sábado, 28 de diciembre de 2019

La ruta infinita de José Calvo Poyato

Hace quinientos años comenzaba en Sevilla un viaje largamente soñado por el hombre: alcanzar el mítico Oriente y las islas de las especias por el lado inexplorado del mundo. Este viaje, iniciado por Fernando de Magallanes en 1519, terminaría por convertirse, tres años después, en el viaje más largo de una era: la primera vuelta al mundo concluida por Juan Sebastián Elcano y los hombres de la nao Victoria en 1522. 

En los últimos meses ha aparecido en las librerías una magnífica fabulación de aquella gesta, titulada La ruta infinita. Su autor, José Calvo Poyato ha recreado, con gran rigor histórico, la peripecia de los principales testigos de este viaje excepcional. Aquellos navegantes que soñaron con una ruta imposible partieron hacia lo desconocido, exploraron los límites y regresaron para transformar el devenir de la historia al fijar con su estela las nuevas dimensiones del mundo.

La historia es conocida, y aquí, en esta novela magnífica, se recrea con brío, destreza y entusiasmo. Magallanes, navegante portugués disgustado con su rey, ofreció sus servicios a Carlos I de España. Partiendo de la creencia de que las islas de las especias se hallaban dentro de la zona adjudicada a España por el tratado de Tordesillas, concibió el proyecto de llegar a dichas tierras navegando hacia Occidente. Concertó unas capitulaciones con Carlos I, y salió de Sanlúcar de Barrameda el día 20 de septiembre de 1519 con una flota de cinco naves y 265 hombres. Después de una invernada durísima y de reprimir una sublevación de parte de sus tripulantes, entró en el estrecho que lleva su nombre, entre la Patagonia y la Tierra de Fuego, y con tres naves únicamente se internó en las inmensidades del Pacífico. Al cabo de una travesía de tres meses interminables, en la que los tripulantes llegaron a comerse los cueros y las ratas que había a bordo, el día 6 de marzo descubrió las islas Marianas o de los Ladrones, y posteriormente las de San Lázaro (Filipinas). Allí murió Magallanes luchando con los indígenas. Después de diversos incidentes, solo la nao Victoria, mandada por Juan Sebastián Elcano, dobló el Cabo de Buena Esperanza y siguió hacia España, rehuyendo los puestos y barcos lusos. Muchos tripulantes murieron de hambre. En septiembre de 1522, casi tres años justos después de su salida de Sanlúcar de Barrameda, terminaban su odisea en Sevilla dieciocho supervivientes. El emperador, finalmente, premió a los supervivientes y concedió a Elcano un escudo de armas y por cimera un globo con la leyenda: Primus circumdedisti me.

El primer viaje de circunnavegación, así pues, resultó ser el más audaz de todos los viajes marítimos emprendidos, y probablemente la mayor hazaña que se haya registrado en los anales de la humanidad. Desde luego, su valor histórico y científico solo cede al propio Descubrimiento de América. Y ambas gestas, no lo diremos nunca las veces necesarias, fueron emprendidas bajo el pabellón español de Castilla.

En resumen, La ruta infinita de José Calvo Poyato supone una gratísima lectura, que aúna rigor histórico y audacia frente a la leyenda negra que durante siglos viene mancillando la historia de España. Y es que la hazaña de la primera vuelta al mundo no fue fruto de la colaboración de portugueses y españoles. En realidad, Portugal hizo todo lo que pudo para dificultar el éxito de la expedición, pues podía ser muy negativa para los intereses comerciales lusos. De ahí que los portugueses no hayan prestado atención al V aniversario. En cambio, en el Archivo de Indias sevillano, y en el mejor museo naval del mundo, que es el de Madrid, se ofrecen sendas exposiciones ilustrando lo que fue aquella gesta incomparable, que José Calvo Poyato, como se ha dicho, ha sabido homenajear con su admirable novela La ruta infinita.


Fuimos los primeros (Museo Naval de Madrid)


Congreso: La mayor hazaña náutica de la historia: La primera circunnavegación (Fundación Universitaria Española)

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