lunes, 30 de marzo de 2020

Derrota Mundial de Salvador Borrego

Es propio del saber histórico, y también del científico, revisar constantemente los hechos pasados, sometiéndolos a nuevo examen, para corregirlos o enmendarlos si fuera preciso, a fin de alcanzar el mayor grado de certeza posible, cuando aún no se hayan podido establecer conclusiones indiscutibles. Sin embargo, la verdad suele colisionar a menudo con intereses de todo tipo, surgiendo relatos arbitrarios y falaces que pugnan por imponerse y así legitimar los diversos intereses antes aludidos.

Respecto a la Segunda Guerra Mundial, un conflicto internacional decisivo que configuró el mundo presente, existe tal profusión de documentos e incumbe a tantas fuentes que un análisis del mismo parecería casi inabordable. Sin embargo, siendo abundantes los estudios publicados, un único relato "oficial" ha logrado imponerse, resultando unánime la distinción "oficial" entre buenos y malos en relación a los contendientes. Así, hoy por hoy los Aliados (Usa, Inglaterra y la URSS) representan el bien, y las potencias del Eje (Alemania principalmente, pero también Italia y Japón) el mal en estado puro.

Pues bien, ese esquema monolítico, única versión de la que ha tenido noticia el común de los lectores, sólo ha sido contestado por algunos historiadores, cuyas obras, por supuesto, han sido forzosamente entregadas al silencio.

La obra más formidable de la contienda de signo opuesto a los relatos "autorizados" y en vigor la escribió a mediados del siglo XX (en 1953 apareció la primera edición) el historiador mejicano Salvador Borrego, fallecido en 2018 a punto de cumplir 103 años. Con el objeto de presentar los orígenes ocultos de la Segunda Guerra Mundial, así como las conexiones desapercibidas entre los Aliados y las consecuencias actuales de la guerra, Borrego escribió Derrota Mundial.

A modo de presentación de la obra -que pienso aprovechar para tratar algunos otros temas en adelante-, creo que pueden ser muy útiles las palabras que le dedicó el prestigioso escritor, pensador, abogado, educador y político mejicano José Vasconcelos. Para Vasconcelos Derrota Mundial era "el libro de más alto interés patriótico para todos los pueblos de habla española".

Las siguientes son palabras suyas:


PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN

"La obra de Salvador Borrego E., que hoy alcanza su segunda edición [ha pasado ya de las 50], es una de las más importantes que se hayan publicado en América. Causa satisfacción que un mexicano de la nueva generación, haya sido capaz de juzgar con tanto acierto los sucesos que conocemos bajo el nombre de la Segunda Guerra Mundial.

Colocados nosotros del lado de los enemigos del poderío alemán, es natural que todas nuestras ideas se encuentren teñidas con el color de la propaganda aliada. Las guerras modernas se desarrollan tanto en el frente de combate como en las páginas de la imprenta. La propaganda es un arma poderosa, a veces decisiva para engañar la opinión mundial. Ya desde la primera guerra europea, se vio la audacia para mentir, que pusieron en práctica agencias y diarios que disfrutaban de reputación aparentemente intachable. La mentira, sin embargo, logró su objeto. Poblaciones enteras de naciones que debieron ser neutrales, se vieron arrastradas a participar en el conflicto, movidas por sentimientos fundados en informaciones que después se supo, habían sido deliberadamente fabricadas por el bando que controlaba las comunicaciones. 

Y menos mal que necesidades geográficas o políticas nos hayan llevado a participar en conflictos que son ajenos a nuestro destino histórico; lo peor es que nos dejemos convencer por el engaño. Enhorabuena que hayamos tenido que afiliarnos con el bando que estaba más cerca de nosotros; lo malo es que haya sido tan numerosa, entre nosotros, la casta de los entusiastas de la mentira. Desventurado es el espectáculo que todavía siguen dando algunos "intelectuales" nuestros, cuando hablan de la defensa de la democracia, al mismo tiempo que no pueden borrar de sus frentes la marca infamante de haber servido dictaduras vernáculas que hacen gala de burlar sistemáticamente el sufragio. Olvidemos a estos seudo-revolucionarios, que no son otra cosa que logreros de una Revolución que han contribuido a deshonrar, y procuremos despejar el ánimo de aquellos que de buena fe se mantienen engañados.

"Durante seis años, dice Borrego, el mundo creyó luchar por la bandera de libertad y democracia que los países aliados enarbolaron a nombre de Polonia. Pero al consumarse la victoria, países enteros, incluyendo Polonia misma, perdieron su soberanía bajo el conjuro inexplicable de una victoria cuyo desastre muy pocos alcanzaron a prever".

La primera edición del libro de Borrego se publicó hace dos años escasos y en tan corto tiempo, el curso de los sucesos han confirmado sus predicciones, ha multiplicado los males que tan valientemente descubriera.

Ya no es sólo Polonia; media docena de naciones europeas que fueron otros tantos florones de la cultura cristiana occidental, se encuentran aplastadas por la bota soviética, se hallan en estado de "desintegración definitiva".

Y el monstruo anti-cristiano sigue avanzando. Detrás de la sonrisa de Mendes-France, siempre victorioso, dicen sus secuaces; detrás de esa enigmática sonrisa, seis millones de católicos del Vietnam, fruto precioso de un siglo de labor misionera francesa, han caído dentro de la órbita de esclavitud y de tortura que los marxistas dedican a las poblaciones cristianas.

El caso contemporáneo tiene antecedentes en las invasiones asiáticas de un Gengis-Kan, que esclavizaba naciones; tiene antecedentes en las conquistas de Solimán, que degollaba cristianos dentro de los templos mismos que habían levantado para su fe. El conflicto de la hora es otro de los momentos angustiosos y cruciales de la lucha perenne que tiene que librar el cristianismo para subsistir.

En el libro de Borrego, penetrante y analítico, al mismo tiempo que iluminado y profético, se revelan los pormenores de la conjura tremenda.

La difusión del libro de Borrego es del más alto interés patriótico en todos los pueblos de habla española. Herederos, nosotros, de la epopeya de la Reconquista que salvó el cristianismo de la invasión de los moros, y de la Contra-Reforma encabezada por Felipe II, que salvó el catolicismo de la peligrosa conjuración de luteranos y calvinistas, nadie está más obligado que nosotros a desenmascarar a los hipócritas y a contener el avance de los perversos. La lucha ha de costarnos penalidades sin cuento. Ningún pueblo puede escapar en el día, a las exigencias de la historia, que son de acción y de sacrificio.

La comodidad es anhelo de siempre, jamás realizado. La lucha entre los hombres ha de seguir indefinida y periodísticamente implacable, hasta en tanto se acerque el fin de los tiempos, según advierte la profecía".


Febrero de 1955

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