miércoles, 4 de septiembre de 2019

Paseando por el cielo de María Vallejo Nágera

La reciente obra de María Vallejo Nágera, Paseando por el cielo, repite la formula exitosa de sus anteriores trabajos, exponiendo al lector múltiples testimonios reales de conversos a la fe cristiana o de personas cuya fe se tambaleó por diversos y dolorosos motivos. El título del último libro de la divulgadora católica puede llevar a equívocos, pues en realidad la presente obra se centra en el misterio eucarístico, la comunión, la adoración a Dios mismo, esto es, el misterio absoluto, presente de manera sorprendente en un trocito de pan sin levadura.

Para María, que cuenta en el primer capítulo de este libro una experiencia personal relacionada con la misteriosa energía proveniente de un sagrario, el hombre del siglo XXI no conoce el misterio de Dios ni quiere saber que vivimos rodeados de su cielo. Para la autora, así como para millares de católicos conscientes y sinceros, comulgar supone un anticipo de ese cielo que Dios brinda a quienes le reciben con franqueza y un espíritu puro. Aun así, ciertamente se requiere de la principal virtud teológica, la fe, para aceptar tan elevado misterio: la presencia, nada más y nada menos, del Dios creador y omnipotente en una oblea minúscula. 

Sin embargo, no es menos verdad que existen gran cantidad de testimonios de personas corrientes relativos a experiencias de fe conmovedoras o al menos certísimas, que siempre quedan en el ámbito doméstico, pero que ningún saber humano puede replicar porque hay evidencias que se muestran como tales solo ante aquellos que las experimentan.

Y es que la dimensión espiritual del ser humano, o su apertura a la trascendencia, encierra un misterio en sí mismo. Como el deseo natural e ilimitado de ser feliz, de hallar plenitud, y de alcanzar la perfecta armonía y la paz total.

Después de todo, este libro solo atraerá a aquellos que al menos confían a priori en la verosimilitud de tales testimonios. Así como en la citas bíblicas perfectamente escogidas por la autora, que revelan de modo inequívoco su confianza en Dios. A continuación reproduzco algunas, pues ciertamente tiene su interés meditar en ellas.

«Nada temas, porque el mismo Yahvé, tu Dios, combate por ti» (Deuteronomio 3, 22). «En mi angustia grité a Dios, me respondió y dio respiro. Dios está conmigo, no temo. ¿Qué puede hacerme el hombre?» (Salmo 118, 5-6). «Confía en Dios de todo corazón y no te fíes de tu inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus sendas» (Proverbios 3, 5-6). «Lo que hemos oído y aprendido, lo que nuestros padres nos contaron, no lo callaremos a los hijos, a la otra generación lo contaremos» (Salmo 78, 3-4). «¿No te he mandado que seas fuerte y valiente? Pues no tengas miedo ni te acobardes, porque Yahvé tu Dios estará contigo adondequiera que vayas» (Josué 1, 9).

Pues sí, la verdad, aunque el contenido de este libro parece cada vez más cosa propia de locos —por no ser divulgada en televisión o en cualquiera de los medios afines—, lo cierto es que hay miles de testimonios que hablan de evidencias muy serias y muy profundas captadas por el órgano que mejor las divisa. Y por supuesto, me refiero al corazón y no al cerebro.


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