martes, 16 de febrero de 2021

Madrid, la villa y corte (I): Introducción


Madrid es una ciudad por la que merece la pena dar un paseo, y aun diez mil. Andar por sus calles y descubrir sus rincones, sin prisas ni preocupaciones, es una experiencia sumamente gratificante. Madrid es la ciudad más envidiada de España, la más importante, la de mayor magnitud histórica y la más literaria, aunque como todas las ciudades de España y del mundo, tiene distritos feos y distritos elegantes.

Barrios como el de Salamanca o Chamberí resultan deliciosos, siendo tal vez el de los Austrias, el más bonito, tranquilo y castizo de todos. Pero el corazón de España y de la capital es la Puerta del Sol, escaparate del reino que ha sido hermoseado en los últimos años y goza hoy de una guapeza insólita. 


Allí todos los ojos se fijan en el edificio neoclásico de la sede de la presidencia de la Comunidad de Madrid. La luz velazqueña de las tardes de febrero dota a la plaza de un atractivo especial, que se acrecienta al ocaso, con la nueva iluminación nocturna.

Por la calle del Arenal, se discurre hacia la Ópera, desembocando en la plaza de Oriente, en cuyas terrazas la vida alcanza uno de los grados más altos de satisfacción e intensidad. Y si se deambula por las callejas de los alrededores, en dirección a la calle Mayor, por las calles del Espejo y de la Amnistía, se descubren cafés y restaurantes exquisitos, como Santa Eulalia, Gayane’s y Le Bistroman. U otros más populares y de batalla como el Café de los Austrias, situado en la graciosa y recoleta plaza de Ramales. 



Librerías de viejo y callejones de pavimento centenario se ocultan entre dichas manzanas. Las librerías de Madrid son otro de sus principales atractivos. Cerca del Teatro Real, en la plaza de San Martín, donde por cierto tuvo Quevedo un lance mortal, sigue abierta toda una institución: Librería Bardón. Un templo fascinador, como la Librería Miguel Miranda, faro libresco del barrio de las Letras. Pero las librerías merecen una mención aparte, y quizá interesa ahora reponer fuerzas, de vuelta a la Puerta del Sol; si es para merendar, en la Chocolatería 1902, y si es para la cena, en La Taberna del Alabardero, frente al Teatro Real.



La calle Alcalá, desde la Puerta del Sol hasta la Puerta de Alcalá, frente al Retiro, presenta hoy por hoy unos primeros cientos de metros, primorosos e impresionantes. Tras la finalización de unas obras interminables, que han acicalado la manzana que también se asoma a la plaza de Canalejas, el recién abierto hotel Four Seasons y el Casino de Madrid cortan el aliento de quien pasea entremedias. Después ya se camina en volandas hasta el Palacio de Cibeles. Y en este tramo uno comprende definitivamente que Madrid ya forma parte de su ser, porque de repente llega un momento en el que se enciende un pálpito, una reminiscencia: la de que hay un tesoro escondido y cualquiera lo puede poseer...

Paseando, paseando una y mil veces por la villa y corte de Madrid.

1 comentario:

  1. Precioso tu articulo Luis. Qué delicia cómo escribes sobre Madrid, dando a conocer rincones muy interesantes que tendré el gusto de presenciar dentro de muy poco. Sigue comentando sobre la ciudad!

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