jueves, 26 de marzo de 2020

Más sobre el asesinato de Carrero Blanco

Durante buena parte de la tarde de ayer, estuve ocupado intercambiando correos con el historiador Pío Moa, al cual tengo el gusto de conocer personalmente, habiéndome entrevistado con él en Madrid en un par de ocasiones. El motivo de dicha correspondencia se debió a mi último artículo, dedicado a algunos libros clave acerca del oscuro magnicidio del presidente del gobierno español, Luis Carrero Blanco. 

Así que por vía telemática le hice llegar a Moa mis sospechas, y él me hizo algunas observaciones. Sin embargo, disentimos acerca de la implicación de los servicios de inteligencia americanos (CIA), que él no contempla e incluso califica de conspiranoia, y yo en cambio sostengo, manteniendo que al menos los useños tenían conocimiento de lo que preparaba ETA.

Se alega que no hay pruebas. Pero haberlas en tan turbios asuntos sería pedir demasiado. Hay sin embargo indicios. Y el que más seriamente apunta a la participación de la CIA en el atentado sería el arma del crimen, es decir, los explosivos. 

Del mismo parecer es la periodista Pilar Urbano, que en su libro El precio del trono, afirma que los explosivos que mataron a Carrero Blanco eran de origen militar norteamericano, en concreto C4. Nada tenían que ver por tanto con la dinamita que los etarras robaron a primeros de año en un polvorín del norte de España. Debo confesar que no he tenido aún la oportunidad de leer dicho libro, que ya he encargado en mi librería de confianza, pero Urbano asegura que en su libro están publicados los análisis de dichos explosivos. De ser así, habría motivos para sospechar seriamente en la implicación useña, sin descartar, por supuesto, la complicidad de otras fuerzas: francesas (que protegieron a los etarras y se negaron a dar cuentas al gobierno español), rusas (pues compartían con los comunistas españoles odios comunes), el Partido Comunista de España en el exilio, por supuesto, y enemigos de Carrero dentro del propio régimen.

Ahora bien, si la CIA estuvo implicada en el atentado de Carrero Blanco, la pregunta que debe hacerse a continuación es la siguiente: ¿Por qué le estorbaba? ¿Qué ganaban los estadounidenses eliminando al presidente? Algunos autores dicen que no tenían motivos, que Carrero no representaba ningún obstáculo para la democracia, que había prometido al futuro rey hacerse a un lado, aunque mostrara justo la imagen contraria. ¿Pero tenían los americanos garantías de que esto era así? ¿Cuál fue el contenido real de la entrevista que mantuvieron Carrero Blanco y el secretario de estado useño, Henry Kissinger, la víspera de la muerte del almirante? ¿Se negó en redondo Carrero a ratificar el Tratado de No Proliferación de armas nucleares? Tal vez sólo podamos aventurar conjeturas, o en mi caso no pueda ir más allá con la información que poseo en este momento, pero la cuestión de los explosivos usados en el magnicidio puede ser un detalle determinante. Como ocurre, por cierto, con los atentados del 11M e incluso con el colapso de las Torres Gemelas, 911 días antes de la masacre en Atocha.

Por último, Pío Moa sostiene que el régimen franquista quedó herido de muerte por la celebración del Concilio Vaticano II, desarbolando a un régimen que no era en absoluto fascista sino nacionalcatólico. Yo estoy de acuerdo. Aunque el régimen pudo haberse enrocado en algún momento durante la agonía de Franco, e incluso verse asaltado por la familia falangista u otros miembros nada aperturistas. Sólo así podrían entenderse las palabras del borbón Juan Carlos en la agonía de Franco: "Pueden venir a coronarme o a detenerme".

En definitiva, si los explosivos apuntan a la CIA, ¿por qué la CIA quiso matar al presidente Carrero? Quienes dicen que no tenía motivos, como Anna Grau, ¿en qué se apoyan? Porque bien pudiera ser su premisa falsa, y no ser Carrero tan dócil a los intereses norteamericanos como éstos esperaban. El arma del crimen, en cualquier caso, es clave. Con todo, yo sigo teniendo mis dudas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario