martes, 27 de octubre de 2020

Las profecías de San Malaquías y la fecha del fin del mundo

Sobre la fecha del fin del mundo, el mismo Cristo, al ser preguntado por sus discípulos, no quiso decirla. Pero proporcionó pistas para estar en guardia. Con todo, existe un famoso manuscrito, que se remonta a los siglos medievales, en el que parece anunciarse con precisión la fecha de los tiempos finales. Se trata de un texto enigmático, escrito por un monje irlandés, Malaquías de Armagh (1094-1148), que contiene inquietantes vaticinios sobre el final de la Santa Sede y la venida definitiva de Cristo. La obra es conocida como Las profecías de San Malaquías, aunque su título original era más amplio y concreto: Prophetia Sancti Malachiae Archiepiscopi, de Summis Pontificibus.

Como curiosidad, es interesante saber que a pesar de que las profecías ya eran conocidas en tiempos de Malaquías, sobre todo en ámbitos eclesiásticos, no son publicadas en formato libro, que sepamos, hasta 1595, cuando un monje benedictino, Arnoldo de Wyon, recoge estas profecías en una obra en cinco volúmenes que tiene por objeto la historia apocalíptica de la Iglesia. Se trata del Lignum Vitae.

Este antiguo documento, Las profecías de San Malaquías, es en realidad un registro de 111 papas, verdaderos o pretendidos, a cada uno de los cuales el autor asocia un lema difícil de entender. El primer pontífice de la lista es Celestino II (papa desde 1143), contemporáneo de San Malaquías. Por otro lado, el último personaje del catálogo, por orden cronológico, es Francisco, al que le correspondería el sobrenombre de Pedro Romano. Dicho esto, es difícil determinar con exactitud si Pedro Romano es o no Francisco; lo que es seguro en cualquier caso es que la lista termina en nuestro tiempo, en vida de Francisco y Benedicto XVI. No hay más nombres. No hay más papas. Auténticos o falsos.

Pues bien, a Pedro Romano, que como se ha dicho es la figura enigmática que cierra el catálogo, el santo irlandés no le asocia ningún lema, sino unas misteriosas palabras:

Durante la última persecución de la Santa Iglesia Romana se sentará Pedro el Romano, quien apacentará a las ovejas entre muchas tribulaciones: pasadas estas cosas, la ciudad de las siete colinas será derribada, y el Juez terrible juzgará a su pueblo. Fin.

Conviene hacer mención ahora a la tormenta que se desató sobre la Ciudad del Vaticano la tarde de la renuncia de Benedicto XVI, el 11 de febrero de 2013. Durante esas horas de tempestad imprevista, un rayo impactó en la cúpula de San Pedro. Para algunos aquello fue un presagio y no una casualidad. Sea como fuere, los tiempos parecen límites, críticos, y concuerdan con los mensajes de la Virgen en Fátima, preámbulo de los anuncios y revelaciones de San Juan en el Apocalipsis, que encierran el misterio de iniquidad y la acción de las bestias del mar y de la tierra (el Anticristo y el Falso Profeta).

Por último, respecto a la identidad enigmática de Pedro Romano existen varios indicios o concurrencias. Jorge Mario Bergoglio fue elegido sucesor de Benedicto XVI el 13 de marzo de 2013 bajo el sobrenombre de Francisco. Ese preciso día, el 13 de marzo, el Martirologio Romano recuerda, entre otros beatos, a Pedro II, abad del Monasterio de la Santísima Trinidad de' Tirreni, muerto en 1208. 

Otra fascinante coincidencia que tiene que ver con Francisco y el último y simbólico nombre de la lista de San Malaquías, Pedro Romano, nos conduce de nuevo a Arnoldo de Wyon, el monje benedictino que a finales del siglo XVI custodió y publicó las profecías de San Malaquías en el Lignum Vitae

Por lo visto, Wyon encargó personalmente un ciclo de pinturas para salvaguardar a la Iglesia futura en la lucha contra el mal, dotándolas de códigos secretos con los cuales descifrar los tiempos venideros. Una de estas representaciones, pobladas de papas, cardenales, obispos y fundadores de las órdenes relacionadas con San Benito, así como de sus enemigos, en concreto el Diablo o el Anticristo, fue pintada en la abadía benedictina de San Pietro in Bergoglio. Nótese la correspondencia entre el lugar de la pintura encargada por Wyon y el apellido civil o secular de Francisco. ¿Un nuevo signo visionario?

Los indicios abundan y las pruebas indican efectivamente que el reloj simbólico del juicio final está muy próximo a la medianoche, cuando las fuerzas del mal desatarán todo su poder y el cielo y la tierra sucumbirán, dando paso a un cielo nuevo y a una tierra nueva, en los que Dios, después de haber derrotado a las fuerzas del mal, habitará realmente en medio de su pueblo. Y enjugará toda lágrima de sus ojos; y no habrá ya muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor, porque todo lo anterior ya habrá pasado (Ap. 21, 3-4).

En fin, ¿será todo esto verdad? ¿Estamos al borde de una gran catástrofe universal? ¿Cuajará la pretendida religión única y el único gobierno mundial? Parece que esta misma generación va a tener la suerte o la desgracia de comprobarlo.

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