transcurre de acuerdo al espíritu cristiano de sus protagonistas, y por supuesto a la confianza de estos en un Dios providente que no abandona jamás a los hombres que de verdad son sus amigos.



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